Pocas categorías de este año son tan predecibles como la de mejor actor protagonista. Colin Firth con su impecable Jorge VI parece imbatible, pero aún así, merece la pena detenerse en el rest de candidatos: el abismal Jeff Bridges, de nuevo con un perdedor alcoholizado; el joven Jesse Eisenberg, con un remedo del ciudadano Kane; el presentador de la ceremonia, James Franco, con su montañero de fatal destino; y el flamante ganador del Goya, Javier Bardem, con su muy dramático papel en Biutiful.
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Javier Bardem por
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Pablo López El ganador del Goya Javier Bardem se enfrenta ahora a su mayor papeleta como intérprete: afrontar una nominación al Oscar que supone romper muchas barreras, sobretodo lingüísticas, y hacerlo desde una posición bastante desfavorable en cuanto a posibilidades de premio. Poco queda que decir sobre este Uxbal que Bardem construye a la perfección en Biutiful. Su dramática caída a los infiernos de la inmigración ilegal en la Barcelona más cosmopolita y la construcción del drama inequívocamente unido a la ciudad, han dado grandes alegrías a Bardem en forma de nominaciones, sería una buena forma de poner la guinda al pastel… pero lo tiene muy difícil. |
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Jeff Bridges por
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Fernando de Luis-Orueta Después de su muy apluadido regreso el año pasado con Corazón rebelde, que le convirtió en indiscutible favorito y más tarde ganador del Oscar, Jeff Bridges compite de nuevo por la estatuilla. Lo hace esta vez con un personaje no tan alejado del anterior: si allí era un cantante de country venido a menos aquí es un pistolero viejo y mellado. De nuevo un perdedor alcoholizado, sucio, desganado al que la inesperada aparición de un soplo de juventud devuelve al mundo de los vivos. Bridges, que ha vivido personalmente esa situación, compone su personaje sin siquiera citar a su antecesor, John Wayne. Su Rooster Cogburn es el suyo, le dota de su abismo y de su sincera indolencia. Si eno fuera porque el anterior está muy reciente, el Oscar sería suyo. |
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Jesse Eisenberg por
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Jesús Rubio La candidatura del joven Jesse Eisenberg a los principales premios de la temporada estaba prácticamente cantada desde el estreno de La red social. El empaque de su factura y su sólido guión arman un producto articulado entorno a la atractiva personalidad interpretada por Eisenberg, reflejo engañoso de una entidad real pero a la postre desconocida, que sin embargo, reconstruido por obra y gracia de Aaron Sorkin se convierte en un poderoso, cínico y hermético personaje al que Eisenberg da vida con pasmosa facilidad. Descartada la fidelidad al original, el buen hacer de Eisenberg aún no puede achacarse a su discreta carrera, y en el caso improbable de ganar el Oscar, no estaría de más recordar también al guionista y director que han creado este traje hecho a medida. Quizás en el futuro Eisenberg pueda confirmar que los reconocimiento que reciba no fueron por casualidad. |
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Colin Firth por El discurso del rey |
María Pérez El hecho de que hace un año por estas fechas estuviéramos escribiendo sobre Colin Firth y sobre lo mucho que se merecía el Oscar al mejor actor por su papel en Un hombre soltero y de que ahora lo hagamos para defender que le premien por El discurso del rey habla entre otras cosas de su monumental categoría profesional. Firth es un actor que ha llegado a la plenitud de su carrera en las mejores condiciones posibles, y que lo demuestra encarnando un personaje histórico con tal finura, perspicacia, sensibilidad, habilidad, inteligencia y gracia que no nos queda más remedio que rendirnos a sus pies (otra vez). Bien es cierto que los personajes con algún tipo de tara física o mental tienen especial magnetismo en los premios por el desafío que suponen para un actor, pero casi se podría decir que de su encarnación de Jorge VI, este hermano de príncipe heredero al que sobreviene la corona en el momento más complicado de la historia de su país, y que tiene que superar su dificultad del habla para dirigirse a su pueblo en un momento crítico, lo que menos importa es su tartamudeo y lo que más, su firmeza al aceptar sus obligaciones, su ternura en las situaciones familiares y su humanidad y sarcasmo en sus relaciones sociales. God save the King! |
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James Franco por 127 horas
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Samuel Pérez Suponemos que James Franco, aparte de ensayar números musicales y todo lo que se requiera de él como presentador de la gala de este año junto a Anne Hathaway, tendrá que ensayar su cara de perdedor para cuando vuelva a aparecer sobre el escenario del Kodak Theatre tras la más que probable victoria del huracán Firth. Y es una lástima, porque el chico soporta sobre sus hombros toda 127 horas, una película que sólo él salva de ser mediocre. Del ligoteo y aventura de los primeros quince minutos pasamos a la frustración, rabia y desesperación de un personaje que se tira más de 5 días luchando contra los elementos y recordando su aún corta vida. Franco hace un repaso de todas las emociones actorales: añoranza, culpabilidad, tristeza, furia, esperanza, y nos recuerda que no sólo es una cara bonita; incluso nos hace olvidar sus horribles actuaciones en la saga Spiderman. Algún día le llegará su momento de victoria. |
Debería ganar: Colin Firth por El discurso del rey