‘Passion simple’, un deseo que invalida

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Exploración truncada

La directora de origen libanés pero de formación francesa Danielle Arbid compite en San Sebastián con su tercera película, Passion simple, basada en la exitosa novela Pura pasión, de Annie Ernaux. Y parece que, de haber habido Festival de Cannes hubiera competido allí porque llega con el sello «Selección Cannes 2020» con el que se quiso de alguna forma compensar la imposibilidad de celebrar el certamen este año.

Como anuncia el título, esta es la simple historia de una pasión. Un amor irracional, o más bien un deseo salvaje. El que siente una mujer divorcia y con un hijo adolescente por un extraño que la visita cuando se le antoja, la usa y se marcha hasta quién sabe cuándo. Pero nuestra protagonista está bien así —o cree estarlo—. Esos encuentros desmesurados le hacen feliz. Sólo hay un problema: cada vez los necesita más y eso hace que su amante cada vez los busque menos. Y ese desajuste se traduce en una paulatina e irremediable pérdida de control de su propia vida.

La historia de la literatura y el cine está repleta de propuestas similares a esta. Simplificando, a los literatos decimonónicos les llamamos románticos y a los del siglo XXI autores soft porn. Es por ello que una película como Passion simple debería ir más lejos. Se atisba que podría haber una exploración de la dependencia o, incluso, de la sumisión. Pero la película no sólo se queda corta sino que busca atajos. Una oportunidad perdida.

Passion simple
Demasiado simple
Sabe componer el retrato de un deseo obsesivo e incapacitante pero al mismo tiempo se revela excesivamente simple cuando se atisba que debería tener mucho más recorrido
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Exploración truncada