Alberto Iglesias acaba de dar el campanazo en los Goya. Su sigilosa partitura para Los abrazos rotos se ha hecho con el premio dejando en la cuneta a la lógica ganadora, Ágora de Dario Marinelli, y a la favorita Celda 211 de Roque Baños. Iglesias sigue siendo el único referente de la música de cine para la comunidad cinematográfica española y único premio para la película de Pedro Almodóvar.
Su pulso hermaniano e impoluto en Los abrazos rotos se ha impuesto a las otras candidatas: Ágora, de Dario Marianelli, Celda 211, de Roque Baños y El secreto de sus ojos, de Federico Jusid. La sorpresa ha sido mayúscula porque Iglesias no partía en prácticamente ninguna quiniela pese a haber ganado siete Goyas anteriormente por Volver, Hable con ella, Lucía y el sexo, Todo sobre mi madre, Los amantes del círculo polar, Tierra y La ardilla roja. Los abrazos rotos es su octava estatuilla. Su compromiso por extraer de las películas aquellas sensibilidades más reconditas del celuloide no es ajeno ya a la industria cinematográfica internacional. Candidato a dos Oscar por El jardinero fiel y Cometas en el cielo, Iglesias sigue demostrando que su música vuela por encima de las demás en nuestro cine.
Sin embargo, no es justo destacar la labor de Alberto Iglesias, premio nacional de cinematografía, sin mencionar el excelente momento que vive este sector en nuestros días. Debemos dar las gracias también a todos los músicos del cine español. España es el hogar de algunos de los mejores músicos para cine que existen hoy en día en todo el mundo. Aunque no se hayan proyectado internacionalmente tanto como Alberto Iglesias, muchas de las partituras escritas por compositores españoles están a un nivel de calidad muy alto; Javier Navarrete, un fauno con una discografía alucinante; Roque Baños, el hijo prodigo con una compostura melódica incuestionable; Ángel Illarramendi, un inteligente ratón de las sensibilidades humanas; Bingel Mendizábal, con su dulce personalidad estilística; Pascal Caigne, que este año se ha revelado por fin con Gordos y Castillos de cartón; el jovencísimo Pablo Cervantes, haciendo gala de su sinfónico temario.
Es una pena que los académicos hayan tenido que escoger a su habitual caballo ganador para no premiar a un foráneo como Dario Marianelli. Probablemente su no presencia en la ceremonia ya hacía presagiar el desacierto de la Academia española. Desde aquí pensábamos que lo harían premiando la flojísima Celda 211 de Roque Baños, probablemente el peor trabajo de su carrera. Sin embargo, el premio de Alberto Iglesias supone un honor mucho más medido y justificable. Los abrazos rotos es una de las mejores partituras del cine español en 2009. Quizás no la mejor, pero sí entre las mejores. Podeís leer la reseña de INTERMEZZO abajo:
> RESEÑA: Alberto Iglesias y la ley del sigilo.