"PEGANDO BAJO LA LLUVIA" (Crítica de la película "LA NARANJA MECÁNICA"(Stanley Kubrick, 1971)


Seguro que más de uno y más de dos espectadores se quedaron atónitos al oir el mítico «Singin’ in the Rain» en un contexto bien diferente al de la famosa película de Gene Kelly cuando acudieron a ver «La Naranja Mecánica» allá por los albores de la década de los 70( es la canción preferida del protagonista a la hora de pegar palizas, violar mujeres y hacer todo tipo de cruentas barbaridades). Buena década, llena de un cine rompedor y subversivo en la que Hollywood, con su sistema de estudios en plena crisis, dio carta blanca al cine de autor con grandes presupuestos. Por una vez ( y quizá la última) el cine americano se volvía adulto y daba todo el poder a los autores. Kubrick no fue una excepción y, tras ver como su proyecto sobre Napoleón sea volvía comercialmente inviable tras el fracaso de la costosa «Waterloo», decidió adaptar la polémica novela de Anthony Burguess.

El resultado final del siempre perfeccionista Kubrick( después de pasar por el proyecto otros directores y elecciones de cásting tan sorprendentes como los «Rolling Stones» para hacer de protagonistas) levantó ampollas en una sociedad poco acostumbrada a ver en pantalla un retrato político-satírico acerca de la violencia y la manipulación del Estado. Los que peor parecieron tomárselo fueron los británicos ya que allí imitaron las palizas y actos vandálicos de la pandilla protagonista y hubo más de un dardo envenenado de la prensa hacia el director por «provocar indirectamente» tales escaladas de violencia. El enfado de Kubrick fue tal que acabó por retirar él mismo la película del mercado inglés y ésta no pudo verse en el país de Los Beatles hasta después de su muerte en 1999. No sólo influyeron las críticas para tal decisión sino las amenazas de muerte que la familia del director sufría a raíz del estreno del filme.

Vista hoy, «La Naranja Mecánica» sigue siendo tan bella, subversiva, polémica, reflexiva y divertida como siempre. Para muchos está pasada de moda basándose únicamente en su look retrofuturista y decididamente pop pero el caso es que la historia de este chico que disfruta de la violencia pegando palizas y armando el caos allá donde va con sus «drugos» para acabar siendo un pelele-conejillo de indias en manos de un gobierno con aspiraciones claramente totalitarias, sigue de eterna actualidad. Kubrick utilizó su mejor arsenal para la misma y ésta es una película en la que se pueden ver claramente sus habituales recursos formales: las composiciones geométricas ( figura en el centro dentro de un plano frontal perfectamente ordenado), los elegantes trávellings laterales o hacia adelante ( en la tienda de discos a la que va Álex, en la cárcel cuando charla con el sacerdote o en el bosque al que sus amigos reconvertidos en policías lo llevan para pegarle una buena paliza), los zooms lentos o ràpidos, el típico rostro con la barbilla hacia abajo en primer plano (Álex en el primer plano famosísimo de la película, que luego retrocede en travelling para mostrarnos el bar en el que él y sus amigotes están), la frialdad de sus planos abiertos y su iluminación desde abajo y la forma de rodar desde angulaciones curiosas y contrapicados para hacer más ominosos a todos los personajes, desde los miembros del escuadrón médico encargado de «curar» a Álex hasta el escritor que descubre a raíz de una canción que éste es el mismo chico que lo dejó paralítico. ( Atención también a la curiosa angulación desde la que rueda el ataque a la mujer de los gatos, con la escultura del falo en primer término que parece acariciar la figura en plano general de la buena señora….). Además de todos esos recursos clásicamente kubrickianos, el director distorsiona mucho la imagen a través de lentes especiales que hacen mayor la profundidad de campo y convierten los espacios de la película en lugares curiosamente alargados por los laterales del encuadre. Y, por si fuese poco, se autocita colocando la banda sonora de «2001» en la tienda de discos y coloca símbolos fálicos aquí y allá.

Todos los aspectos formales citados anteriormente están en función de meternos en la perspectiva socarrona, irónica y violentamente divertida del propio Álex. Por eso Kubrick enfatiza tanto la música de Beethoven ( tan adorado por el protagonista) , nos muestra sus sueños ( impagable el que tiene como romano pegando latigazos al mismísimo Jesucristo) o hace que la película entera esté narrada desde la verborrea ininteligible, sádica, literaria y amanerada del chico. Digo todo esto porque fue éste el principal malentendido del film. Por mucho que el director se empeñase en justificar su relato como una historia contra la violencia, ya fuese la individual o la del estado, muchos críticos vieron demasiado atractivo a Álex y tacharon la película de apología de la violencia sin darse cuenta que, sátira política aparte, «La Naranja Mecánica» es una irónica comedia negra en la que la identificación con el protagonista es fundamental para disfrutarla y para comprender hasta qué punto son bárbaros los actos de crueldad que éste comete por pura diversión. La distopía que es la película no deja de plantear qué es el cine, si el séptimo arte debe mostrar lo que pasa o lo que nos gustaría que pasase, si debe hacerse moral o no del arte, si cualquier tipo de arte es siempre moral o si nada tiene que ver una cosa con la otra. Tal debate es tanto o más interesante que el debate puramente político que plantea la película : ¿puede el estado suprimir nuestra voluntad para hacer el bien o el mal con la sola justificación de erradicar la violencia? ¿hasta qué punto sería válido tal concepto que anula todo tipo de libertad individual?

Puestos a reincidir en el tono satírico y cómico de la película es éste el que justifica las interpretaciones exageradas de todos los actores, el tono divertido de muchas escenas o el diseño cuidadosamente pop, exagerado y colorista. La ironía de Kubrick y su gusto por el tema de la deshumanización y del peor lado que puede tener el ser humano no pueden enmascarar lo que verdaderamente nos dice esta inclasificable y bella obra maestra: lo neguemos o no, la violencia puede ser muy hermosa………….