Este año la competición por el Oscar a la mejor película del año ha sido una de las más igualadas.

OSCATLÓN 2012: Película del año

Este año la competición por el Oscar a la mejor película del año ha sido una de las más igualadas de los últimos tiempos, pero no por falta de un candidato claro sino por la presencia de varios títulos con méritos para la estatuilla. Finalmente, la que se que ha configurado como favorita es, extrañamente, una cinta que no aspira al Oscar a mejor director, Argo. Así que dado ese handicap no hay que perder de vista a sus rivales porque, aunque su papel de líder de la carrera es claro, siempre cabe la sorpresa.

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Amor.
Margaret Menegoz, Stefan Arndt, Veit Heiduschka y Michael Katz, productores

Pablo López
La cuota exótica del año se cumple con la celebradísima y prácticamente imbatible Amor de Michael Haneke. La segunda Palma de Oro del director alemán no ha hecho más que acumular halagos, premios y distinciones desde su estreno en el certamen de la costa francesa, y no es para menos: el crudo relato de la vejez que Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva encarnan en pantalla es, a la vez, un canto a la vida y un retrato de la aceptación irremediable de la muerte, un doloroso poema de amor que sobrecoge al espectador, lo agita sin remedio y lo machaca con una puesta en escena que deja fluir la incómoda realidad a la que Michael Haneke nos tiene acostumbrados, esos trozos de realidad a los que la sociedad actual vuelve la vista, ningunea o simplemente evita y que él se encarga de evidenciarnos, sacando a relucir nuestras miserias.Sin duda es la película extranjera del año, ahora falta por ver si la Academia americana la ‘acepta’ como la mejor película del año, a secas, por encima de cualquier otra de su cinematografía, que parece difícil, pero solo eso, parece.

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Argo.
Grant Heslov, Ben Affleck y George Clooney, productores

María Pérez
Con un material tan bueno como la autobiografía del agente de la CIA Tony Méndez, The Master of Disguise, y el artículo ‘The Great Escape’ de la revista Wired, en las manos, Ben Affleck debía de ser consciente de la gran película que podía salir de ahí. Y que salió. Porque en vez de limitarse a hacer un thriller político del estilo de Los tres días del cóndor o las más recientes Syrianna y su referente más evidente, Munich, contrapone estos modelos a los de la comedia de grandes engaños como El golpe, La gran evasión o Cortina de humo, mezclándolos a su vez con cierto tono documental que favorece la veracidad del conjunto. Quizá en una película más al uso, se habrían incluido más enfrentamientos llenos de tensión entre las autoridades pro Jomeini y los protagonistas de la escapada, con múltiples secuencias en las que el plan podría haberse ido al garete, pero el hecho de que no pertenezca decididamente a ningún género, con sus momentos de tensión y de comedia casi de enredo en otros, la convierte en una película única, original, rodada con firmeza y con una galería de personajes secundarios muy interesantes que dotan de empaque y consistencia al conjunto. Y con la cantidad de premios que ha recibido en las últimas semanas, todo parece indicar que será la triunfadora de la noche en la máxima categoría.

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Bestias del sur salvaje.
Dan Janvey, Josh Penn y Michael Gottwald, productores

Fernando de Luis-Orueta
Hay que hacer mucha memoria para recordar un debut tan impresionante como el de Benh Zeitlin en Bestias del sur salvaje. La cinta tiene la virtud de traducir a imágenes la narrativa del cuentacuentos moderno mediante una libertad formal y estructural insólita, fresca, onírica, desabrida, casi cruel. La fábula de la pequeña Hushpuppy que vive en una zona olvidada de Nueva Orleans, a punto de desaparecer bajo las aguas es al mismo tiempo metáfora y realidad, de una resonancia profunda y amplia, trasladable no sólo a otros lugares, sino a otros tiempos y a nuevas situaciones. El arrojo de Bestias del sur salvaje es radical, no hay red y a veces parece no haber ni alambre. El viaje es incierto y fascinante, la emoción es pura y la imaginación honesta. El delicado guión, el extraordinario elenco de (no)actores, la singular música y la sensibilidad con la que Benh Zeitlin da forma al conjunto la convierten en una de las cintas más personales y estimulantes de los últimos años.

