La sorpresiva cancelación del Oscar de partitura para comedia y musical en 1999 ha relegado al olvido algunas notables composiciones que simplemente por pertenecer al género han tenido pocas opciones de Oscar frente a las partituras dramáticas. Por ello, en Intermezzo hemos decidido rescatar las mejores partituras de comedia desde que desapareció la estatuilla y elucubramos sobre cómo su permanencia hubiera cambiado el rumbo de la historia. Además podréis escuchar fragmentos de todas ellas.
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Mark Mancina
Tarzán
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Éste fue el año de la discordia. Tanto Mark Mancina como Marc Shaiman se vieron afectados por un cambio en la reglamentación de la Academia y ésta les descalificó cancelando el Oscar de comedia o musical, en última instancia. Una decisión injusta que enfadó muchísimo a estos dos músicos, sobre todo al primero, que ese año hubiera ganado de calle el Oscar. Su score para Tarzán no se pudo terminar de orquestar a tiempo para la edición del CD dando como resultado una banda sonora editada que sólo incluía unas pocas pistas instrumentales y cedía todo el protagonismo a Phil Collins. Una pena, porque pese a que luego se editó todo el score instrumental, estamos hablando de que Mark Mancina perdió proyección por una partitura soberbia. Otra magnífica composición era la de la gamberra South Park: más grande, más largo y sin cortes, lo que le hubiera supuesto a Marc Shaiman estar nominado cinco años consecutivos. Para partitura fantástica, la de Jerry Goldsmith para La momia, que no hubiera tenido obstáculo para entrar. Randy Newman, por defecto, hubiera obtenido otra nominación por Toy Story 2. Quitando estas cuatro poco más había ese año. Tan mal año para las comedias sin duda contribuyó a la eliminación de la categoría.
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Rachel Portman fue la reina de la comedia ese año. Su proyección consabida por el Oscar de Emma y refutada por su composición para Las normas de la casa de la sidra, recibiría otro espaldarazo con Chocolat. Sin ser una genialidad estructural, Chocolat es una banda sonora de lo más entretenida y que sin duda hubiera supuesto el segundo Oscar para la ‘compositora de Hollywood’. La que sí era una maravilla es Dinosaurio, de James Newton Howard, la apuesta más seria de Disney por el 3D. Su audacia y sensibilidad musical sellaron una colaboración formidable e infravalorada entre la compañía y el compositor. Aparte de éstas partituras, poco más había. The family man, de Danny Elfman, estaba bastante bien y hubiera conseguido colarse así como Chicken run, de un desconocidísimo Harry Gregson-Williams.
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Cómo se salió el maestro aquel año. Un Oscar de comedia mucho hubiera cambiado ya que podría haber desencadenado una orgía de estatuillas para John Williams. Primero, no habría tenido inconveniente en hacerse con la desaparecida estatuilla por su mágica composición para Harry Potter y la piedra filosofal. Su tema principal es ya la melodía lieraria de toda una generación que representa una composición de gala de principio a fin. Este Oscar hubiera propiciado que se eliminara la division de votos que le perjudicó de cara al Oscar por A.I. Inteligencia artificial, una auténtica obra maestra musical, que estaba consiguiendo muchos enteros para ganar a modo de homenaje. Recordemos que además ese año John Williams dirigía la orquesta de la ceremonia en una sección dedicada al tributo a los mejores temas del celuloide. Incluso le habían montado una pequeña rampa automática para que no tuviera problemas en recoger la estatuilla. Al final ganó la no menos admirable El señor de los Anillos: la comunidad del anillo, de Howard Shore. El resto de nominadas a la partitura de comedia probablemente se hubieran repartido también entre cintas infantiles. Apuestas claras hubieran sido las de Atlantis: el imperio perdido, una magistral y evocadora composición de James Newton Howard, y Monstruos S.A., flojita pero divertida partitura de Randy Newman, quien por lo menos se hizo con un inesperado Oscar a la mejor canción tras catorce nominaciones sin premio. Completando la ristra animada estarían Final Fantasy, maravillosa música del siempre eficiente Elliot Goldenthal, y una regulera Shrek, del todavía desconocido John Powell y el regulero Harry Gregson-Williams.
{tab=2002}
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John Williams
Atrápame si puedes
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Ese año las partituras dramáticas estuvieron a un nivel para recordar (Frida, Lejos del cielo, Las horas, Camino a la perdición, El señor de los anillos: las dos torres, etc). Las de comedia no tuvieron tanto fuelle pero sí hubo algunas bastante notables. Para empezar el Oscar se lo hubiera llevado de nuevo (y de calle además) John Williams por su entonces colaboración con Steven Spielberg en Atrápame si puedes. Williams combinaba sabiamente la melancolia, los sonidos de los cincuenta y mucho jazz para contar la historia del pícaro Abagnale. El resto de candidatas se antoja obvio por la falta de comedias de aquel año. Empezando por el propio Williams quien seguramente hubiera competido contra sí mismo por la nueva entrega del mago literario, Harry Potter y la cámara de los secretos, ésta vez ayudado por William Ross. También hubieran conseguido colarse el magnifico score de James Newton Howard para El planeta del Tesoro (¿cuándo empezaremos a valorarle su soberbia colaboración con la Disney?)y la fallida y tópica Spirit de Hans Zimmer. Incluso podríamos haber muerto de gusto con una merecidísima candidatura para el extraordinaria partitura de Joe Hisaishi para la oscarizada El viaje de Chihiro.
