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‘Happy Feet 2’ mantiene el ritmo de su antecesora


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“Tengo que dejar de ver tantas películas para niños”
, me comentaba casi confesándose una joven hace un par de días ante la posibilidad de acudir al estreno de ‘Happy Feet 2’. Y es que nos guste o no, aun hay mucho prejuicio entre el público que tiende a asociar los conceptos “cine de animación” con “película para niños”. Por suerte, contamos con películas como esta (y podríamos decir lo mismo de su primera parte) que llegan para demostrarnos que el cine de animación, incluso aquel dirigido para entretener a los más jóvenes, en innumerables ocasiones está cargado de contenido con el que disfrutarán pequeños y grandes.
Mumble, el joven pingüino maestro del baile que no sabía cantar y cuyas aventuras disfrutamos en la primera parte, tiene ahora un problema con su paticorto hijo Erik, pues este no se atreve a bailar. Erik, cansado de ser objeto de burla, decide huir con dos jóvenes amigos en busca de aventuras y un hogar donde sentirse más aceptado. Sin embargo, el problema llegará cuando Mumble trate de reunir de nuevo a su hijo con su familia y el desprendimiento de un iceberg provoque que todos los pingüinos emperador queden atrapados y sentenciados a morir de hambre.
Aunque con algunos fallos, las virtudes de esta cinta no son pocas. En primer lugar, mantiene esa esencia que hizo tan especial a su primera parte: grandes y vistosos números musicales y una estética que te introduce de lleno en el polo. Esta estética tan conseguida está apoyada en un trabajo de animación sobresaliente, dotando en todo momento de extremo realismo a todos los personajes que aparecen en pantalla.     
Estos personajes, por cierto, mantienen casi intacta su carismática personalidad, y se ven acompañados de algunos nuevos secundarios muy correctos (como, por ejemplo, una pareja desternillante de Krill aventureros) y de otros no tan acertados como ese misterioso pingüino que puede volar, un personaje muy desaprovechado que pasa sin pena ni gloria por la película.
Otro de los grandes alicientes que ofrece ‘Happy Feet 2’ es esta doble lectura ya comentada. Por un lado, tenemos la divertida (en casi todo momento) aventura de Mumble, Erik y sus nuevos compañeros para salvar a sus amigos. Por el otro, tenemos una carga de crítica social y medioambiental que no podemos pasar por alto. En numerosas ocasiones podemos asistir a escenas donde la hierba se va abriendo camino sobre el hielo, desprendimientos provocados por el deshielo de los polos o especies de animales al borde de la extinción. Probablemente los más jóvenes no sean conscientes de muchas de estas referencias, pero como ya he comentado no deja de ser un aliciente más para arrastrar a un público más adulto a las salas. Claro que, teniendo en cuenta que este tipo de producciones suelen ser promocionadas para un público infantil, no debe sorprendernos que este fin de semana los cines se llenen de adultos que únicamente asisten a la proyección para acompañar a los más jóvenes de la familia. Con un poco de suerte, se llevarán una grata sorpresa.
En cuanto a los peros de este film, probablemente su mayor defecto es la comparación con su antecesora. Aunque mantiene su esencia, evidentemente pierde el factor sorpresa de ese fascinante mundo ártico en el que ya nos habían introducido hace cinco años. Además, la película tiene un inicio un tanto inestable, en el que el espectador puede llegar a desconectar y perder el interés por momentos.
No me cabe duda, en cualquier caso, de que todos aquellos que recuerdan con entusiasmo ‘Happy Feet’ se verán ampliamente satisfechos con esta más que digna segunda parte.
Happy Feet 2‘ llega a las salas españolas este viernes 2 de diciembre.

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