"MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS" (Pedro Almodóvar,1988):Gazpacho dopado y terroristas chihitas

Tras el Festival de Cine español de Málaga nos encontramos con el vigésimo aniversario de Mujeres al borde de un ataque de nervios, la comedia que abrió las puertas del mercado internacional a Pedro Almodóvar. A su vuelta a los cines he visto como para algunos jóvenes no significa tanto como significó para mí cuando la vi hace tres años. Claro que yo soy veinteañero y ellos adolescentes, y tal vez no han sufrido los zarpazos del amor de manos de un falso camelador. Y así, con el dolor del engaño, comienza ésta, la historia de Pepa, una mujer desesperada que espera la llamada de teléfono del hombre que la acaba de dejar, Ivan. Mientras alguien descuelga el teléfono sabremos que es dobladora, como su ex-amante, que tiene una amiga que huye de la justicia por culpa de su relación con un terrorista chihita, un hijastro tartamudo y que su ruptura da pie a un sinfín de enredos que, cual camarote de los hermanos Marx, explotarán en el lujoso ático que habita.
El enredo es cien por cien almodovariano, con felices casualidades que sólo podrían ocurrir en su universo particular (que el hijastro y su novia quieran alquilar ese piso o que Ivan vaya a coger el vuelo que van a secuestrar los terroristas chihitas…¿más coincidencias??) y con diálogos ingeniosos que tienen segundas y hasta terceras lecturas. Lo más asombroso de todo es que las piezas sueltas del puzzle acaban confluyendo y tienen lógica, desde el divertido mambo taxi hasta el gazpacho que Pepa prepara con un buen número de somníferos. En los grandes guiones hasta el más mínimo detalle acaba teniendo una razón para existir, y todos los personajes brillan con luz propia. Así, no sólo Carmen Maura, capaz de dar risa y llanto en una misma mirada, sino María Barranco, Rossy de Palma o Chus Lampreave forman parte de un engranaje perfecto. Y como en toda película del Almodóvar de los 80, hay cabida para el spot televisivo ajeno a la trama (Ecce Omo, el detergente) y homenajes a cintas tan dispares como Johnny Guitar o La ventana indiscreta.

Pero en el fondo de la risa subyace la tristeza. Entre los rojos y azules intensos del más puro kitsch geométrico y almodovariano se deja ver la pena del desamor, la locura que conlleva ser traicionado por la persona amada. Almodóvar apuntó dos cosas fundamentales a la hora de explicar el porqué de su película: las mujeres aman más y mejor y por eso temen más la pérdida amorosa; y el guión salió de su odio irremediable al teléfono tras su paso por la compañía Telefónica. Hoy en día no existen los contestadores automáticos que se ven en el film, Pedrito ya no innova tanto con la cámara buscando ángulos imposibles (el del plano detalle bajo la cinta del contestador es mi favorito) ni Carmen Maura es ya su musa a pesar de la simulada reconciliación que supuso Volver. Sin embargo, en las ya desaparecidas cabinas telefónicas del Madrid de los 80, en los altos tacones de Pepa o en la hitchcockiana banda sonora de Bernardo Bonezzi, encontramos la alquimia de las grandes obras maestras: aquellas que nos transportan a un lugar y a un universo, aquellas que se ríen de nosotros mismos, de las miserias y las debilidades que produce nuestro loco amor.

VALORACIÓN:****1/2
Pepa se desespera con el contestador automático…