En un año sin una película de animación estrella, sólo nos quedan cinco buenos largometrajes, exponentes cada uno de ellos del mejor hacer de todas las latitudes del Globo: dos cintas de Disney (Zootrópolis y Viana), una del stop motion de Laika (Kubo y las dos cuerdas mágicas), otra de Ghibli (La tortuga roja) y una de la refinada producción europa (La vida de Calabacín). Se diría, con los premios previos en la mano, que Zootrópolis tiene ventaja para recoger el Oscar, pero realmente todo puede pasar.
Kubo y las dos cuerdas mágicas. Travis Knight y Arianne Sutner
La cinta del estudio Laika Kubo y las dos cuerdas mágicas es un bello cuento en stop-motion sobre la venganza, el destino y la reencarnación, muy complejo y con grandes dosis de lirismo. Y también es muy divertida. Kubo es un niño tuerto con poderes sobrenaturales (da vida con su shamisen a las figuras de origami que él mismo construye) que una noche convoca sin querer a los espíritus vengativos de las hermanas de su madre, que quieren su ojo sano. Ésta se sacrifica por él, y él tiene que iniciar un viaje acompañado de un mono mandón y lacónico y un humorístico samurái olvidadizo convertido en ciervo volador, una suerte de road trip que le llevará entre otras cosas a rescatar su espada clavada en el cráneo de un esqueleto gigantesco. Y un viaje que en realidad es iniciático, la búsqueda de una solución a una vida sin sus padres. Laika sigue mirando desde la distancia los formulaicos filmes infantiles de animación para sumergirse creativamente en un cosmos en el que utiliza referencias muy variadas que van desde las películas de Ghibli a los monstruos de Harryhausen y construye espectáculos visuales que llevan al espectador a seguir a pies juntillas las indicaciones de Kubo en este caso: “Si tienes que pestañear, hazlo ahora” es el imperativo en boca del niño que hace confiar ciegamente en que lo que te va a contar. El espectador se vas a dejar guiar, igual que los habitantes del pueblo, por la magia provocada por el sonido de su shamisen, la increíble partitura de Dario Marianelli y las voces del niño (el joven Art Parkinson, Rickon Stark en Juego de tronos), el samurái (un gracioso y bromista Matthew McConaughey) y el sobre todo del mono (Charlize Theron) con sus consejos y sus enseñanzas, a través de la búsqueda de su identidad. María Pérez
Vaiana. John Musker, Ron Clements y Osnat Shurer
Ron Clements (3 nominaciones) y John Musker (2 nominaciones) no son novatos en la categoría y juntos ya habían dirigido la nominada al Oscar Tiana y el sapo (además de ya clásicos como La sirenita, Aladdin o Hércules). Este año llegan una vez más de la mano de Disney y su máquina imparable de nominaciones en una categoría reñidísima pero que parece contar con una clara favorita en su compañera de estudio. Clements y Musker, auxiliados por el equipo detrás de Big Hero 6, han tenido en sus manos la responsabilidad de crear una princesa Disney que se saliera completamente del molde las princesas Disney. No es algo novedoso y ya se habían hecho intentos antes, meritorio el esfuerzo de Frozen, el reino de hielo. Pero ellos deciden dar un paso más allá y contándonos una historia en la que hay amor, pero no amor romántico; en la que hay heroínas que no dependen de un salvador; una historia en la que independencia, aventura, madurez o familia son palabras clave. Vaiana es una película Disney de manual, con números musicales que funcionan a la perfección y secundarios que sirven como alivio cómico constante; pero también es una película que cuesta encuadrar dentro del cánon de princesas Disney al uso y eso la hace más meritoria. Vaiana, la protagonista, tiene anhelos más allá de los deseos de su padre y de la sociedad en la que se cría; una sociedad que cambiará radicalmente gracias a la fuerza y el coraje de la protagonista. En cualquier otro año o, incluso, si no compitiera contra una cinta de su propio estudio estaríamos hablando de una potencial ganadora. Este año se quedará con la nominación y esperemos que esto sirva para que Disney siga apostando por narrativas más innovadoras que permitan que las nuevas generaciones aprendan, como muestran Vaiana y Zootrópolis, que salirse del molde a veces es lo correcto. Luis Fernández
La vida de Calabacín. Claude Barras y Max Karli
El cine de animación francés suele tener suerte en los Oscars. Tras las nominaciones para Sylvain Chomet, Bienvenidos a Bellevue en 2003 y El ilusionista en 2010, y las de Persépolis en el 2007 y Un gato en parís en 2011 el turno ahora es para Claude Barras, que con su primer largometraje como director, La vida de Calabacín, ha conseguido el respaldo tanto de crítica como público en los festivales de Cannes y San Sebastián y logró el EFA a la mejor película animada. La trama, con un tema central muy recurrente en el cine de este año, la aceptación de la orfandad, se ambienta en un centro que acoge niños huérfanos donde el protagonista, apodado Calabacín, descubrirá la amistad y el primer amor. La técnica de stop motion con muñecos de plastilina, aunque quizá haya quedado algo anticuada frente a los hallazgos técnicos de otras cintas nominadas este año como Kubo y las dos cuerdas mágicas, es entrañable y despierta nostalgia. Basada en una novela de Gilles Paris que ya fue adaptada para la televisión francesa en 2007 como un telefilm de imagen real, cuenta también con nominaciones al César para el guion de Céline Sciamma y la banda sonora de Sophie Hunger. Siempre es de agradecer que los Oscar incluyan entre sus nominadas cintas europeas e independientes, pero cuesta mucho creer ésta que nos ocupa logre alzarse victoriosa frente a un titán como Disney. Samuel Pérez
La tortuga roja. Michael Dudok de Wit y Toshio Suzuki
Como ya es costumbre con cada una de sus obras, la nueva película salida del horno del Studio Ghibli, La tortuga roja, también forma parte del quinteto de nominadas. Sin Miyazaki al frente y con una carrera comercial y de premios más testimonial que otra cosa, La tortuga roja lo tiene muy crudo para poder hacerse con la estatuilla, pero la eterna pugna de este año entre Pixar y Laika es lo único, e improbable, que podría hacerla subir al escenario. Y no es por falta de talento, pues esta alegoría animada sin diálogos es, quizá, una de las películas más delicadas y bellas de cuantas se han reconocido últimamente en esta categoría, un trabajo artesano de animación, pero también de guión que consiguen transmitir mucho con, realmente, muy, muy poco. Pero siempre es complicado batirse con los grandes estudios en su propia casa. Japón tendrá que esperar. Pablo López
Zootrópolis. Byron Howard, Rich Moore y Clark Spencer
Byron Howard (Enredados) y Rich Moore (¡Rompe Ralph!), ambos en su segunda nominación a mejor película animada, se unen al debutante Jared Bush en la cinta que los Annie coronaban como la gran película de animación del año. El poco disimulado mensaje multicultural de Zootrópolis llega a los Oscar empujado no sólo por las seis estatuillas que se llevó en los premios de la asociación de animadores de Hollywood, sino también por el Globo de Oro y varios premios de la crítica. Tan sólo hace unas horas se le escapaba el BAFTA, que iba a parar a manos del Studio Laika. Sin ser la gran película de animación que uno espera cuando se enfrenta a un producto Disney, hay que reconocerle a Zootrópolis que sea capaz de mantener la atención del adulto hasta su desenlace y, sobre todo, el momento tan necesario en el que llega su discurso integrador. ¿Ganará? Probablemente. Bernardo Pajares
Ganará: Zootróplis
Debería ganar: Kubo y las dos cuerdas mágicas
Molaría que ganara: La vida de Calabacín