EL NUEVO DISNEY ESTABA BAJO EL MAR(Crítica de la película “La Sirenita”(1989))

Érase una vez la sirena más triste de la historia de la literatura popular, que se sacrificó por amor y tuvo un final infeliz. Aquella sirena ,el símbolo del amor no correspondido, de los sueños extraviados, era la protagonista de un cuento escrito por Hans Cristian Andersen y, con los años, un estudio en vías de defunción, la utilizó como bote salvavidas de gran vehemencia. Mientras unos celebraron la recuperación de ese gigante mediático, propagador de utopías capitalistas de esmerado diseño populista, otros arremetieron contra el atrevimiento de convertir la fábula en un hollywoodiense relato de final feliz. El final de este cuento es, justamente ahora, más incierto que nunca, vista la cancelación de numerosos proyectos de animación tradicional que nuestro fabulador estudio cinematográfico ha venido sufriendo en el último lustro. Todo lo anterior deja bastante lejos a esa sirena que proporcionó una nueva era al cine de animación y, aún más, una nueva etapa de adoración hacia el cine comercial después de la nefasta década ochentera(comercial y artísticamente hablando) que la había precedido.

El gran logro de una película como “La Sirenita” fue el de reinterpretar los nuevos mitos disneyanos de cara al cinismo noventero, y de hacerlo mediante una banda sonora que merece todos los elogios. La música de Alan Menken y el fallecido Howard Ashman(dicen por ahí que pareja en la vida real ,además de en la profesional, lo que supondría también la más triste historia de amor gay de la trastienda Disney) es elogiable porque recrea con modernidad y esmero la tradición tipo Broadway de los grandes clásicos del tio Walt. La balada de la jovencita sirena ansiosa de liberación marítima incide en la cursileria propia de la casa, pero produce una oceánica (nunca mejor dicho) emoción que sublima el cuento hasta límites insospechados. La canción “Bajo el mar”, que canta el cangrejo Sebastián, es una especie de burbujeante y criaturesco homenaje a las coreografías de Busby Berkley(con parodia de la mismísima Carmen Miranda incluída), y la canción de Ursula es tan deliciosamente malvada como el propio personaje. Por si fuera poco, el “Bésala” es la respuesta activa y divertidamente musical al mutismo de los animales del bosque de “Blancanieves”.Todo ello sin haber mencionado la profunda emoción que despierta una música incidental que desde ya hay que reconocer como una de las mejores del Hollywood de los últimos decenios.

Una vez establecido que ésta película sin música no sería ni la mitad de lo que fue y sigue siendo a dia de hoy, hay que reparar en un guión en el que la causalidad domina la narración haciéndola fluida y fácilmente digerible. Los “cachivaches” de la gaviota y su mención musical hacen recordar a Ariel que debía cantar en un concierto organizado por su padre, y la voz de la ultrajada sirena se convierte en la obsesión, aprovechada por la bruja, de su amado príncipe. Las elipsis ,sobre todo al final de la película, elevan el ritmo de la película a la perfección de la ecuanimidad. Evidentemente, la carga de fatalismo romántico y shubertiano del relato original está suavizada en pos de la tradición del final feliz, pero los personajes son tan disfrutables que el cambio apenas nos importa. Ariel no es la jovencita inteligente y con ideas que posteriormente fue la protagonista de la “Bella y la Bestia”, pero hay en ella una rebeldía adolescente en cuanto a los conflictos paternos que nunca había sido tratada en un largometraje Disney. La malvada ,Ursula, es uno de los grandes hallazgos de la casa; una especie de travesti gordo y decadente ansioso de poder marítimo(hay que recordar su presentación, con un plano detalle de su boca mientras se come a una de sus criaturas) Y ,por supuesto, dentro de la típica jerarquización disneyana (subversivamente clasista, como en casi todas las, aparentemente, ingenuas fábulas de la multinacional) están unos secundarios que,si bien no llegan a la altura de otros coetáneos en el cine animado posterior, son igualmente estupendos:el cangrejo Sebastián con su verborréico afán por el orden establecido y la música, el fiel Flounder, o la alocada gaviota que confunde los objetos humanos y que dá pie a las situaciones más hilarantes de la película.(la truncada boda de la bruja con el príncipe, verdadero motín “animal”, o sus gritos en el “Bésala”) Mucho menos logrado está el rey Tritón, con su rancio paternalismo, o el príncipe Eric, blandengue y soso pretexto argumental para las fantasías románticas de la jovencita protagonista.

La película contiene, además, imágenes icónicas dentro de la historia del cine de animación. El barco que surge entre la neblina al principio del film es una muestra, ya algo ingenua pero no desfasada, de lo que los efectos digitales aportaron al género, y la sirena cantando desmelenada sobre una roca,con una ola gigantesca que rompe a sus espaldas, es la viva imagen del exceso romántico que tanto nos (me)gusta. Seguramente un film como este posee ingenuidad frente a los Shreks que hemos visto después. Seguramente su diseño formal está lejos de las perfecciones de los fondos marinos de “Buscando a Nemo”. Seguramente no llega al romanticismo gótico y decadente o los trabajados números musicales de “La bella y la bestia”, pero en el corazón de una todavía ignorada generación, ésta fue la película que inició los 90 cinematográficamente hablando. Fue la película que devolvió la ilusión de hacer colas en el cine, la que comenzó la fiebre por la adquisición de los tan publicitados videos Disney, y un punto clave de aquel 1989 en el que tantísimas cosas cambiaron para siempre. En el recuerdo de los que fuimos niños por aquél tiempo,”La Sirenita” fue el comienzo de nuestras bastardas, pero igualmente queridas y añoradas, costumbres palomiteras pre-parques jurásicos o pre-Jumanjis. En la memoria del ultracapitalista y embaucador imperio del ratón Mickey, fue el inicio de una segunda y efímera edad de oro del largometraje de animación tradicional. La de cosas que se pueden recordar de aquella sirena que cambió la industria de Hollywood hace ya 15 años(y parece que fue ayer).Ya va siendo hora de que alguien las enumere…..

Y colorín, colorado………………….