SPIDERMAN 3 (Sam Raimi, 2007): MÁS DE LO MISMO, PERO PEOR

«Spiderman» ha sido una de las franquicias provenientes del cómic que más éxito ha tenido en los últimos años. Hollywood ha tomado buena nota de la querencia popular por los superhéroes y la ha aplicado hasta la extenuación y el agotamiento. La tercera entrega del hombre araña parece padecer este síntoma al ofrecernos básicamente un calco de las otras dos historias en cuanto a la forma, pero eso sí, sin la chispa en la dirección, el montaje y la interpretación que convirtieron la anterior película de la saga en uno de los mejores cómics jamás filmados.
Básicamente, la tia May vuelve a darnos una importante y moralista lección, Mary Jane vuelve a ser una damisela en peligro al final de la película y el triángulo entre Peter Parker, ella misma y el mejor amigo del primero vuelve a reproducirse. Por supuesto, tendremos una cámara con movimientos impresionantes (ya no impresionan ni la mitad, eso sí) y al final la gran batalla del hombre araña nos llevará a un climax apoteósico. El problema es que hay una acumulación de tramas en la que no todo cabe: el hombre arena, villano al que se le trata de dar cierta profundidad dramática, Venom, la rubia Gwen Stacy o el propio Spiderman convirtiéndose en un reverso tenebroso de sí mismo son demasiadas historias que contar para un largometraje que se acaba resintiendo con un ritmo soporífero, escenas dramáticas sin fuerza y un ansia por «atarlo» todo que desespera al espectador.
Otro de los problemas del filme es su nula capacidad para el humor. Uno de los grandes aciertos de Raimi había sido reirse de las propias convenciones de este tipo de películas, haciendo cómplice al espectador. Sí, aquí vuelve a haber un cameo de Stan Lee (el creador del superhéroe), de Bruce Campbell (el actor omnipresente y favorito de las películas de Raimi) y parece que la complicidad se busca. El problema es que no hay un humor intencionado sino todo lo contrario y escenas como la del Spidey malo y ligón apañado con un flequillo hitleriano y un maquillaje de ojos más propio de Kate Moss provocan risa por su patetismo. Toda la frescura del Tobey Maguire que encarnaba a la quintaesencia del adolescente perdedor se pierde en pos de magnificar todos los puntos de las películas anteriores sin dar a la nueva historia un mínimo de originalidad.

Cuesta entender el patinazo de esta tercera entrega pero, afortunadamente, «Spiderman 3» está bastante por encima de otras películas similares y como entretenimiento veraniego cumple a la perfección con todos los requisitos habituales. Sin embargo, después de ver la evolución de las otras dos películas, muchos esperábamos algo más que un par de horas para pasar el rato.

VALORACIÓN: