CRÍTICA: 'Los amantes pasajeros', el descanso del guerrero

‘Los amantes pasajeros’, el descanso del guerrero

Existe en Hollywood un género cinematográfico no declarado oficialmente que dota a los equipos de producción de lo necesario para poder desconectar del mundanal ruido, irse de viaje depurativo profesional, desbarrar con mesura hasta el amanecer y, además, sacar una película adelante. Esta deliciosa frivolidad está perfectamente justificada únicamente si el resultado merece ese obsceno descontrol, y, aunque a medio gas, Pedro Almodóvar ha sabido relajar el tormento y canalizar el éxtasis para firmar Los amantes pasajeros, una desenfrenada comedia que, no contento con distraer el intelecto, alimenta la reflexión sutil con sus tramas, consiguiendo un entretenimiento sin pretensiones, distendido y que arranca sonrisas. Muy probablemente lo que el manchego pretendía, ni más, ni menos.

Almodóvar confirma con este nuevo trabajo su nueva línea de autoría en la que la extrema luminosidad fotografía historias alejadas de la realidad actual, como una especie de ‘comedia de oídas’ en la que el director utiliza autorreferencias basadas en sus primeros trabajos cómicos combinados con algunas conexiones con la actualidad y la realidad, siempre en base a las noticias y los escándalos de la prensa. Nunca una historia personal se muestra excesivamente fiel a una realidad meridiana, lo que convierte, de repente, a Almodóvar, en un autor ensoñado, onírico, que se siente mucho más cómodo dando un punto de irrealidad metafórica a las historias que cuenta, queriendo dar deliberadamente esquinazo a la cruda verdad que recorre las calles sin llegar a oponerla directamente.

Todo este torrente de deliberado y recanalizado talento viene de la mano de unos actores que, como ya viene siendo costumbre en sus trabajos, caminan de la mano, cómplices de uno de los directores más importantes de la cinematografía actual y que, a cambio, el director filma con delicada elegancia, sacando lo mejor de ellos mismos. Doce talentos sin parangón que tienen su cénit climático en esa fuerza de la naturaleza compuesta maravilloso trío protagonista encarnado por Javier Cámara, Carlos Areces y un inconmensurable Raúl Arévalo. Y son solo un pequeño apunte de todo lo que tiene que dar el extensísimo elenco de actores. Un toma y daca interpretativo y autoral que saca lo mejor de cada uno en pos de una película que ha supuesto, de seguro, para todo el equipo, sin excepción, delante y detrás de las cámaras, una auténtica fiesta, unas vacaciones de sí mismos, y una manera de enfrentarse a la realidad mucho más recomendable, y por qué no, adecuada, que el rutinario día a día.

Pero como ya se ha apuntado, no todo es alegre fantasía nihilista: en este avión, España se retrata tras el velo de la extrema petardez en unos personajes que se preocupan por la corrupción, el papel de la monarquía y otros temas que, a la larga, y desde que terminara el guión, han ido únicamente confirmando los argumentos que el director y guionista esgrime en su texto. Almodóvar profético. Una catarsis colectiva de unos personajes que representan, en las alturas, una realidad metafórica de la España que sobrevuela la meseta de la realidad actual en busca de una forma de aterrizaje forzosamente forzoso con los menores daños posibles. Una historia que, como el manchego se ha encargado de airear a diestro y siniestro, solo pretende arrancar sonrisas en tiempos de lágrimas, animar el espíritu cuando el espíritu tiene billete en el último tren hacia la costa.

Por todo eso, y porque hay que entender cada cinta en su contexto, Los amantes pasajeros se convierte por méritos propios en una personalísima regresión a los inicios de Almodóvar en el cine que, como entonces, utiliza los mecanismos de la comedia para contar una historia delicadamente mamarracha, con puntos transgresores y que critica al establishment actual desde la libertad creativa más absoluta. Un vuelo de relax y desenfreno de un grupo de reputados profesionales que han desconectado del mundanal ruido, se han ido de viaje depurativo profesional y han desbarrado con mesura hasta el amanecer. Y ésta es su película. Disfrútenla.

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