KATHARINE HEPBURN, 100 AÑOS DE GRANDEZA :Sus inicios en la RKO

Mañana 7 de Mayo la gran Kate hubiese cumplido 100 años. «Estando muerta no tendré que conceder entrevistas» dijo en una ocasión con su habitual sarcasmo. Y la muerte la encontró hace menos de 4 años, siendo ya toda una institución y estando considerada por el público americano como la primera dama del cine de Hollywood. El hecho de que su muerte fuese portada de la revista Time en unos tiempos, los nuestros, tan dispuestos a olvidar a las viejas glorias del pasado y a vivir al día, es una muestra de esta adoración popular de la que una vez fue considerada «veneno para la taquilla».

Nacida en una familia de clase alta y estrella en Broadway cuando apenas tenía 22 años, la Hepburn llegó a Hollywood en 1932 como una auténtica revolución. La RKO no sabía que hacer con su belleza andrógina, su manía de vestir informal y no llevar maquillaje o de no permitir los artificios publicitarios a los que tan propensas eran otras estrellas de Hollywood. A pesar de su rebeldía, su talento constaba en pantalla con un primer Oscar ganado en 1933 por la mediocre «Gloria de un día». Pronto, su etapa en la RKO la convirtió en una gran estrella. Como dijo su gran amigo, el director George Cukor, las mujeres de esa década querían ser como ella. Ël mismo la dirigió en «Mujercitas» (1933) o en «Vivir para gozar». Sin embargo, a pesar de éxitos como el de «Sueños de juventud» (George Stevens, 1935) un crítico la declaró veneno para la taquilla con los fracasos estrepitosos de «La gran aventura de Silvia» (George Cukor, 1936) o «La fiera de mi niña», Howard Hawks, 1938). Era normal que una película tan anárquica y genial como la de Hawks no encontrase acomodo en una época tan dada a lo clásico como los años 30. Sin embargo la película definió para siempre el género de las comedias alocadas y convirtió a Miss Hepburn en la perfecta definición del que sería su personaje tanto dentro como fuera de la pantalla: la chica screwball, la joven independiente, decidida, que pone en jaque al macho de turno robándole protagonismo y cuestionando sus arcáicos valores. También fue la película que mejor mostró su relación profesional con Cary Grant. Ambos de un cinismo aplastante, emparejados resultaban ser una bomba de relojería.


A pesar del unánime aprecio por la comedia de Hawks, «Vivir para gozar» se adelantó varios años a las dudas existencialistas de los 60 y resulta una película transgresora para los cánones de Hollywood: la historia de una joven que rechaza la ambición y falsedad de su familia para enamorarse de su futuro cuñado, un hombre que desea vivir su juventud de vacaciones para aprovechar cada segundo de vida. Bonito mensaje para una sociedad tan estricta y confiada en el trabajo como la americana.