El momento de la verdad se acerca: dentro de dos días la Academia nos sacará de dudas. ¿Será El discurso del rey coronada mejor película del año? ¿Logrará La red social la remontada y rematar su inicial racha de victorias? ¿Se producirá una división tal que permita otro triunfo para los hermanos Coen? ¿Logrará por fin una cinta animada superar todas las resistencias y llevarse el premio a la mejor del año? Pronto tendremos la respuesta. Mientras, analizamos aquí las fuerzas de las diez candidatas.
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127 horas |
Pablo López Parece que Danny Boyle se ha abonado a los Oscar cuando hacía poco era prácticamente ninguneado… o quizá la cosecha de este año no sea tan buena. En cualquier caso, la ampliación a diez candidatas en esta categoría era esto lo que buscaba, que tuvieran cabida muchas cintas que, quizá con menos opciones, no se hubieran colado. 127 horas es una película difícil para la Academia, difícil más en su forma que en su fondo, que es sincero y cristalino, pero recordemos que el anterior trabajo de Boyle, para nada convencional en su forma, como todo lo que hace el director inglés, arrasó en los premios de hace dos años. Todo esto, sumado a la manifiesta superioridad de algunas de sus compañeras de categoría además de su poca fuerza en la carrera hacen suponer que el equipo de la película se dará un agradable paseo por la alfombra roja para presenciar, en primera fila, la entrega del Oscar mas reñido y disputado de los últimos años, eso sí, sin ellos como protagonistas. |
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Cisne negro |
María Pérez Si te dejas arrastrar con Nina Sayers por el huracán de miedos, paranoia, odio y sufrimiento, ver Cisne negro es una gozada. Hay que dejar la sensatez a un lado, dejar la lógica, el análisis racional, y abandonarse en los brazos de Chaikovsky y de Aronofsky. No sé si es una película perfecta, pero la verdad es que tampoco me he parado a planteármelo. La superficie pulida y lisa, pero también mate y aburrida, de la perfección técnica empieza a craquelarse y asoma por debajo la lava ardiente que todo lo arrasa: ya es incontenible, los fantasmas que toda una vida de estrictas clases de démi-pliés y battement frappés y de control materno de la mente y el estómago han logrado esconder ya han salido de sus guaridas y están aquí para quedarse. ¿Sucumbes o intentas convivir con ellos? |
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Los chicos están bien |
María Pérez Quizá la difícil agrimensura del terreno en el que se mueve esta película es la que ha perjudicado una valoración equilibrada. Porque ¿qué tenemos?: la historia de una familia tan feliz como cualquier familia feliz cuya rutina se ve alterada por la introducción de un elemento extraño que les obliga a replantearse sus relaciones, sus afectos y sus hábitos. Sea un padre biológico, unos vecinos terroristas, un extraterrestre adorable o poltergeist, tenemos las situaciones de siempre, aunque cambien detalles de atrezo que añaden color, interés y variedad al conjunto, pero que en realidad no tienen importancia. El resultado es una tragicomedia amable, muy bien interpretada, muy bien realizada y escrita, sin sobresaltos ni aspavientos estilísticos. Y quizá sea esta la mayor de sus virtudes y la que la convierte en una película realmente valiosa y por ello premiable: pocas veces se ha visto contar con tanta normalidad algo que es perfectamente normal desde hace muchas décadas, pese a que haya sectores de la sociedad que se nieguen a aceptarlo. Este, el año del debate sobre el matrimonio homosexual es el año en el que se debería oscarizar una película como Los chicos están bien. |
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The Fighter |
Jesús Rubio Sorpresa para el final de la temporada, The Fighter es un film que se hace fuerte y no se separa del espectador tras sus titubeantes primeros 20 minutos en los que casi te convence de que ya lo has visto. Y no, el film de David O. Russel consigue volar alto dando la vuelta a su trama y manteniéndola viva gracias a cuatro actores con mucho oficio y agallas para enfundarse en personajes escritos sin una palabra sobrante. Cuando la película va sola, el realizador se puede permitir incluso un brillante ejercicio de estilo televisivo durante unos combates que a pesar de todo, nunca eclipsan el conflicto doméstico que nos importa. Quizás su único pecado y a la vez virtud en estos Oscar es su tramo final, con fino olor a condescendencia, y que a pesar de todo, no empaña un trabajo redondo y claramente superior a las expectativas. |
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Origen |
Samuel Pérez La película-evento del verano pasado, para aquellos que minusvaloran obras maestras como Toy Story 3 simplemente porque son de animación (o porque ahora parece que está guay decir que no te gusta Pixar), fue la última filigrana del británico Christopher Nolan, Origen. En agosto parecía que se iba a comer el mundo, todos hablábamos de ella y comenzó a encabezar las quinielas más entusiastas. Su elemento de originalidad (porque original es un rato) nos tenía a todos encandilados y muchos quisieron ver en ella el advenimiento de un nuevo tipo de cine. El tiempo, ese gran enemigo, coloca a todos y a todo en su sitio. Su guión es laborioso pero tramposo, innovador pero sobreexplicativo, defectos que Nolan supo disimular con una dirección y un montaje trepidantes y un reparto magnífico (Di Caprio, algún día tocarás el cielo que te mereces). El buzz comenzó a desaparecer y la puntilla vino con las nominaciones a los Oscar y su ausencia en la categoría de dirección. Origen está aquí porque es muy buena y porque ahora hay diez nominadas. Pero no ganará ni en sueños. |
