Cada año podemos ver en televisión las mismas películas navideñas una y otra vez y, sin duda alguna, la más clásica es «¡Qué bello es vivir!» de Frank Capra. Una buena alternativa, aunque no tan magistral como la de la película de Capra, sería «La mujer del obispo» o lo que es lo mismo, la historia de un obispo anglicano demasiado ocupado como para hacer caso a su esposa e hija hasta que la llegada de un ángel se lo recuerda. La ironía es que el ángel es todo un seductor y lo ayudará «robándole» la mujer de manera sutil para que se de cuenta de lo que está perdiendo.
El resultado es una película bastante simple en sus planteamientos, reiterativa en los valores morales y navideños que intenta transmitir, y llena de secundarios ilustres como Elsa Lanchester o Gladys Cooper. Está claro que el intercambio de personajes benefició a Cary Grant, tan simpático y encantador como de costumbre, y perjudicó a un David Niven que se pasa el 90 por ciento de la película enfadado con un personaje de poca entidad entre sus manos. A pesar de sus fallos y de su esquematismo, Koster consigue planos de gran calidad en los que la profundidad de campo (la película tiene al que posiblemente fue el mejor director de fotografía de la historia de Hollywood, el ilustre Gregg Toland, creador de maravillas en películas como «Ciudadano Kane») hace que los elementos en segundo término adquieran una gran importancia con respecto a los que aparecen en el primero. Con unos decorados nevados y entrañables, «La mujer del obispo» es una película bonita para ver este mes de diciembre y para asombrarse ante uno de los argumentos más rocambolescos que uno pueda imaginar: un ángel enamorado de la mujer de un obispo…..Sin comentarios.
VALORACIÓN: *** 1/2


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