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Thomas Newman
Buscando a Nemo
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De existir el Oscar de comedia, éste hubiera sido seguramente el Oscar que tras diez nominaciones Thomas Newman lleva esperando que la Academia se decida a darle. Buscando a Nemo, la gran obra maestra de Pixar, contaba con una sensacional música del autor de American Beauty. Sentida, original y emocionante, el viaje musical de Nemo desde su divertida anémona hasta Sydney es un reto que también asume con eficacia el compositor. Danny Elfman hubiera dado guerra con su score para Big Fish y a James Newton Howard tampoco le habría costado entrar por su magistral fanfarria para la revisiticación del clásico Peter Pan. La vibrante partitura del narniero Harry Gregson-Williams para Sinbad también le hubiera aportado del reconocimiento inicial que todavía sigue buscando y quizás hasta Yann Tiersen hubiera redimido su éxito de público (pero no de premios) de Amélie con su original partitura para Goodbye Lenin!.
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John Williams
Harry Potter y el prisionero de Azkabán
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Si bien no tenemos muy claro si esta tercera entrega dirigida por Alfonso Cuarón se acerca más al drama que a la comedia, desafortunadamente el cine infantil siempre se asocia más a la segunda. John Williams, tras su poco compromiso con Harry Potter y la cámara de los secretos decidió reformular todos los tópicos musicales del mago y crear un nuevo score distinto pero a la vez que se integrara en la saga. El resultado es uno de los mejores trabajos del compositor, una sólida composición, una biblioteca de melodías magistrales que nadaba entre el clasicismo, la oscuridad y los colores medievales. Incluso compuso la canción de bienvenida a Hodwards, Double Trouble, una versión con flauta y coro infantil de unos versos del mismísimo William Shakespeare. Una genialidad que no le permitió competir por el Oscar a la mejor canción. Por lo menos la partitura sí estuvo nominada al Oscar, algo difícil para las secuelas. De hecho, sólo Star Trek. Misión, salvar la tierra, El señor de los anillos: El retorno del rey, El padrino: II parte y las Star Wars lo habían conseguido con anterioridad. Haceros con esta banda sonora, es uno de los clásicos del nuevo siglo.
Igualmente, podía haberse conseguido fácilmente otra nominación por su fresca y vivaz composición para La terminal. Thomas Newman también compitió por el Oscar con Lemony Snicket. Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket, una variadísima partitura. Sus caleidoscópicos títulos de crédito cerraban una sarta de sinfonías rocambolescas, varias soninatas y una maravillosa balada instrumental dedicada a los niños protagonistas. También fue cuando descubrimos a Michael Giacchino quien recuperó el sonido de las series de los años setenta para recrear las magníficas melodías de Los increíbles, trabajo con el que cautivó a los aficionados de un plumazo. Hans Zimmer tampoco hubiera tenido problemas para entrar con Spanglish, cuyo genial tema principal le llevó por lo menos a los Globos de Oro. Alan Silvestri (Polar express) o Rolfe Kent (Entre copas) hubieran completado con probabilidad el quinteto final.
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Dario Marianelli
Orgullo y prejuicio
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El compositor japonés Joe Hisaishi hubiera merecido de lejos llevarse el Oscar por El Castillo ambulante, una sobresaliente partitura para un anime con sabor europeo. En su día, la prestigiosa Asociación de Críticos de Los Angeles la nombró para sorpresa de todos la mejor banda sonora del año pero la falta de promoción hizo que su travesía al Oscar se quedara ahí. No obstante, éste fue el año en el que descubrimos a Dario Marianelli cuya fina sensibilidad clásica le colocó en la carrera por el Oscar con Orgullo y prejuicio. Un premio que debió llevarse John Williams (Memorias de una geisha) y todos sabemos en manos de quién acabó. Retomando las comedias, también debió estar nominado Marianelli por Los hermanos Grimm. Tampoco hubieran tenido problemas para ser nominadas las magníficas composiciones de Mark Isham (Héroe a rayas), Danny Elfman (La novia cadáver) y Patrick Doyle (Harry Potter y el cáliz de fuego). Tres soberbias partituras que no tuvieron oportunidad alguna por venir del género infantil.
