Tan fuerte, tan cerca

‘Tan fuerte, tan cerca’, píldoras de optimismo en un mundo sin rumbo

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El último trabajo del siempre sutil Stephen Daldry llega a España tras una sorprendente y breve carrera a los premios, que le brindó tres nominaciones a los Oscar con las que nadie (probablemente ni siquiera él mismo) contaba, y una estela de críticas divididas diametralmente, que posicionan su última cinta en ambos extremos cualitativos según el autor.

Tan fuerte, tan cerca es ya, desde su génesis primigenia, material más que inflamable: Jonathan Safran Foer uno de los mayores y mejores exponentes de la literatura contemporánea, autor de la también excelente Todo está iluminado, es el autor original de la novela en la que se basa la película y que, siguiendo su estilo, supone una novela atrevida y delicada, que toca temas espinosos con un respeto solemne sobre la América pos-11S más inmediata a la fecha de los atentados.

Para los que no estén familiarizados con la historia, la novela y la película, cuentan la historia de Oskar Schell un ingeniosos niño de once años que, tras descubrir una misteriosa llave entre los objetos personales de su difunto padre, decide remover cielo y tierra para dar con la cerradura en la que encaje. Un año después de que su padre muriera en el World Trade Center, el día que Oskar llama «El día fatídico», decide mantenerse unido al recuerdo del hombre que un día le enseñó a través de los juegos a enfrentarse a sus peores temores.

Cuando Oskar recorre los cinco distritos de Nueva York en busca de la cerradura perdida, conoce a un montón de personas diferentes, supervivientes a su manera, que le hacen descubrir cosas sobre el padre al que extraña, la madre de la que se siente tan distanciado y el ajetreado, peligroso y confuso mundo que le rodea.

Con un material como éste, a priori no es descabellado pensar que Daldry haya podido dar su primer patinazo fílmico. También es lógico pensar que el director pueda llegar a firmar el que sea su mejor trabajo. Una vez terminado el visionado, llegará el momento de decidir. No es una película perfecta, en eso pueden ponerse de acuerdo las partes, pero tampoco es una historia fácil de abordar en imágenes, hay que tenerlo en cuenta.
Tan fuerte, tan cerca
Lo que en una novela es fácil de matizar por no tener las limitaciones y diferencias de espacio y lenguaje que supone el traslado a imágenes, en una película, en ésta, se debe arriesgar y empatizar con los elementos con los que se cuenta, corriendo el riesgo de tener que pedir al espectador que ponga algo más de su parte de lo necesario normalmente. Justo lo que ocurre aquí, que la empatía emocional con los personajes resulta complicada a no ser que su experiencia toque especialmente la fibra de según qué espectador.

Siendo conscientes de sus ventajas y sus inconvenientes de partida, el resultado de Tan fuerte, tan cerca supone, en medio de una historia de superación personal de un pobre niño huérfano, un canto de positividad y una llamada de atención a las mentes y las morales amuermadas de todo un país que, tras el 11 de Septiembre de 2011, viven estancadas en un estilo de vida que les ha convertido en autómatas atemorizados del exterior.

Oskar ha perdido a su padre igual que Nueva York (y por ende, América) perdió uno de sus mayores símbolos de poder, sí, pero por mucho que se empeñen en sumirse en un luto eterno, debe llegar el momento en el que aprender de los acontecimientos pasados y resurgir cual Ave Fénix de las cenizas de la impotencia, de la tristeza y del pesar. Porque la verdadera lección que su padre inculcó a Oskar es la de forzarle a aprender a vivir sin él, igual que Tan fuerte, tan cerca quiere, y debe, animar a toda una sociedad a aprender a vivir sin sus antiguos referentes, y obligarse a escoger unos nuevos.

Más allá de la significación, metafórica o no, de la historia, los elementos que la componen dan lo mejor de sí: Sandra Bullock y Tom Hanks cumplen con creces su papel de padres ejemplares y preocupados por un Thomas Horn que, a pesar de lo cargante y desquiciado de su personaje, consigue transmitir una ternura y una simpatía que entroncan directamente, y en su máxima expresión con el personaje de Max Von Sydow, un pequeño regalo por el que el veterano actor consiguió una nominación al Oscar como mejor actor secundario, en dura pugna con Chritopher Plummer, que fue el que finalmente se alzó ganador.

En definitiva, y muy a pesar de la calidad de la historia original, la adaptación fílmica de Tan fuerte, tan cerca, resulta un hueso duro de roer para aquel espectador que no tenga algún nexo de unión emocional, por pequeño que sea, con esta historia, y un plato de buen drama para el espectador asiduo a estas historias, lo complicado es congeniar entre uno y otro. Pero el verdadero sentido de esta historia es el de catalizador del resurgir americano, la toma de conciencia social de que la vida sigue, y de que hay que aprender del pasado, para no volver a repetirlo, pero sobretodo, para poder disfrutar mejor el presente con esos conocimientos.