Todo el mundo sabe que las obras culturales pasan a ser propiedad pública, bien de todos, conforme pasan los años. Lo que no es tan evidente es que, a partir del siglo XX, esos bienes culturales tardan en llegar, siendo exprimidos por multinacionales y copyrights con vocación de eternidad. En Estados Unidos hace falta que transcurran 90 años desde la muerte del autor, o 95 si la obra está registrada por una compañía, para que sea de todos. ¿Y quién es el responsable de tan exagerada cantidad de tiempo? Nada menos que ese simpático ratón símbolo de un imperio que Walt Disney creó hace ahora 80 años.
La historia comienza en 1998, con la administración Clinton a las puertas de sufrir el «caso Lewinski». Por aquel entonces, los derechos de una obra cultural registrada bajo el copyright de una compañía caducaban a los 75 años de su estreno. Esto hacía peligrar los derechos de imagen del ratón y fuente de ingresos de la poderosa multinacional, que hubiesen expirado en 2003. Si tenemos en cuenta que la Disney había ayudado a financiar la campaña que llevaría a Clinton al poder con 6 millones de dólares, y que le pidieron «por favor» que alargase el copyright, nos daremos cuenta que dos más dos son cuatro. Así es como los demócratas alargaron 20 años el copyright y como esa Disney usurera (las malas secuelas, los desorbitados precios de su cine en DVD o su empeño por sacar dinero de donde sea, hacen válido ese calificativo) salió triunfante e hizo que muchos de los clásicos del Hollywood de los años 30 que ya podrían estar al alcance de cualquiera, esperen otros 20 años en el baúl y sigan siendo beneficiosos para unos estudios que no dejan de rentabilizarlos en la era del DVD.
La cuestión es porqué el capitalismo acaba venciendo a lo cultural. La cuestión es que la propia Disney se sirvió de obras de dominio público para crear películas como «Pinocho» o «Blancanieves», personajes salidos de la imaginación de Collodi y del floclore popular recopilado por los hermanos Grimm. ¿Se ha olvidado la Disney de que hacer cine es algo más que pasar por la caja registradora? Seguramente sí y con lo sumiso que es el gobierno norteamericano ante tales chantajes, puede que el bueno de Mickey siga siendo propiedad privada durante todo el siglo XXI…Esperemos que no descubran que he enlazado una imagen del célebre roedor en este artículo o ya me veo en Alhaurín de la Torre….