Fiesta de Acción de Gracias, algo desconocido para nosotros, los españoles, y que sin embargo hemos visto en decenas de películas norteamericanas. El pavo, las reuniones familiares, el carácter prenavideño de una fiesta satirizada hasta la saciedad y celebrada en honor a los primeros colonos que consiguieron allá por el siglo XVII una milagrosa primera cosecha en tierras desconocidas; tan milagrosa que los estadounidenses se acuerdan de agradecerla(junto a otros muchos de sus discutibles dones) cada cuarto jueves del mes de noviembre desde que George Washington la oficializó y Lincoln le puso fecha fija en el calendario. Aprovechando esta fiesta foránea me decidí a ver dos de las películas que tratan acerca de esta liturgia basándose en las reuniones familiares que la misma conlleva y, para mí sorpresa, descubrí dos sátiras familiares que bombardean con humanidad, cariño y humor la institución familiar que tan importante es para un país como Estados Unidos. Una película centrada en la reunión no deseada con unos familiares por parte de una chica firme en su creencia de que la familia no es sino una carga pesada con la que hay que cumplir al menos una vez al año.
«Retrato de April» es una de esas películas que el espectador ve sin saber apenas nada del argumento y acaba dando las gracias por haber visto una pequeña joya indie que le habla de cosas mucho más cercanas de lo que pensaba. La historia, rodada en un feísta y económico video digital, no puede ser más sencilla: las tribulaciones de una joven gótica y su novio para preparar la comida de Acción de Gracias de la familia de ella, que viene desde bastante lejos y está compuesta por una abuela desmemoriada, una hermana pluscuamperfecta y repelente, un hermano cariñoso, un padre conciliador y resignado y una madre enferma de cáncer que hace humor de la desgracia( la ajena y, sobre todo, la propia). Durante todo el film vemos cómo la familia hace su camino en coche sin demasiadas ganas de ver cómo vive la oveja negra de su grupo en un miserable apartamento de Nueva York y cómo April se ve en un serio aprieto buscando vecinos(unos excéntricos, otros amables) que le presten el horno para cocinar su pavo. Ambas historias( y la que sobra, la del novio de April para conseguir un traje decente y presentable) están cargadas de humor pero también van revelando detalles impensables de los personajes componiendo un retrato ácido y antisentimental de todos ellos. La madre enferma de cáncer ( la genial y nominada al Oscar por este papel, Patricia Clarkson) proporciona algunos de los mejores momentos del filme al enterrar a un mapache que se ha cruzado en el camino del vehículo o al parar el mismo para comunicar «algo importante» a la familia cuyo contenido resulta ser un malicioso y negrísimo chiste acerca de la hija con la que lleva enemistada hace años. April también nos regala momentos cargados de mala uva con vecinos realmente excéntricos que pueden o no prestarle la curiosa ayuda culinaria que ella demanda. Pero la humanidad también llega en dosis puntuales y en un final en el que, en lugar de diálogos para subrayar lo que no es necesario subrayar, el director prefiere mostrarnos una serie de planos fijos acompañados de música y de emoción( y vaya que si emociona el final)
