El prolífico director japonés Kiyoshi Kurosawa llega a este SSIFF con una versión de una película propia de 1996 y del mismo título. Y aunque se trata de un remake intencionadamente idéntico del original, trasladado al francés, a las calles y alrededores de París y con actores en su mayoría franceses, parece que hay algo que se ha perdido en la traducción, pues nada intriga, nada parece funcionar, ni siquiera el tono, que a veces se piensa paródico.
Un periodista con ayuda de una doctora japonesa busca uno a uno a los culpables de la atroz muerte de su hija a los ocho años, a los que secuestran y torturan para que les cuenten lo que saben sobre el asesinato de la niña. Uno tras otro, van escalando la jerarquía de una enigmática sociedad llamada El Círculo, que trafica con niños o con órganos de niños. Y según van escalando, el círculo y las sospechas se van cerrando sobre sí mismos.
Ni la elección de los actores parece apropiada, sobre todo el protagonista Damien Bonnard, que daría igual que buscara venganza para su hija o que estuviera viendo la tele en el sofá de su casa. Los telegráficos diálogos resultan a veces incongruentes, a veces repetitivos, a veces redundantes. El montaje está lleno de saltos abruptos de una secuencia a otra (incluso dentro de la misma secuencia). Todo resulta tan torpe que daría por pensar que es intencionado. Solamente algún subrayado humorístico saca del hastío que produce todo.
(Y a la que firma, que ve una película de Kurosawa -Kiyoshi- por primera vez, esto le produce un desconcierto que se concreta en querer ver las películas que tanta fama le han creado.)