Mañana llega a los cines españoles la primera película rodada en inglés por el sueco Tomas Alfredson (Déjame entrar), la adaptación de la novela de John Le Carré, El topo, una absorbente cinta de espionaje ambientada en pleno apogeo de la Guerra Fría y que cuenta con uno de los mejores repartos del año, encabezado por un contenido y excepcional Gary Oldman.
A pesar de que a finales de los 70 John Irvin ya dirigió una excelente miniserie basada en el libro de Le Carré, protagonizada en esa ocasión por otro monstruo de la pantalla como fue Alec Guiness, el propio autor dio el visto bueno (y participa como productor) para llevar a cabo una nueva adaptación, esta vez para la gran pantalla. El guionista Peter Straughan (La deuda) acompañado de la recientemente fallecida el año pasado Bridget O’Connor tuvieron que comprimir en poco más de dos horas toda la trama de la quinta novela del autor protagonizada por el personaje de George Smiley y el resultado es, a todas luces, magnífico.
Poco se debe saber de la trama de El topo si se quiere disfrutar al máximo. Baste con saber que Smiley (Oldman), ex-agente del MI6 británico, debe desenmascarar a un traidor vendido a los rusos entre sus antiguos compañeros, ayudado por el joven Peter Guillam (un Benedict Cumberbatch dando un paso más en su ascenso al estrellato). Los principales sospechosos tienen los nombres en clave de Tinker (Calderero), Tailor (Sastre), Soldier (Soldado) y Spy (Espía) y están encarnados por actorazos del calibre de Toby Jones (Historia de un crimen), Colin Firth (flamante ganador del Oscar por El discurso del rey), Ciarán Hinds (de la serie de televisión Roma) y el sueco David Dencik, todo un descubrimiento.
Es bastante triste que una película con un pulso tan férreo como ésta y con unas interpretaciones y factura técnica de primer nivel haya quedado olvidada en la carrera de los Oscar. Aunque fuese en la categoría de mejor actor de reparto, bastante floja este año, debería ser considerada con más de una nominación porque, aparte de los ya mencionados, también aparecen grandes actores británicos como Mark Strong, John Hurt o Tom Hardy, todos ellos con su pequeño momento de gloria.
Mención aparte merece la extraordinaria fotografía del suizo Hoyte Van Hoytema, que ya trabajó con Alfredson en Déjame entrar y que está comenzando a labrarse una carrera en Hollywood (suya es también la fotografía de The Fighter). Sus interiores oscuros y opresivos enmarcan perfectamente la historia que nos están contando, y los exteriores de ciudades como Budapest o Estambul lucen en todo su esplendor. La recreación de los 50 y los 60 por parte de Maria Djurkovic (Las horas, Billy Elliot) es igualmente magnífica y la sutil pero realmente sugerente música de Alberto Iglesias merece todas las alabanzas del mundo.
El topo es una película sobresaliente, con un guión poliédrico que invita a más de un visionado y que no decepcionará en absoluto a los amantes del cine en general y a los del género de espías en particular.