YVONNE DE CARLO (1922-2007) "Adiós a la Reina del Technicolor y a Mamá Munster"

El nuevo año nos ha traido el primer fallecimiento de una gran estrella de Hollywood. Fueron los 80 los primeros años en los que el viejo Hollywood de la edad dorada empezó a marchitarse para siempre con la muerte de muchas de sus grandes estrellas, que llegaban a una avanzada edad y demostraban su mortalidad a pesar de que muchos fans que los idolatraban pensasen lo contrario. Esta misma década hemos visto desaparecer a una casi centenaria Katharine Hepburn o a un anciano Gregory Peck. El 8 de enero era Yvonne de Carlo la que se iba para siempre, con el recuerdo permanente de su personaje de Lily Munster en la famosa serie «Los Munster», todo un triunfo televisivo de los 60 y un emblema popular en nuestro país gracias a su reposición en el ya mítico programa «La Bola de Cristal«. Pero como bien dijo su mejor amigo al comunicar su fallecimiento a los 84 años de edad, de Carlo debería ser recordada por algo más que su matriarca de aquella divertida y terrorífica familia catódica.
Nacida en Canadá, sus primeros pasos en Hollywood no fueron muy halagueños. Actriz que aprovechaba su belleza para sacar de la pobreza a su madre, abandonada por un marido que nada quiso saber de ellas, con tan sólo 15 años tuvo que darse la vuelta a su país de origen porque nadie en la ciudad del cine parecía querer contar con ella. Ya en los años 40, la joven volvió a probar suerte en la industria y fue contratada por la Universal, que enseguida explotó sus rasgos duros y su belleza exótica en películas de aventuras kitsch con pocas pretensiones que la fueron encumbrando, como «Salomé la embrujadora». La de los 50 fue su mejor década en el negocio del cine, ya que encarnó a la mujer del bíblico Moisés en la mastodóntica y espectacular «Los Diez Mandamientos»(Cecil B.DeMille, 1956) y fue el intento de Warner de hacer un nuevo «Lo que el viento se llevó» protagonizando junto a un avejentado Clark Gable «La Esclava Libre»(Raoul Walsh, 1957). Nunca fue una gran actriz, pero vista en entrevistas o teniendo en cuenta algunos datos de su vida profesional, parecía una buena persona además de ser un emblema de belleza a la que el recién nacido Technicolor sentaba de maravilla. Su personaje en la televisiva «Los Munster» lo hizo para pagar las deudas y las heridas graves de su marido, un especialista de cine que sufrió un serio accidente mientras rodaba una película con John Wayne, y siempre se deshizo en elogios hacia sus compañeros. Al parecer, su hijo tuvo que internarla en una residencia de gentes del espectáculo en Los Angeles en los dos últimos años debido a su agravamiento de salud. La que un día fuese la reina del Technicolor vivía con un peso ínfimo y un estado bastante malo, demostrando que, como dije al principio, las viejas glorias también son mortales.

Yvonne de Carlo pertenece a esas bellezas legendarias que no necesitaban de la cirugía plástica ni de looks impostados para ser magnéticamente hermosas; pertenece a los sueños colectivos de toda una generación de espectadores que pasaron muchas tardes de su vida soñando con ella frente a una pantalla grande o pequeña; es la madre de todas las góticas gracias a su Munster décadas antes de que éstas fuesen tribu urbana con look apropiadamente oscuro; es, en definitiva, una buena mujer que nos ayudó a soñar despiertos y que formaba parte de la última generación viva de ese paraíso perdido llamado Hollywood. Descanse en paz.