Las calles del muy cinematográfico Barrio Latino de París son el escenario perfecto para Un hombre fiel, comedia francesa de Louis Garrel sobre un joven y atractivo periodista de televisión que se reencuentra con Marianne, la mujer que le abandonó por su mejor amigo y se ve inmerso en una lucha entre dos mujeres por quedarse con él. Con un nostálgico y claro eco de la nouvelle vague, Un hombre fiel es una eficaz (y breve) comedia tan francesa como los croissants, que a veces toma curiosos tintes de thriller y que gracias a la colaboración en el guión de Jean-Claude Carrière es menos ligera de lo que podría ser, aunque tampoco trasciende.
Garrel se aleja de la levedad gracias a su sentido del humor, a su capacidad para reírse de los estereotipos que sus partenaires femeninas y él mismo encarnan, con momentos hilarantes y algún giro surrealista, como la genial secuencia en la que el hijo de Marianne (de nueve años) le dice que su madre ha envenenado a su padre. Lo mejor, además del tono, es la acertada elección y dirección de los actores, con las dos mujeres (Laetitia Casta y Lily Rose Depp) dando una versión menos glamurosa pero más humana de la femme fatale.
Un hombre fiel es como un buen suflé, un capricho agradable en el que Garrel demuestra que con un planteamiento sencillo y sin pretensiones, un poco de jugueteo formal y sentido del humor puedes arreglar una tarde lluviosa de otoño.