‘La mirada del amor’, el carisma de dos actores ante el vacío

Las secciones paralelas del Zinemaldia de este año arrancaban con, entre otras, La jaula de oro en Territorio Latinoamericano y La mirada del amor en Perlas. La primera es la enésima visión del drama migratorio de sudamérica a los Estados Unidos, mientras la segunda es un drama de pareja que pretende, en lontananza, repetir la fórmula de Vértigo, la mejor película de la historia del cine. Las comparaciones, como siempre, pasan factura.

20130920jaula_peqEl drama de Diego Quemada-Diez cuenta la historia de tres adolescentes que abandonan su aldea para cumplir el sueño de cruzar la frontera hacia los Estados Unidos e instalarse en Los Ángeles. Aunque a priori la historia no sea muy original, el punto de vista del director, que durante toda la cinta relega la situación del viaje al tono circunstancial, se centra en la relación de los chicos (dos chicos y una chica), con sus compañeros de viaje que van encontrándose en la aventura, así como entre ellos, y sus tensiones en plena pubertad.

Con una resolución devastadora, que borra de un plumazo la tierna (a ratos) aventura adolescente, La jaula de oro, tras su paso por Cannes, se perfila como un punto de vista optimista de un relato que a todas miras resulta decepcionante y desconcertante para sus protagonistas, una encomiable búsqueda del punto de vista amable en una historia oscura; y la firmeza de que aún con todos los elementos en contra, la naturaleza del hombre continúa su curso.

Por su parte, la propuesta que presenta en el Zinemaldia Annette Bening, presente en el certamen, es una decepcionante historia de dobles identidades y suplencias sentimentales en la que la actriz y Ed Harris, su compañero de reparto, intentan mantener a flota una historia que hace aguas desde su planteamiento: una mujer viuda se obsesiona con un desconocido que tiene un sorprendente parecido físico con su marido fallecido.

El planteamiento, que guarda una evidente relación con la obra maestra de Hitchcock, divaga a la deriva con una narración insegura, poco definida y sin personalidad que su pareja protagonista intenta (y consigue, a ratos) sostener por su magnetismo en pantalla. Más allá del dúo protagonista, lo que nos propone La mirada del amor ya lo hemos visto. Y mejor. Muchísimo mejor.