'Nevenka'

‘Soy Nevenka’: Nevenka vive, la lucha sigue

'Soy Nevenka'
Convencional
Bollaín pierde la ocasión de hacer la gran película sobre el acoso sexual
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Había mucha expectación por ver lo que había hecho Icíar Bollaín con el libro de Juan José Millás en el que relata el calvario de acoso sexual y laboral que sufrió la concejala del ayuntamiento de Ponferrada cuando solo contaba 26 años y que denunció en los tribunales en el año 2000, la primera causa por acoso en la que se juzgaba a un político en España. Y la película Soy Nevenka, que se presentó en la tercera jornada del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, dentro de la Sección Oficial a concurso, gustó mucho al público que abarrotó el Kursaal y que recibió con aplausos y emoción a la protagonista de los hechos, que presentó la película junto al equipo. Aunque la cinta es correcta, con buenas interpretaciones (entre las que destaca Urko Olazabal, que ya trabajó con Bollaín en Maixabel), es difícil ponerse en situación de criticarla, a todas vistas de que siguen siendo necesarias este tipo de películas combativas sobre este tema.

Nevenka Fernández entró en política casi por accidente una vez que hubo cursado sus estudios universitarios. Y enseguida el alcalde electo de Ponferrada, Ismael Álvarez, puso sus ojos en ella. Tras un periodo de conquista en el que la llena de atenciones que incluyen tanto regalos como poner en valor su posición en el nuevo equipo consistorial, Nevenka accede a tener una relación con él. Tras terminarla, por las dudas que le generaba, Álvarez comienza a acosarla sexual y laboralmente hasta que Nevenka desaparece destruida tanto a nivel mental como físico, y con ayuda de una política de la oposición en el ayuntamiento como de su amigo Lucas (de sus tiempos de universidad) sale adelante y busca consejo legal para poner una denuncia. Tras un juicio lleno de testimonios falsos y manifestaciones de apoyo al alcalde, Nevenka logra ganar.

‘Soy Nevenka’ es una exposición de estos hechos que no se queda en medias tintas, no nos ahorra nada de la terrible situación que vivió la joven Nevenka Fernández, interpretada por la joven Mireia Oriol. Con guion de la propia directora en colaboración con Isa Campo, la película es casi una dramatización, una crónica fría de los hechos, quizá porque la autora piensa que no hace falta más, que los hechos hablan por sí solos. No hay duda de que lo son y además este tipo de películas, sea del pelaje que sean, siguen siendo necesarias. No hay más que leer la entrevista que hace un par de fines de semana salió en el dominical de un importante diario, en cuya entradilla el autor se preguntaba si Nevenka es «una genial vendedora de historietas victimistas».  Por ejemplo, se siente la presencia amenazadora del cuerpo masculino, hay planos terroríficos de su cuerpo desnudo detrás de la joven. Pero el terror no llega a traspasar la pantalla. Se presiente un miedo a equivocarse, a dar un paso en falso, a olvidar detalles y el resultado es demasiado inane. O al menos todo lo inane que puede ser, dado el caso.