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El discurso del rey |
Fernando de Luis-Orueta Quién iba a decirnos hace un mes que El discurso del rey sería la gran favorita para llevarse el Oscar. Los premios de la crítica apuntaban en dirección opuesta y el profundo carácter británico de la cinta tampoco remaba a favor. Pero los profesionales de Hollywood tienen voz propia y miras más amplias. Con la ayuda de una afilada campaña de promoción, los grandes gremios profesionales se han dejado enamorar por una película aparentemente sencilla y clásica, pero que en realidad contiene una gran metáfora sobre la vida y el tiempo que vivimos. Porque debajo de esta anécdota llamada a no ir más lejos de un comentario jugoso en una tertulia de historiadores, se encierra un hermoso relato de esfuerzo ante la adversidad, de superación cuando nadie apuesta un duro, de capacidad de salir adelante con dignidad cuando todo el mundo lo da por perdido. Un soplo de ánimo en un tiempo gris de penuria e incertidumbre. Es la grandeza del buen cine: hacer de lo pequeño algo grande, de una historia ajena el reflejo preciso y oportuno de la realidad y de su tiempo. No sabemos si El discurso del rey es, netamente, la mejor película del año, pero sí la que mejor ha sabido conectar con los espectadores del mundo entero. |
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La red social |
Samuel Pérez Hace un par de meses, en diciembre, parecía que la carrera de los Oscar de este año no tenía competencia y que la última maravilla de David Fincher arrasaría en la ceremonia de este año. Pero entonces llegaron los premios de los gremios de la industria en EE UU y empezaron a decantarse por El discurso del rey. Y, claro, por mucho que los críticos hayamos babeado con La red social, quienes votan en la Academia son los que hacen las películas. ¿Premiarán en esta ocasión a una película canónica, histórica, de superación, digerible por todos los públicos, cine de hoy mirando al pasado? ¿O apostarán por un título en el fondo minoritario en la forma y en el fondo, con diálogos difíciles, personajes antipáticos, pero temas universales, con una narración que innova en el empleo de la fotografía, el montaje y el sonido, cine de hoy mirando al futuro? ¿Quién ganó el año pasado, Avatar o En tierra hostil? ¡Ánimo Fincher, aún quedan esperanzas! |
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Toy Story 3 |
Pablo López ¿Está la Academia preparada para reconocer que la mejor película del año es una película de animación? Muy probablemente no, pero eso no es razón para afirmar que lo que Lee Unkrich y el estudio Pixar hacen en Toy Story 3 es uno de los hechos más importante en la historia del cine, sin distinciones. Desde sus comienzos ya han demostrado su especial sensibilidad y su encomiable oficio a la hora de estrenar películas que conecten con todo tipo de públicos, y ahora, quince años después, y con una cartera de títulos con nombre propio en la historia del cine, es hora de dar algo más a su público, hora de homenajear a esos niños que han crecido con sus películas, y también hora de demostrar su saber hacer, que en este caso implica cerrar una etapa muy importante en su cinematografía. Toy Story 3 ha agarrado bien fuerte el corazón de crítica y público, pero en especial aquel de los que crecimos yendo al cine a conocer a Woody y Buzz Lightyear. Pase lo que pase el domingo, Toy Story 3 será, sin duda alguna, la ganadora moral de gran parte de la audiencia. |
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Valor de ley |
Fernando de Luis-Orueta Los hermanos Coen gustan, de cuando en cuando, de visitar géneros en su versión más pura, aparcando muchos de sus motivos habituales. Es lo que hicieron con el musical en O Brother y el cine negro con El hombre que nunca estuvo allí. Lo que no dejan de lado es su forma de rodar, cada vez más sólida y rotunda y más cerca de los grandes clásicos. Así, un western se presenta como una ocasión de oro para demostrar que su cine se incardina en la mejor tradición americana. Valor de ley no es un remake, es una nueva versión de un relato, cambiando puntos de vista y sensibilidades. El resultado es una gran película, una historia sencilla con profundas raíces dramáticas, una de esas cintas en fin que hacen grande a Hollywood. Sus inesperadas diez nominaciones la colocan como la candidata ideal a dar la sorpresa. Si la división de votos entre El discurso del rey y La red social es amplia y el recuento preferencial lanza su sortilegio, puede dar la campanada. |
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Winter’s Bone |
Jesús Rubio Los académicos pueden ser ortodoxos, pero rara vez se fijan en los detalles. El film de Debra Granik Winter’s Bone prescinde precisamente de cualquier tipo de parafernalia o concesión expresiva para centrarse en el desarrollo austero de una galería de personajes que deambulan por escenas invernales con la cabeza gacha. Su gran triunfo se halla en el suspense silencioso que encierra una trama casi anecdótica, y la clave de su desarrollo está en un plantel de actores bien situados y nada acomplejados por la humildad de su microcosmos. A pesar de sus hechuras de TV movie, no hay proyecto pequeño cuando hay buenos actores levantando personajes con relieve; el peligro, la amenaza, se vuelven palpables. En Winter’s Bone todo funciona sin dificultades, pero el drama es tan seco, que podría hacerse invisible en la entrega de premios. |
Debería ganar: La red social