The american - Poster

CRÍTICA: ‘El americano’, gran ‘western’ moderno

The americanUn forastero en un hermoso pueblo recóndito. Una mujer enigmática y peligrosa. Un cura que oculta un secreto. Una puta que busca el amor verdadero. Un último trabajo. El americano, segunda cinta del realizador holandés Anton Corbijn (fotógrafo en sus inicios, curtido más tarde en el mundo del videoclip), utiliza el esqueleto de un western de los de toda la vida para armar un relato que no es nada novedoso en su fondo, pero que resulta sumamente estimulante en su forma: pausado, con una gran atención hacia los detalles, poético, con ecos de un cine clásico e imperecedero como hacía mucho tiempo que no veíamos en una pantalla, y con un contenido y excelente George Clooney.

La película comienza con Jack (¿o es Edward?) disfrutando de compañía femenina en una cabaña perdida en las montañas nevadas. Aunque su paz le durará poco; unos asaltantes armados intentan acabar con su vida, pero con frialdad y muchas tablas consigue deshacerse de ellos. Llama a su contacto, Pavel, quien le consigue vehículo y medios para esconderse durante un tiempo en Italia, concretamente en el pequeño pueblo de Castel de Monte en la región de los Abruzos.

Durante los primeros veinte minutos de película escuchamos tan sólo un puñado de frases. No necesitamos introducciones explicatorias ni personajes que nos describan quienes son ni de dónde vienen. Con unos cuantos gestos medidos y miradas significativas podemos conocer todo lo que necesitamos saber de nuestro protagonista. Por una vez parece que no están tomando a los espectadores por idiotas. Corbijn, basándose en la novela Un caballero muy reservado, de Martin Booth, y apoyándose en el guionista Rowan Joffe (hijo del realizador Roland Joffe y autor del libreto de 28 semanas después) para realizar una serie de cambios que hicieran encajar a su estrella protagonista y poder conseguir el tono que quiere transmitir (el libro nos presenta a un excéntrico británico que en la película se convierte en un austero americano), nos plantea una pregunta eterna: ¿Puede un hombre escapar de su pasado?

20100917american2Tres años después de triunfar en Cannes con su debut Control, biografía de Ian Curtis, el cantante del grupo Joy Division, Corbijn cambia completamente de registro y, con un ojo puesto en los clásicos, de Ford a Frankenheimer, pasando por el Coppola de La conversación, hace uso de todos los elementos que identifican al género estadounidense por antonomasia, adaptándolos a nuestros tiempos. Nuestro protagonista, de moral dudosa, ha llegado a un punto sin retorno. La necesidad de un cambio, de un borrón y cuenta nueva, de una metamorfosis (no en vano las mariposas son un elemento muy significativo a lo largo del metraje), martillean constantemente a un hombre que, a pesar de ser un profesional excelente en su trabajo, vive en un eterno estado de miedo, alerta y culpa.

Cualquier lector podrá pensar, a tenor de los párrafos anteriores, que El americano no tiene nada nuevo que ofrecer y que se trata de una historia mil veces vista ya en la gran pantalla. Pero el total es siempre la suma de las partes y, en este caso, todas las piezas que conforman el film rozan el sobresaliente, logrando un título que deja poso de cine adulto y madurado. Acompañando a un George Clooney en la cúspide de su carrera, sosegado, duro pero real, encontramos a un desconocido reparto de caras europeas, en el que destaca la labor de la holandesa Thekla Reuten, en un rol tremendamente enigmático y sugerente que bien merecería una nominación como mejor actriz secundaria.

Corbijn, procedente del mundo de la fotografía profesional, vuelve a contar por segunda vez con el operador Martin Ruhe, que consigue extraer auténticas postales en movimiento del fascinante paisaje de los Abruzos italianos. Sus juegos con los claroscuros en las escenas nocturnas y de interiores y con la profundidad de campo también proporcionan texturas muy interesantes y opresivas en ocasiones, haciendo un uso magnífico del formato panorámico. El montaje de Andrew Hulme (El caso Slevin) también sirve de herramienta para el tempo que Corbijn quiere imprimir a la película, tomándose su tiempo y haciendo énfasis en los detalles necesarios.

Porque El americano es una película a la que no le sobra nada. El ajustado y escueto guión de Joffe y la cuidada y clásica dirección de Corbijn nos devuelven a los amantes del cine esa sensación de estar presenciando una obra que no tiene fecha de caducidad. Que cincuenta años más tarde todavía se podrá disfrutar, como aún disfrutamos hoy de títulos como Sólo ante el peligro o El mensajero del miedo. Que aunque parezca cine de ayer es, en el fondo, cine de siempre.