Francis Ford Coppola y, detrás, su mujer Eleanor, en los decorados del templo de Kurtz |
Título: Con el corazón en tinieblas. Un diario íntimo de Apocalypse Now Autor: Eleanor Coppola Título original: Notes on the Making of Apocalypse Now (traducción de Mar Vidal) Nº páginas: 277 págs. Editorial: Emecé. Col. Cornucopia. Barcelona, 2002 |
Durante 47 años y desde una posición aparentemente privilegiada, Eleanor Coppola (Los Ángeles, 1936) ha sido testigo de la evolución personal y profesional de uno de los genios cinematográficos más grandes que ha dado el último tercio del siglo XX, del desarrollo creativo que dio lugar a todas sus películas y de la repercusión del resultado que cada una de ellas tuvo en él. Ya estaba casada con él cuando toda la familia se trasladó a Filipinas para el rodaje de Apocalypse Now, que ha pasado a la historia del cine como uno de los más calamitosos. Y para nuestra suerte, aparte de rodar imágenes que años después se utilizarían en un documental imprescindible como Hearts of Darkness (1991), le dio por escribir sus impresiones desde noviembre de 1975, momento en el que se empezó a definir el reparto, hasta noviembre de 1978, meses antes del estreno de la película en EE UU.
Con el corazón en tinieblas es eso, una colección de entradas de diario, con impresiones, pensamientos, notas intrascendentes algunas, fundamentales otras, sobre el rodaje, la estancia en Filipinas, las fiestas, los miembros del equipo, la comida, los hijos, los problemas, su relación con Francis. A través de ellas, escritas con claridad y cercanía, nos enteramos de la dificultad para encontrar al actor que haría de Willard. El guión pasa por las manos de Steve McQueen, Al Pacino, Jack Nicholson, y uno tras otro, por distintas razones, rechazan el papel. Incluso un jovencito Harvey Keitel llegó a rodar horas y horas de metraje antes de que Coppola cambiara de opinión. La familia entera, Francis y Eleanor, con sus hijos Gio, Roman y Sofia, se traslada a Filipinas para empezar la producción. Comienza a llegar todo el equipo, empiezan a construirse los decorados bajo la batuta de Dean Tavoularis, con quien Coppola ya había trabajado en El Padrino I y II. Es como una gran familia mediterránea que vuelve a reunirse: «Allí estaban Dean Tavoularis, el diseñador de producción, su hermano Alex, Angelo Graham, Bob Nelson y su jefe de construcción, John LaSandra. No les veía juntos desde el rodaje de El Padrino II. He tenido la sensación de volver a ver a mis primos y tíos». La familia aumenta con la incorporación del director de fotografía Vittorio Storaro y todo su equipo, a quienes les traen todas las semanas pasta fresca desde Italia. Sofia empieza a ir al colegio allí, y los fines de semana visitan el rodaje y se mezclan con los miembros del equipo. Roman incluso aprende los trucos de maquillaje y presume de saber hacer heridas.
Pero avanza la producción y los problemas se reproducen. A los retrasos provocados por el hecho de estar en un país en el que no hay medios ni costumbre de albergar este tipo de producciones, las promesas del gobierno filipino que nunca se hacen realidad, las infinitas charlas con Marlon Brando y las dificultades con los extras y miembros locales del equipo, se unen los inevitables meteorológicos: un tifón destruye los decorados y obliga a suspender el rodaje. Éste ya se ha convertido en una auténtica pesadilla que está afectando a todos.
Una pesadilla que también se refleja en las relaciones familiares, en el estado de ánimo del director y de Eleanor, y que mina la relación entre ambos durante dos años, hasta la vuelta a San Francisco. Eleanor se siente cada vez más sola y escribe sobre lo que significa vivir con un genio y sus complejos; se queja de que sus aspiraciones y ganas de hacer algún trabajo creativo se frustren por la cercanía del genio; comenta los cambios de humor de Francis, sus dudas, que aumentan a medida que se acerca el momento de rodar el final sin escribir, sus momentos de euforia, sus enfados, su distanciamiento, sus relaciones con los demás miembros del equipo. Como Willard, con Apocalypse Now Coppola ha emprendido un viaje a cuyo término no será la misma persona. Con el montaje final y el inminente estreno de la película, la pesadilla llega a su fin y todo vuelve a una aparente normalidad.
Según la famosa crítica Pauline Kael, este libro «puede que sea el relato más lúcido sobre los esfuerzos que conlleva hacer una película épica que alguna vez lleguemos a leer. En su centro se sitúa un gran artista-héroe que ha caído en una trampa, y que lucha por encontrar el tema de la película que aún está rodando». Cuando Eleanor escribió Notes on the Making of Apocalypse Now, Coppola estaba en el punto álgido de su carrera. Gracias a la claridad, sensibilidad y precisión de la escritura de Ellie Coppola, el libro es una auténtica revelación sobre la genialidad; sobre la realidad del proceso creativo, su integración en la vida familiar, y la influencia de uno en otro; pero también es una declaración a voz en grito de una mujer inteligente con aspiraciones creativas propias que ha pasado largos años a la sombra de un director de prestigio mundial, una mujer que intenta mantener a la familia unida y dedica cada minuto de su vida a la carrera de su marido. Estas «Notas» no son, por tanto, sólo una aportación valiosa para los que amamos el cine de Coppola y tenemos avidez y necesidad de leer cosas sobre él y sus películas. También es una importante contribución a la literatura sobre ese lado de la creación que muy a menudo ignoran los expertos: el punto de vista del que hace, más que del que contempla; la experiencia artística desde el punto de vista del artista, aunque en este caso sea de la persona con la que comparte su vida; el otro lado del espejo que tan raramente se nos invita a atravesar.