San Sebastián ignora a Villeneuve para premiar ‘Pelo malo’

San Sebastián tiene muy mala suerte con sus jurados. Excepción hecha del razonable palmarés de la pasada edición en la que la Concha de Oro fue a parar a la película que le gustaba a todo el mundo –En la casa, de François Ozon–, este festival tiene una larga tradición de premios insólitos y, sobre todo, de oportunidades perdidas.

Recordábamos en la primera crónica de este año el desplante a El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella –ganadora unos meses más tarde del Oscar–, duele recordar el premio a Los pasos dobles mientras Terrence Howard se iba de vacío con The Deep Blue Sea y nadie olvida el fiasco de ignorar a Kore-eda con la sublime Still Walking.

Este año, el jurado de San Sebastián ha tenido una ocasión única, que ya hubieran querido para sí los otros grandes festivales: premiar al que probablemente termine siendo el director del año, Denis Villeneuve que, además de haber proyectado su inmensa Prisioneros, competía con la enigmática Enemy. Pero ni las gracias. Ni siquiera teniéndole alojado al otro lado del puente ayer mismo en su segunda visita a la ciudad en una semana. Parece como si cada vez que Donosti tiene oportunidad de reivindicar su posición entre los grandes certámenes cinematográficos del mundo, el jurado se pusiera de perfil.

Tampoco han tenido a bien hacer un hueco en el palmarés a la luminosa Vivir es fácil con los ojos cerrados, seguramente la película que mejor acogida ha tenido entre prensa y público de toda la sección oficial. Las razones por las cuales en los festivales se somete a este tipo de películas al más absoluto ostracismo es tan difícil de explicar como fácil de percibir.

Al final, la Concha de Oro ha ido para la cinta más olvidada. Desde luego, Pelo malo no es una película fallida como otras en competición pero tampoco había quedado en la memoria de nadie. De hecho, en la quiniela de la prensa elaborada por losExtras.es ni un solo periodista la había mencionado en ningún apartado. La cinta tiene un único interés: residir en el pelo rizado de su mulato protagonista adolescente la metáfora de una sociedad en la que para triunfar conviene ser blanco y de cabellera lacia. La cuestión se prolonga con la poco clara sexualidad del chaval, todavía descubriéndose a sí mismo. Pero muy poco más. Una cinta correcta y discreta que no tiene perfil para una Concha de Oro.

Aunque es fácil coincidir en lo oportuno de incluir a la mexicana Club Sandwich en el palmarés, quizá el premio al mejor director no sea el más acertado. Además de Villeneuve y Trueba, a nadie hubiera extrañado ver ahí el nombre de Manuel Martín Cuenca, Fernando Franco o Bertrand Tavernier. La Concha de Plata, en cambio, ha sido para Fernando Eimbcke por este valiente retrato tranquilo de las vacaciones de una madre y un hijo, en la que se libra la primera batalla por la libertad del vástago.

Nada que objetar, claro, al brillante esfuerzo de Marian Álvarez en La herida ni a su Concha de Plata. Era un premio indiscutible, por más que haya habido otros trabajos notables. Pero ocasiones sólo hay una: Marian Álvarez ha aprovechado la suya de la misma manera que el jurado de Todd Haynes ha desperdiciado la de San Sebastián. Menos emocionante es la Concha de Plata al mejor actor para Jim Broadbent, intérprete de inmenso talento pero que con su personaje en Le Week-End ha aguado la fiesta para Antonio de la Torre y Javier Cámara, que hacen sendos trabajos excepcionales de formas muy diferentes.

Caníbal, unos de los grandes títulos del cine español de este año, se ha tenido que conformar con el premio la mejor fotografía. Mejor suerte ha corrido La herida que, además de la Concha de Plata a la mejor actriz se ha hecho con un razonable Premio Especial del Jurado, en reconocimiento del riesgo de la propuesta, aunque el resultado no fuera tan brillante como nos hubiera gustado.

Consulta aquí el palmarés completo de San Sebastián 2013