APOCALYPTO (2006): El fin de una civilización al estilo Mel Gibson

Cuando aparecieron las primeras noticias sobre la nueva película de Gibson tras el clamoroso éxito de «La Pasión de Cristo» las risas se esparcieron por doquier. Gibson quería hacer una película hablada en maya sobre el fin de esta civilización y la cínica respuesta de sus detractores fue la de la burla. Cierto es que el personaje de Mel Gibson tiene todas las papeletas para caer mal: ultraconservador, polémico en sus nada sutiles declaraciones y símbolo de la estrella endiosada del cine palomitero de Hollywood. Pero cierto es también que como director sabe narrar con la imagen como si se tratase de uno de los pioneros del séptimo arte, con una pericia técnica que jamás puede ponerse en duda.

«Apocalypto» es más una película de acción que un retrato histórico y, sin embargo, se pueden establecer muchos paralelismos con la política actual y sacar muchas conclusiones acerca de las opiniones de Gibson al respecto. El protagonista de la historia vuelve a ser un mártir heróico de unos tiempos convulsos y de la violencia sádica al igual que lo eran William Wallace en «Braveheart» (1995) o el mismísimo Jesucristo en «La Pasión de Cristo». Este héroe vive en plena selva en el siglo XV y todo allí parece sacado del Edén: los habitantes cazan y viven felices junto a sus mujeres, crecen y bailan en libertad, oyen las profecías del anciano sacerdote o se burlan de la falta de práctica sexual de uno de sus hombres. Todo cambia cuando son invadidos por una cultura maya superior que los captura como esclavos y sacrificio humano para el dios de una pirámide. Sin embargo, antes de que tal hecho suceda, el protagonista de la historia es capaz de esconder a su mujer embarazada y a su hijo en una cueva. La huída del héroe para volver con los suyos se convertirá en una odisea llena de peligros que finalizará de la manera más inesperada.

Básicamente, la película podría pecar de maniquea y poco profunda al mostrar a unos villanos crueles y sanguinarios en toda una serie de escenas crueles y muy violentas (la violencia gráfica de «La Pasión de Cristo» se queda en pañales ante este muestrario de visceras y momentos a cual más desagradable). Sin embargo, hay una defensa ineludible de la familia y una premisa que podría ser calificada de reaccionaria pero no lo es: el progreso trae consigo destrucción cuando se avasalla a las civilizaciones más atrasadas, con lo cual se le da la vuelta al calificativo para convertirlo en una defensa de la cultura primigenia y sus atávicos valores. Todo este ideario está adornado por escenas de acción que cortan la respiración aunque puedan pecar de irreales en ciertos momentos: montajes paralelos llenos de tensión, planos generales de una fosa llena de muertos, o hiperbólicos usos de la cámara lenta. Hasta la caída de una gota de sangre se convierte en grandioso espectáculo que, en esta ocasión, no rechina tanto como aquella otra gota de agua de la película anterior del actor y director.

El porqué la exageración está esta vez mejor matrimoniada con la historia no sólo se debe a que ésta lo requiere sino a la propia estructura de la película en tres actos que permite que, antes de que llegue la implacable acción, nos interesemos por los personajes.Todos ellos están muy bien presentados con unas cuantas pinceladas al principio de la historia. Además cada travelling y cada primer plano con cruce de miradas (ésta es una película llena de ellas, y todas muy significativas) es absolutamente fascinante. Muchas imágenes de la película son de una audacia espectacular que jamás puede ponerse en duda. Después de todo, esta puede ser la primera película de la historia del cine con un plano subjetivo de………..¡una cabeza recién cortada!!!
VALORACIÓN:
Trailer de la película