En 1953, y huyendo del fantasma de su impoluta imagen, Kerr protagonizó «De aquí a la eternidad» (Fred Zinnemann, 1953) en donde interpretó a una adultera. Costó sudor y sangre convencer a Harry Cohn, el ejecutivo de Columbia, de que la fría Deborah era la volcánica y apasionada amante que buscaban pero, visto el mítico y erótico beso en la playa que protagoniza con un fornido Burt Lancaster, las dudas iniciales se desvanecieron inmediatamente. Tras protagonizar uno de los clásicos indiscutibles de la década, Kerr continuó la galería de personajes inolvidables con obras tan arriesgadas como «Té y simpatía» (Vincente Minelli, 1956) o con películas de adoración popular como «Tú yo yo» (Leo McCarey, 1957) al lado de Cary Grant. Los 60 llegaron bien con una indiscutible joya del cine de terror como «Suspense» (Jack Clayton, 1960). La interpretación de la Kerr rozando la locura por culpa de esos «inocentes» a los que alude el título original (estúpidamente cambiado, como tantos otros, en nuestro país) inspiró a la de Nicole Kidman en «Los Otros» y le dio una nueva nominación al Oscar, premio que solo se llevaría en 1994 y de manera honorífica; la Academia de Hollywood volvía a pecar de ceguera ante una de sus trabajadoras más incansables.
Sabido es por todos el amor que la actriz tuvo a España debido a sus largas estancias en Marbella con su marido, el escritor Peter Viertel. El autor de guiones como el de «La Reina de Äfrica» (John Huston, 1951) fallecía 3 semanas después que su esposa, convirtiendo su sepelio en una triste anécdota de amor duradero que se acaba con la muerte de uno de los cónyuges. En unos tiempos tan dados al divismo y al egocentrismo del individuo, es magnífico rendir homenaje a una señora que tuvo la suerte de ser una estrella y una gran actriz al mismo tiempo y, lo que es más importante, la suerte de no creérselo jamás.
Homenaje a la actriz en YouTube