«Tengo un rostro de otro siglo». Así justificaba John Charles Carter, más conocido como Charlton Heston, la tendencia a encarnar personajes épicos e históricos. Ciertamente, el pasado lo trataba bien. Fue el Moisés definitivo (y el más sexy) en «Los diez mandamientos» (Cecil B.deMille, 1956) y el judío que se rebela ante su ex-amigo(y dicen que más cosas) romano en la mastodóntica «Ben-Hur» (William Wyler, 1959). Estas dos encarnaciones , junto a las del Cid o la de Miguel Ángel en «El tormento y el éxtasis» le garantizaron la perpetuidad y sellaron su imagen de especialista en personajes «bigger than life». Pero pocos recuerdan que ayudó a la financiación de obras maestras como «Sed de mal» de Orson Welles o que su política era liberal antes de tornarse reaccionaria y adicta a las armas. Tampoco que, en sus inicios, las cintas de aventuras que protagonizó (ahí están las hormigas asesinas de «Cuando ruge la marabunta» para demostrarlo) son una auténtica reliquia.
Pétreo, héroe de una pieza, su secreto estaba en la mirada franca y animal, en su torso desnudo, su cuerpo atlético y en una voz profunda que otorgaba autoridad a cada personaje. El presente nunca pareció ser atractivo para él. Tras ser el héroe de los grandes espectáculos de los años 50 y principios de los 60, Heston fue el héroe de películas futuristas como «El planeta de los simios»(Franklin J. Schaffner, 1968) o «El último hombre vivo». Los 80 relegaron su espectacular físico a culebrones como «Los Colby» y a apariciones públicas que lo convirtieron en una parodia de sí mismo. Convencido patriota y presidente de la Asociación Nacional del Rifle, encarnó el lado más conservador de los americanos y se convirtió en objeto de mofa por parte de liberales como Michael Moore, que lo dejó en pañales en su «Bowling for Columbine» (2002)
Nada de esa imagen quedará para las futuras generaciones y, probablemente, las chicas se seguirán admirando del erotismo que desprenden sus personajes históricos; los chicos querrán ser como él, un héroe aguerrido y épico; y los nostálgicos recordarán que una de las etapas más imborrables de un Hollywood que aún se tomaba muy en serio a sí mismo, estará para siempre unida a su anacrónico rostro.
Charlton Heston falleció el 5 de abril a los 84 años