Podemos afirmar sin ninguna reserva que el 2008 ha sido un año excelente en lo que a cine se refiere. Y la categoría de guión adaptado es una perfecta muestra donde podemos encontrar tres obras maestras y un guión muy solvente. Inexplicablemente se ha colado uno de los peores guiones del año y, por desgracia, tiene todas las papeletas para ganar. Cosas de las modas.
Por otra parte, cabe destacar la influencia teatral en las nominaciones de este año. Tres de los candidatos están curtidos en las tablas de los escenarios londinenses y neoyorquinos y dos de ellos están nominados por adaptaciones de sus propias obras. Finalmente, podemos añadir que todos los textos de base, salvo uno, son creaciones recientes. El cine ya no necesita mirar tanto a la literatura antigua para conseguir historias tan fascinantes como éstas.
El curioso caso de Benjamin Button Eric Roth, con historia de Eric Roth y Robin Swicord
A la hora de abordar la adaptación del relato corto de Scott Fitzgerald de 1921, Eric Roth (que ya ganó el Oscar por Forrest Gump y fue nominado por Munich y El dilema) y Robin Swicord (autora del libreto de Memorias de una geisha) decidieron tomar únicamente la idea base del relato e inventar un desarrollo completamente distinto, incluso enmarcar la historia en una época diferente. A pesar de sufrir durante la primera mitad de una falta de ritmo (y es esta la parte que quizá tiene más similitudes con la película de Zemeckis antes mencionada), la película despega al centrarse en la relación de Benjamín y Daisy y enfocarse en la trama que verdaderamente interesa: el amor y la pérdida bajo unas circunstancias especiales. Es éste un guión notable, pero no redondo, que se ve empequeñecido frente a la categoría de la mayor parte de sus competidores.
John Patrick Shanley probó las mieles del éxito ganando el Oscar al mejor guión original en 1987 por Hechizo de luna y, tras su desconcertante debut en la dirección Joe contra el volcán, quitando los olvidables guiones para Frank Marshall de Viven y Congo, volvió a refugiarse en el teatro. En el 2004 escribe Doubt: A parable por la que gana el Tony y el Pulitzer, de modo que el espabilado de Scott Rudin le ofrece adaptarla al cine con un reparto inmejorable. En boca de Streep, Hoffman, Adams y Davis sus diálogos cargados de intención, sus réplicas, sus arrebatos, sus susurros nos saben a cine de verdad. Un auténtico deleite que parte con pocas posibilidades debido a la ausencia de la película en categorías más importantes.
Peter Morgan confirma su estatus de revelación de la escena británica tras sus guiones para El último rey de Escocia y su nominación por The Queen (La reina) (por el que sí ganó el Globo de Oro). Durante ese 2006 que tantos premios le reportó llevó a los escenarios su obra Frost/Nixon con los mismos intérpretes que dos años más tarde protagonizarían la adaptación al cine, siendo nominada a los Tony y proporcionando a Langella el premio al mejor actor. Con la ligera desventaja de que narra unos eventos que pueden resultar poco relevantes a los que no sean estadounidenses, aquellos que sean capaces de dejarse llevar por la historia hallarán un relato apasionante sobre el poder y los medios de comunicación, basado en un tête à tête de altura y con un ritmo in crescendo realmente de manual. Una pieza de orfebrería que merece todos los halagos que ha recibido.
Considerada por muchos como la responsable de que El caballero oscuro no tenga representación en las categorías más importantes y, por ello, injustamente menospreciada, se basa en un libreto de David Hare (ya nominado en el 2002 por la anterior película de Stephen Daldry, Las horas) que adapta la novela de 1995 del alemán Bernhard Schlink. Hare, otro inglés curtido en el mundo teatral londinense, imprime una enorme carga de sentimiento (que no sentimentalismo) a un texto tremendamente difícil que aborda temas como la culpa, la responsabilidad e influencia para con los demás y la redención. Se trata de cine adulto, con múltiples lecturas, que con seguridad gana tras cada visionado. Algo a lo que la secuela de Batman, aunque sea muy notable, no puede aspirar ni en sueños.
Simon Beaufoy ha debido caerle en gracia a la Academia. Si no, no se explica que sus dos guiones más conocidos, el que nos ocupa y el de Full Monty consiguiesen ser nominados. O quizá es que simplemente se trata de un oportunista que cree estar dándole al público lo que pide (y que desgraciadamente el público refrenda). De cualquier forma, su libreto basado en la novela de Vikas Swarup, Q & A, primera obra del autor que data del 2005, coge una muy estimulante idea de base y la desarrolla de la peor forma posible, conformando una historia llena de clichés, un híbrido de géneros preciosista que no se sostiene por ningún lado. Es una verdadera lástima que, en un año en el que hemos visto tanto talento, se vaya a premiar precisamente a quien carece de él.
Quién ganará: Slumdog Millionaire
Quién debería ganar: El desafío (Frost contra Nixon)