TITANIC y yo: Diario de un fan

‘Titanic’, la eterna película que aparece en mi lista de favoritas, la que provoca caras de sorpresa y una incómoda pregunta: «Tú que ves películas de Fellini o de Bergman…¿Cómo puede gustarte ese pastelón lleno de golpes bajos?» Esa cuestionada película vuelve a los cines en 3D, buen momento para, alejados ya del fenómeno de masas que supuso, volverla a ver en pantalla grande sin ningún tipo de prejuicios, dejando todo lo accesorio fuera de la sala (léase los Oscar, el récord de taquilla hasta la llegada de ‘Avatar’ o el fenómeno fan en torno a Leonardo DiCaprio o la canción de Celine Dion). Buen momento también para que, una vez hecha la crítica (tan ingenua, baif e inexperta como pueda imaginarse) en este mismo blog hace ya 6 años, me centre en explicar a cualquier ser humano con un poco de tiempo y una buena dosis de paciencia, qué es lo que significó para mí este poema de amor adolescente con ribetes de cine de catástrofes y de acción. Y lo haré, como no podía ser menos, de forma cronológica. Ahí va:
-11 de Enero de 1998: Un joven adolescente con  la misma cara (un pelín más lozana) y el cuerpo que yo, se dirige, completamente solo, ese domingo por la tarde y dos días después de su estreno español, a ver ‘Titanic’. Cinéfilo desde hacía ya varios años, un programa de Radio Nacional el viernes por la noche, conducido (creo recordar) por Nieves Herrero, en el que definen la película como el ‘Lo que el viento se llevó de los 90’ me convence completamente. Soy fan de la historia de Escarlata O’Hara, y cualquier cinta que se acerque al magnun opus de Selznick se merece mi atención. No consigo que nadie quiera venir conmigo y, ni corta ni perezosa, me dirigo a los cines de la Plaza de Gracia de Granada para verla. Cuando salgo, estoy sobrecogido. El cine estaba lleno a rebosar, la chica de mi lado lloraba a moco tendido y no puedo dejar de pensar en que lo que he visto es algo más que una película, es una experiencia, una especie de viaje sensorial a otro tiempo y a otro mundo. Cuando llego a casa y mis padres ven ‘Espejo Público’ y Pedro Piqueras (su presentador por aquellos tiempos) recalca el estreno de ‘la película más cara de la historia del cine’ no puedo dejar de pensar en lo equivocados que están él y todos…la película es cara, sí,; es un gran espectáculo, pienso yo, pero sobre todo es una catársis emocional a la que ningún medio de comunicación puede hacer justicia centrándose en su presupuesto.
-Febrero de 1998: La película no deja de batir récords. Recuerdo la furia de Julia Otero (intelectual de pro, de las que ejercen de ello, aunque me caiga muy bien…) cada vez que anuncian las películas más taquilleras en España y ‘Titanic’ no se baja del número 1. Hasta Pedro Ruiz, que la prejuzgaba en su insoportable y ególatra programa de entrevistas, admite en un espacio de cine (el ‘Cartelera’ de TVE de la época) que la película sorprende para bien. Yo volví a verla, ya con mi hermana, una semana después. Y durante otra tarde de febrero (creo que era miércoles) no me resisto a la tentación de verla con otras amigas. Tres veces ya. En todo ese tiempo no dejo de escuchar la banda sonora que se ha convertido en mi regalo de cumpleaños (el 14 de febrero). Justo esa semana mi madre y yo hacemos ‘guardia’ en el hospital porque mi tía María tiene cáncer. Yo confío en que se cure, y no dejo de escuchar la música del film como antídoto al insoportable y feista letargo del hospital…Pero sí, mi tía muere el 22 de febrero y durante el entierro, además de recordar su figura, todos los primos nos preguntamos entre nosotros si hemos visto ya ‘Titanic’ y lo más importante…cuántas veces.
El 24 de marzo, cuando ‘Titanic’ ya se ha convertido oficialmente en la película más taquillera de la historia y no hay señal alguna de que abandone los cines, me levanto entusiasmado para saber cuántos Oscar se ha llevado. Mi hermana está ahí, a pie de cama, para fastidiarme: «11, dicen que los mismos que ‘Ben Hur’, me dice.