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Hans Zimmer
The Holiday
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Hans Zimmer se hubiera hecho sin problema con su segundo Oscar tras El rey león (1994) por su maravillosa partitura para The holiday. En ella, el personaje que interpreta Jack Black es curiosamente un compositor de partituras para cine, hecho que sirve a Zimmer para homenajear a Ennio Morricone y desplegar un abanico intenso de preciosas melodías. A lo Emma, la division de la categoría hubiera sido necesaria para premiarle pues como pasó en realidad el perfil de comedia ligera de The holiday le restó uchos puntos frente a trabajos dramaticos habitualmente vistos con mayor seriedad. Quizás también nuestro Alberto Iglesias no tendría dos sino tres nominaciones y Volver se hubiera quedado con menos susto el día de las candidaturas. Patrick Doyle perfectamente hubiera entrado con su soberbio score para la picante comedia de época, As you like it, escrita y dirigida por Keneth Branagh. John Powell hubiera confirmado un gran año y reafirmado su supremacía musical en la animación de 2006 con su Happy feet. Por último, Danny Elfman y Alan Silvestri hubieran agradecido que la Academia se fijara en La telaraña de Carlota y Noche en el museo, dos grandes partituras, para unas carreras un tanto denostadas en el presente.
{tab=2007}
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Michael Giacchino
Ratatouille
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Ese año la mejor partitura para una comedia estuvo nominada y a punto de dar la sorpresa. Por supuesto, hablo de Ratatouille, el regreso de Michael Giacchino a Pixar tras el éxito de Los increíbles. Una banda sonora repleta de deliciosas melodías que combinaban los aromas de París con la acción más desenfadada. Ésta fue la composición por la que muchos empezamos a tomarnos seriamente a Giacchino como ‘el músico’ a tener en cuenta en los próximos años. El 2007 también fue la vuelta de Alan Menken al cine Disney (Encantada. La historia de Giselle). La partitura fue descalificada por la Academia por basarse demasiado en las canciones originales (que sí hicieron pleno en los Oscars). Al parecer, al gremio ya no le parecía correcto lo que sí premió durante toda una década. Asímismo, podría haber sido la segunda nominación para Alexandre Desplat (La reina) con Mr. Margorium y su tienda mágica. Y para acabar un gran descubrimiento, el de Rupert Gregson-Williams para Bee Movie, sonido Mediaventures de gran espectacularidad y sentido musical.
{tab=2008}
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John Williams
Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal
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Esto es pura corazonada. Todavía muchos seguimos mosqueados por el hecho de que John Williams no estuviera nominado al Oscar en la pasada edición. Es además algo muy poco frecuente ya que era la primera vez en muchos años que al maestro se le negaba una candidatura al Oscar. Creo sinceramente que fue una salida de tono del gremio de músicos de la Academia. Ahora que está mayor y poco activo, las ganas de darle un Oscar suenan a clamor y qué mejor que haberlo hecho por esta saga tan referencial en su carrera. Con un Oscar de comedia, no habría tenido problema en entrar y probablemente ganar. Y eso que Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal está lejos de ser uno de sus más logrados, ya que abusa de demasiado material del pasado. Con todo ello, escuchar al maestro es apreciar un arte que sigue estando a años luz del resto de compositores.
Wall-E es una flojita y tópica partitura de Thomas Newman que fue nominada al Oscar por dos razones. La primera fue la horrenda cosecha de buenos trabajos este 2008 (uno de los peores que se recuerdan). La segunda es el prestigio del compositor y de la película que sin duda tuvieron mucho que ver. Por otro lado, ésta podría haber sido la oportunidad de John Powell de reafirmarse en el espectro de la música de cine. Sus partituras para Horton y Kung Fu Panda (ésta última a dos manos con su ‘padrino’ Hans Zimmer) a buen seguro están entre lo mejor del año. El gran Patrick Doyle por su fantástica Igor o Carter Burwell con su minimalista Escondidos en Brujas hubieran cerrado el broche de las comedias.
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¿Cuál es el saldo final? Pues por ejemplo, Mark Mancina, un marginado pero excelente compositor, que se dedica a proyectos de serie B y compone magistrales operas para manga (Blood), quizás hubiera encauzado su carrera hacia el éxito que merecía. También John Williams tendría nada menos que tres Oscars más que sumar a su cuenta y que mitigarían el daño de ver al maestro irse de vacío durante quince años. Igualmente, Thomas Newman, uno de los mejores compositores de la actualidad, hubiera confirmado una estuilla el talento que viene demostrando desde los años noventa y que la Academia tras diez candidaturas para vergüenza ajena de todos se niega a otorgarle. Rachel Portman también hubiera demostrado que su Emma no fue un capricho de los Oscars y que es la mejor compositora de hoy. Por ultimo, Hans Zimmer hubiera visto respaldada su vena más melódica (que falta le hace a sus pastillas de scores fanfárricos de Mediaventures) y podríamos presentar con orgullo al oscarizado Michael Giacchino.
¿No os parece un listado sensacional? Si repasamos las partituras dramaticas que han ganado en los ultimos años, nos encontramos con no pocos chascos (ya sabéis cuales son, no me repetiré). Este artículo, por tanto, viene a decir que la comedia no es un segundo plato. En ella trabajan músicos de primera línea cuyo trabajo debería ser valorado con una altura más digna que la actual.