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Django desencadenado.
Stacey Sher, Reginald Hudlin y Pilar Savone, productorest

P.L.
Django desencadenado es una verdadera conquista para Tarantino. Ya no a nivel premios, con los que en mayor o menor medida, está familiarizado con casi todas sus películas, sino a nivel autoral y personal. El cine de Tarantino siempre ha tenido un marcado acento de western, más allá del género que contemple a según qué cinta: en sus comienzos sus principales conquistas fueron gracias al dominio del lenguaje cinematográfico tradicional que, poco a poco, película tras película, se ha ido maleando para acabar, después de mucho intentarlo, en la conjunción justa de ingredientes, en este ejercicio perfecto de autoría cinéfila que aúna sus dos grandes pasiones: la realización y la cinefilia. Django probablemente sea una de las película más atípicas de las nueve nominadas, pero sin duda es una cinta que, alejada de los géneros y los cánones tradicionales, está capacitada para enfrentarse cara a cara con las más grandes. Quizá premiar un spaguetti western con el mayor premio de cine del año sea algo desmedido, pero desde luego ocupa su nominación de una forma más que justa.

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Los miserables.
Tim Bevan, Eric Fellner, Debra Hayward y Cameron Mackintosh, productores

F. de L.-O.
El reto era más complejo de lo que parece a simple vista: no sólo se trataba de adaptar al cine uno de los musicales de mayor éxito de la historia sino también de dar forma cinematográfica a una pieza dramática con defectos narrativos de importancia. No hay que engañarse: Los miserables, la obra de teatro, es musicalmente bella pero su estructura hace aguas. El libreto original no logra entremezclar bien música y trama, de forma que en las canciones la historia apenas avanza y son más bien monólogos interiores o descripción de situaciones y lugares. Tras haber desarrollado un guión que prescindía una parte importante de las canciones para acercar la película a la novela de Victor Hugo, se dio marcha atrás sabiendo que el público quería las canciones. El resultado final es una narración que muy hábilmente incorpora pequeños detalles y situaciones inviables en el teatro que enriquecen y ensanchan el libreto original, dando mayor profundidad a los personajes y desarrollando mejor su arco dramático. A este pequeño gran acierto se une la astuta realización de Tom Hooper con ese esfuerzo titánico por rodar con sonido directo y esos planos imposibles que acentúan el dramatismo del original. Salvando el pecado original, todo en Los miserables es acertado, desde un reparto impecable hasta una recreación de la época sutil, hermosamente feísta, a medio camino entre lo real y lo teatral, que aporta dimensiones nuevas al relato. Una pena que los musicales tengan tan mala prensa entre críticos y premios porque esta película, arriesgada y ampulosa, es verdaderamente sobresaliente.

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La vida de Pi.
Gil Netter, Ang Lee y David Womark, productores

M.P.
Quizá una de las mejores bazas de La vida de Pi, la que ha hecho que gane muchos premios es uno de sus principales inconvenientes. Porque la magnificencia de las imágenes, el increíble uso de las nuevas tecnologías y la fascinación visual que ejerce sobre el espectador, que experimenta lo sublime con el riesgo de quedarse atenazado y no poder traspasar esa barrera de belleza, esconde sin pretenderlo una historia que por su sutileza es igualmente sublime. En la barca en la que viajan Pi, Richard Parker y el resto de animales, suspendida en un mar que en muchas ocasiones se confunde con el cielo, su espejo, conviven las principales religiones, el darwinismo, las fábulas griegas, el animismo, el panteísmo y la civilización occidental, la lucha por la supervivencia física en un medio hostil, y la lucha del alma consigo misma, y también la comunión del yo con el cosmos y la insignificancia de la vida (humana o animal, da igual) en el universo. Es un viaje iniciático. Un rito de paso. La vida de Pi es La Vida, y sin duda una de las películas más grandes de esta carrera de premios.

