En la historia de los Oscars es muy raro que suceda algo que, según la lógica, debería ser lo habitual: que los cinco nominados a mejor director coincidan con los cinco nominados a la mejor película. En los últimos veinte años, sólo ha ocurrido en una ocasión, hace tres años, en los premios del 2005 cuando competían Brokeback mountain, Capote, Munich, Buenas noches y buena suerte y… Crash. Este año, el caso excepcional vuelve a repetirse.
Stephen Daldry por The Reader (El lector)
Se podría decir que Daldry es un tipo con suerte. Tres largometrajes en su haber (Billy Elliot, Las horas y ésta que nos ocupa, El lector) y tres nominaciones al Oscar por cada una de ellas. Aunque también se podría decir que Daldry es un artesano que se merece todos y cada uno de los reconocimientos que recibe. Procedente del mundo del teatro inglés y tras su no más que correcto debut en el cine, Daldry, auspiciado por el productor Scott Rudin, empezó a especializarse en versiones cinematográficas de novelas que no son fáciles para el gran público. Tras la adaptación del libro de Michael Cunningham en el 2002, ha tardado 6 años en levantar este proyecto y nos brinda un relato áspero, en el que cuesta entrar pero que encierra una bella historia sobre la aceptación de la responsabilidad y que logra emocionarnos como pocos títulos lo han hecho este año. Si alguien puede dar la sorpresa el domingo, es él.
David Fincher por El curioso caso de Benjamin Button
Ron Howard por El desafío (Frost contra Nixon)
Ironías de la vida, de los premios y del timing, el en bastantes ocasiones justamente vilipendiado director norteamericano, responsable de títulos tan variados como Dulce hogar… a veces, Willow, Llamaradas o Rescate debería haber dirigido esta película en el 2001 cuando ganó de forma inmerecida por Una mente maravillosa. Y ahora, nominado por su mejor film hasta la fecha, tiene todas las papeletas para irse a casa de vacío. Amparado por un guión excelente y unas interpretaciones magníficas era difícil hacerlo mal, pero es que además Howard consigue imprimir a este duelo histórico un ritmo y una tensión encomiables. Las escenas de la grabación televisiva y de la llamada telefónica en el último tercio del film pasarán a la historia del cine como ejemplos modélicos de realización. Por desgracia la campaña de la Universal no ha alcanzado el poder mediático de sus competidoras. Sólo esperamos que este Howard no sea un espejismo y nos vuelva a sorprender tan positivamente dentro de poco.
Gus Van Sant por Mi nombre es Harvey Milk
Danny Boyle por Slumdog Millionaire
Y por último el fantasma del grupo. El vendedor de aire. El hombre que no debía estar allí. Y que se ha metido a todos en el bolsillo. De Boyle siempre se ha dicho que es un narrador correcto (28 días después), notable en ocasiones (Trainspotting), con buen sentido del ritmo y de la puesta en escena, pero que no sabe cerrar sus películas. No es éste precisamente el problema de Slumdog Millionaire. En este caso hay un problema de base, de enfoque de la historia, de falta de verdad, de oportunismo. Su acercamiento a la cultura hindú es en exceso efectista y de imperialista inglés. Para colmo, concede el crédito de co-directora a Loveleen Tandon, pero se lleva él solo todos los parabienes que el film le está reportando. A estas alturas ya nadie duda que vaya a ganar, pero en la historia de los Oscars este hecho se recordará como uno de los grandes errores de la Academia, como los premios a Crash como Mejor película o a Roberto Benigni como Mejor actor. Tiempo al tiempo.
Quien debería ganar: Stephen Daldry por The Reader (El lector)
Tu quiniela: