Los sueños están para cumplirlos en ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’

David Trueba ha regalado la película más hermosa de este Festival de San Sebastián y posiblemente de toda la producción española del año. Vivir es fácil con los ojos cerradoses una celebración de la vida y de los sueños, del aprendizaje y los maestros, de los errores que tanto enseñan, de la juventud pero también de la madurez y de los difusos límites entre ambas.

Vivir es fácil cuenta la historia de un empeño muy difícil: un profesor de colegio cuya máxima ilusión es colarse en un rodaje donde está trabajando John Lennon para pedirle que los discos de los Beatles incluyan la letra de las canciones para que sus alumnos se las puedan aprender. Camino de Almería, donde está filmando su ídolo, recoge a una joven embarazada de penalti y a un adolescente huido de su casa y de un padre tirano e intransigente.

La cinta, a caballo entre road movie, relato iniciático y comedia costumbrista, discurre con inmenso placer. Javier Cámara dota de ternura e inmensa verdad al solitario profesor idealista, al que intuimos un enorme corazón roto. Es emocionante y reconocible el viaje hacia su sueño, pero también profundamente conmovedora su mirada al mundo de los jóvenes, que están a su manera en otro viaje de ida.

Ojalá el jurado de este San Sebastián tenga la valentía de incorporar en los primeros puestos de su palmarés a una película tan aparentemente sencilla como esta, que sin pretender anunciar ninguna verdad revelada habla con profundidad y franqueza de la vida y de los sueños que la alientan.

20130924orsay_peqInteresante el volantazo en la carrera de Bertrand Tavernier que supone Quai d’Orsay, la película que ha presentado hoy a competición en el Festival de San Sebastián. La cinta es una afilada y divertidísma sátira política sobre un joven diplomático al que encargan elaborar los discursos del ministro de Asuntos Exteriores, para lo cual tiene que desmarañar todos los intríngulis de las altas esferas de la administración pública.

Como es fácil imaginar, la película está directamente emparentada con las producciones británicas que con grata frecuencia y brutal ironía se han asomado al mundo de la política desde la nominada Oscar In the Loop hasta la inolvidable teleserie Sí, señor ministro. Pero la cinta de Tavernier hábilmente traslada ese género a la Francia que en los últimos tiempos ha producido no pocas películas abruptamente políticas como De Nicolás a Sarkozy o, aunque sea de refilón, El capital, que el año pasado participó también en San Sebastián.

Aderezado con un par calculados rasgos de slapstick, el resultado final es brillante pese a no mantener en todo momento bajo control el ritmo de la narración.