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Lincoln.
Steven Spielberg y Kathleen Kennedy, productores

Roberto Bra
Gracias a su última película, Steven Spielberg ha conseguido su novena nominación al Oscar, sin incluir sus nominaciones como productor al premio de mejor película. Hay pocas cintas tan completas y cuidadas en todos sus aspectos como Lincoln, desde la fotografía o el diseño de producción pasando por el montaje y por sus magníficas interpretaciones. Basándose en un guión complejo que propone una trama densamente política, Spielberg reconstruye una de las etapas más importantes de la historia norteamericana de manera que nos ayuda a comprender un poco mejor al figura de un personaje histórico tan importante como fue Abraham Lincoln. Porque en Lincoln hasta el sonido más insignificante está medido al milímetro. Pese a ser el título con mayor número de nominaciones en esta edición, es difícil predecir si Lincoln será quién se alze con el máximo galardón -baste recordar lo que ocurrió el año pasado con La invención de Hugo, de su colega Martin Scorsese-, pero es indudable que Steven Spielberg es un director que consigue que todas y cada una de sus películas sean especiales. O mejor dicho: únicas.

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El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook).
Donna Gigliotti, Bruce Cohen y Jonathan Gordon, productores

Rubén Miguélez
Solamente siete de las cuarenta películas que durante las 84 anteriores ediciones de los Oscar han conseguido nominaciones en las cinco categorías principales (película, director, guión, actor y actriz) se han ido a casa de vacío. Quince han ganado el de mejor película. Sólo cuatro se lo han llevado todo. Estos son los datos con los que juega El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook), la cinta de David O. Russell que también esta candidata en las categorías de actores secundarios y en montaje. La historia de Pat y Tiffanny se ha convertido en una de las comedias románticas más aclamadas de los últimos años y ya puede presumir de haber obtenido el reconocimiento de público y crítica. Sin embargo, y más aun contando con The Weisten Company a sus espaldas, parecen aspirar a mucho más. David O. Rusell firma el guión y la dirección de una cinta que viaja por los caminos de la comedia romántica más tradicional y nos dibuja unos personajes capaces de jugar con la fina línea que separa el drama de la comedia, trazando un fantástico viaje emocional. No parte como favorita pero su victoria tampoco se puede descartar en absoluto.

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La noche más oscura (Zero Dark Thirty). Mark Boal, Kathryn Bigelow y Megan Ellison, productores

Samuel Pérez
Hubo un momento en la carrera de los Oscars de este año, a principios de diciembre, en el que La noche más oscura (Zero Dark Thirty) comenzó a ser proyectada para algunos críticos y éstos empezaron a darle todos los premios del mundo: NBR, New York, Boston, Chicago… Pero como bien saben David Fincher (La red social) o Paul Thomas Anderson (Pozos de ambición) ser los niños mimados de la prensa especializada no significa tener el Oscar en la mano. Sí, la jugada les salió a la perfección a Boal y Bigelow hace tres años con En tierra hostil, pero precisamente por haber ganado tan recientemente este año lo tienen casi imposible. Y eso que La noche más oscura (Zero Dark Thirty) es mejor película, más compleja y apasionante y revela al gran público algunos de los secretos de la operación gubernamental encubierta más importante de lo que va de siglo: la caza y captura de Bin Laden. Pero tras haberse desinflado en los Globos y los BAFTA y sin candidatura para Bigelow en dirección (algo que, sin embargo no parece ser un problema para Affleck y su más accesible Argo) se puede dar por satisfecha con la nominación.
Ganará: ArgoDebería ganar: Amor