“LEJOS DEL CIELO”(Crítica de la película “El Reino de los Cielos”, Ridley Scott, 2005)

Siete años hace ya que Ridley Scott recuperó su prestigio antaño perdido y devolvió al cine el género de toga y sandalia, es decir, el peplum basado en la Edad Antigua. Lo hizo con “Gladiator” una película que ,si bien no era ninguna obra maestra, ofrecía en su amalgama de Espartaco y Ben Hur una historia emocional, mística y de dimensiones cuasi shakesperianas a la hora de tratar los conflictos paternofiliales de la mano de un magnífico (debió ganar el Oscar) Joaquin Phoenix. En estos cinco años Hollywood ha tomado nota y nos han llegado sexys cutreces como la de “Troya” (la película que Cecil B.DeMille habría rodado de vivir en el siglo XXI, repleta de cuerpos danone, homoerotismo e incitación al onanismo sin llegar nunca a la sexualidad explícita) o descalabros aburridos y pretenciosos como el “Alexander” de un Oliver Stone que se parapetó en el puritanismo de su país para vendernos aquí en Europa su insufrible película. Era natural que el propio Scottt volviese a la carga con otra nueva superproducción histórica y aquí la tenemos, una sobre las Cruzadas.

Situada históricamente entre la 2ª y la 3ª Cruzada , la película cuenta los problemas del Jerusalén de esa época a través de un herrero convertido en caballero cuando hereda un terreno de su padre en aquel conflictivo lugar. Un lugar en el que los templarios no se resignan a la voluntad del rey de conciliar posturas entre cristianos y musulmanes que pelean en Tierra Santa por un lugar que ambas religiones creen suyo. El principal problema con el que se enfrentaba Scott era la controversia que podía levantar un tema de tan espinosa actualidad. Con sumo tacto y sin ofender a nadie( algo que no ha conseguido finalmente) la producción de esta película dota de personalidad a los personajes musulmanes, nos llega a hacer simpático al rey Saladino y critica con agudeza el fanatismo religioso que aún colea por aquellas tierras. Por hacer comparación, la película de Scott podría muy bien ser un símil acerca de la invasión iraquí y de los pocos razonamientos de algunos para defender guerras cayendo en los mismos errores que critican, ocultando los verdaderos y materialistas propósitos de esa defensa bélica. El respeto escrupuloso a la hora de mostrar ambas posturas es encomiable, tanto como todo el diseño de producción de la película , verdaderamente espectacular. También es muy de agradecer que la película no caiga en los efectismos baratos y risibles de “Troya” y similares. ¿Esta justa interpretación histórica y la falta de bobería hollywoodiense son suficientes para que la película sea buena? Evidentemente, no.

Como si hubiese sido brutalmente recortada en el montaje, la película deja flancos sueltos por todas partes y se recrea en espectaculares batallas bien resueltas pero frustrantes en los planos cortos con espíritu de videoclip (el mismo error de los anillos, los soldados Ryan y demás coetáneos). Hay una falta de motivaciones de los personajes que es realmente frustrante. El mismo protagonista apenas pronuncia tres o cuatro frases en la primera media hora de metraje. Se supone que sus sentimientos son de rencor y de melancolía ante la muerte de su esposa y su hijo, pero la intepretación de Orlando Bloom (más digna de lo esperado) no basta para que el espectador vea algo así. Con muy poco diálogo, parece que Scott haya querido instruir a su estrella de manera que no se noten sus carencias dramáticas , haciendo que su personaje sea un mero muñeco en medio del conflicto, un personaje simple con poco diálogo y una supuesta actitud introspectiva. Pero las lagunas del guión no se quedan ahí. La propia Eva Green ha denunciado lo mal que le ha sentado que cortasen su escena de sexo con Orlando Bloom (resulta divertidamente paradójico ver como muchas fotos publicitarias se centraban en esa secuencia y en el cuerpo semidesnudo del actor) y no es para menos. No es sólo la falta de escena coital lo que el espectador echa en falta, sino un desarrollo lógico, motivado y menos apresurado de la historia de amor entre los protagonistas. ¿ Acaso alguien entiende por qué se enamoran a primera vista? ¿hubiese sido bueno quizá recalcar más los conflictos emocionales del protagonista para así saber el por qué ha de enamorarse de la princesa y de todo lo que ésta le aporta?. Y ya que estamos con las dudas, ¿alguien entiende por qué Ridley Scott mezcla las escenas de batalla con las caras de enfado y el corte de pelo ( inexplicable en muchos sentidos) de la joven?. Todas esas preguntas podrían haber sido contestadas si el director hubiese recalcado más los conflictos emocionales de los protagonistas o, por decirlo rápidamente, los hubiese hecho tridimensionales en lugar de meros pretextos argumentales para mostrar un periodo histórico. La única escena emocional de la película, la de la muerte del rey y las lágrimas de su hermana la princesa, es sin duda alguna la única que logra conectar verdaderamente con el espectador y hay que decir que por eso mismo Eva Green es el miembro del reparto que más me gustó. Ella y el actor caracterizado como el rey Saladino superan con creces a actores de relumbrón como Jeremy Irons o Liam Neeson, que tienen también papeles puramente funcionales sin ninguna vida y personalidad. Tampoco se libran de esta falta de guión los “malos” de la película (un gusto ver que, por una vez, arremeten contra cristianos e incluso contra un miembro del clero) cuyas apariciones antes de su muerte son meramente casuales y totalmente predecibles en su desarrollo y en la interpretación de los actores que los representan.


A nivel de espectáculo la película cumple con el asedio a Jerusalén o la muestra de violencia gráfica pero, como dije antes, se queda en nada con lo confuso de los planos cortos que parecen querer ocultar la dificultad del rodaje de este tipo de secuencias. Si tuviese que quedarme con un momento de esta película no lo dudaría: las líneas que llenan el encuadre por el medio cuando los cruzados y sus oponentes acuden dispuestos a matarse y acaban dialogando gracias al rey Balduino ( interpretado con máscara por Edward Norton ). La manera que tiene Ridley Scott de hacer aparecer a ambos ejércitos está calculada a la perfección para que el espectador de la butaca de cine se quede perplejo y satisfecho. Lo demás cae en el recurso fácil de la cámara lenta como apoyo de una supuesta poesía y misticismo en las imágenes o en el apoyo de una música poco inspirada u original.

Como película justa y conciliadora, ”El Reino de los Cielos” es una muestra de cine popular que no cae en la falacia de prejuzgar a una religión en beneficio de otra. Como espectáculo y muestra de batallas grandiosas es entretenida y cumple con creces. Como película de personajes, es nula, aburrida y marcadamente mediocre. El balance podría haber sido positivo si se hubiese cuidado más ese aspecto; con un guión tan poco dado a los diálogos ( los que hay son sentencias rimbombantes ) a los personajes con fundamento y a la conexión emocional con el público, la película se queda en un aprobado justo por ser una de las pocas muestras cinematográficas de aquella ignominia hipócrita y genocida que fueron las Cruzadas.

Trailer original de «El Reino de los Cielos»