-14 de Octubre 1998: Tras pasar el verano en Canet de Mar (Barcelona) en donde las bromas en la playa se convierten en improvisadas parodias de ‘Titanic’ y haber escuchado cada publicidad que aventuraba la aparición de la película en VHS, me dirijo al Corte Inglés a comprarla el mismo día de su lanzamiento. Me obsequian con un libro sobre Leonardo DiCaprio que regalo a mi hermana. Demasiado infantiloide y vistoso el dichoso librito para mi gusto. La película la veo esa tarde junto a mis padres y aprovecho cada huída de mi familia (sábados por la mañana generalmente) para volver a verla cada semana. Llego a contar unos 25 sábados…Sigo igual de emocionado y me sé cada diálogo de memoria…
-1999-2001: Mis pasos me llevan a Málaga para estudiar la carrera de Comunicación Audiovisual. Me gusta demasiado el cine, en parte por culpa de ‘Titanic’, como para estudiar otra cosa. A pesar de todo, la nota no me da para esa titulación y acabo empezando historia. ¿Llegaremos al siglo XX? ¿Se estudiará la catástrofe del ‘Titanic’? «Ya estoy harto de tanta Prehistoria», me digo. Y, por supuesto, mi pelo acaba adoptando un corte ‘maceta’ a lo Nick Carter que no tiene otro fin que el de imitar a mi ídolo: el Jack Dawson encarnado por Leonardo DiCaprio. No importa cuánto tarde en secarse el pelo, lo que me cueste cortarlo o que mi madre me ponga cara de asesina cada vez que me lo ve en una de sus visitas desde Granada. Justo por esa época descubro que en Afganistán hay varias peluquerías que ofrecen, clandestinamente, un ‘peinado Jack Dawson’ a sus clientes con el miedo de que las autoridades descubran el ‘pastel’ y denuncien la influencia occidental.’Titanic’ llega a la televisión española el 28 de mayo de 2001 tras un mes de incansable publicidad por parte de Antena 3, que ha pagado unos 1300 millones de las antiguas pesetas por emitirla.
1 de Diciembre de 2005: ‘Titanic’ se ha convertido, en ocasiones, en una verguenza que ocultar…En páginas de Internet como IMDB se mofan de sus diálogos y la tachan de cursi, otorgándole una nota media de 6’9. No pierdo ocasión de defenderla. En esos momentos, ya sí, estoy estudiando Comunicación Audiovisual, y muchas tardes, ahogado por clases que me aburren, me quedo en casa para ver películas de Visconti, Antonioni o John Ford. No puedo resistirme a la edición especial en DVD de la película de James Cameron, Durante todo el verano de 2005 he seguido las noticias sobre su estreno, un estreno que los fans de la película llevamos esperando años. ¡Por fín extras! ¡Por fín documentales y escenas eliminadas! Aunque sea sin la participación de Leonardo DiCaprio (la peluquera ya había convertido, para entonces, mi viejo ‘peinado maceta’ en un ‘pelo pincho’ más convencional pero más acorde con la primera década del siglo XXI) El 1 de Diciembre, día en el que tengo que hacer un trabajo universitario en grupo  (siento confesarlo al cabo de los años, compañeros) me quedo en casa con la falsa excusa de ir al médico y, una vez comprado el DVD, disfruto, atrincherado en mi cuarto y durante horas y horas, de todos los extras.
Enero de 2008: Justo antes de empezar mis prácticas profesionales en Canal Sur Radio, descubro con sorpresa que los amigos del programa de la Ser ‘Lo que yo te diga’ han calcado mi artículo sobre los 10 años de ‘Titanic’. ‘Titanic: 10 años de un hito’ aparece en su foro con la firma de un tal Coronado. Tras la intervención de una ex profesora de mi facultad (con un apellido lleno de la claridad que no mostró en este asunto) quitan el artículo de la web. Tras unos días, vuelven a subirlo y yo, con un cabreo más grande que el propio barco, escribo una carta de reclamación a Google que acaba con el artículo (del que afortunadamente guardo capturas que veréis más abajo) borrado de este blog. Aún permanece en su página y aún sigo peleado con aquella profesora que prefirió defender  a su compi de la Ser antes que a mí (lo cual ya indica su catadura moral…)
5 de Abril de 2012: He esperado durante años un reestreno de la película. Me he callado, también durante años y con determinadas personas dispuestas a prejuzgar, la convivencia, en el rincón oculto de mis gustos personales,  de ‘Titanic’, ese trasatlántico que aloja a dos adolescentes enamorados, con Godard, Ford o Capra. Acabo de estrenar un nuevo proyecto, ‘CineRing’, con un amigo hablando, precisamente, de ‘Titanic’. Para mí es como un talismán para comenzar lo que sea (siempre que no haya plagios de por medio, claro)
El 5 de abril, estoy en Granada de vacaciones con un inesperado resfriado que me deja KO, pero no puedo evitarlo. Nadie quiere o puede venir conmigo y me vuelvo a dirigir yo solito, sin más compañía que mis mocos, al cine Neptuno para ver ‘Titanic’ en 3D. Huelga decir que he seguido la evolución de la esperada reconversión a las tres dimensiones durante años. Me siento en la sala. Ya no hay tanta gente como hace 14 años, pero nuevamente me dejo arrastrar por la historia, dejando todo atisbo de ‘fenómeno sociológico’ en la puerta. Y me emociono…y no solo yo. La señora de al lado y su hija se secan las lágrimas para cuando la canción de Celine Dion nos invita a marcharnos…También lo hace el chico de detrás. Yo no dejo de pensar una vez fuera del cine; no dejo de hacerme preguntas: ¿cómo ha sido mi vida en estos catorce años y pico desde que vi la película? ¿Tuve un amor como el de Jack y Rose? ¿Alguien me salvó de algunas ‘quemas’ por las que ha pasado mi vida en este tiempo? ¿Tuve que sobrevivir a muchos naufragios personales como la Rose que contempla la estatua de la libertad como símbolo de su desencadenamiento personal y social? ?¿Acerté en el camino elegido? ¿Cuánto queda en mí de aquel niño que vio ‘Titanic’? Mucho me temo que esas preguntas no debo contestarlas aquí. El corazón de un periodista también es un profundo océano de secretos.