En esta interesante categoría, Mateo Gil con su segunda película como director, un atípico western crepuscular, tendrá que vérselas con el esperado regreso de Benito Zambrano al retrato femenino, y con dos veteranos del cine español con un estilo muy consolidado, Pedro Almodóvar con La piel que habito y Enrique Urbizu con No habrá paz para los malvados, entre los cuales parece que está el ganador del Goya.
Mateo Gil por Blackthorn, sin destino |
Rubén Miguélez El segundo largometraje de Mateo Gil como director ha vuelto a valerle la nominación al Goya. Desde entonces ha ganado en cuatro ocasiones (tres como guionista por Mar adentro, El método y Ágora y una por su cortometraje Dime que yo). En esta ocasión es candidato por Blackthorn, un western rodado en inglés que supone un reto mayúsculo al que Gil hace frente como muy pocos hubieran podido, otorgándole un toque personal al género que encaja a la perfección con el tono narrativo de la película. Durante los casi 100 minutos de metraje maneja con muchísima pericia los diferentes ambientes en los que localiza a sus personajes, nos ofrece numerosas escenas cargadas de tensión y encuadra de forma magistral algunos parajes naturales dignos de la mejor de las entonaciones. En cualquier caso, y a pesar de su gran trabajo, el hecho de tener que pelearse contra dos pesos pesados como son los favoritos en esta categoría juega muy en contra de sus posibilidades. |
Pedro Almodóvar por La piel que habito |
María Pérez La destilación de los temas, obsesiones, visión y estética de Pedro Almodóvar ha ido configurando un universo que unas veces se expresa de diversas formas. Cuando La piel que habito pierde el tono más conceptual y se vuelve obvio es cuando el barco parece que se va a hundir. Salvo eso, nada se le puede reprochar a Almodóvar como director. Su labor detrás de la cámara es impecable, y va más allá de una perfecta utilización de los actores. Algún crítico extranjero asegura que es una película tramada con tejido epitelial, con superficies, con imágenes, dejando de lado la emoción o la entrega apasionada. Poco importa que Vera lea a Alice Munro o que sea artista. A Ledgard eso le da igual: sólo quiere verla, sentir la perfección de su piel, deleitarse en el espectáculo que él mismo ha creado y se obsesiona en perfeccionar, una obsesión que trasciende la venganza y que le convierte en una mezcla entre el Dr Frankenstein y una versión refinada de Freddie Clegg. Puede que no sea la película que haga que se materialice la reconciliación entre la Academia y Pedro Almodóvar, pero desde luego demuestra que hay cabida para la evolución y la estilización y que eso es mucho más interesante que la mera repetición de esquemas. |
Benito Zambrano por La voz dormida |
R. M. Benito Zambrano ya sabe lo que es triunfar en los Goya gracias a Solas, película por la que consiguió los dos cabezones que tiene en su haber (mejor director novel y mejor guión original). Con La voz dormida vuelve a aspirar a ver reconocido su trabajo como director y guionista, adaptando a la gran pantalla la historia de Pepita, una joven andaluza que se traslada a Madrid para estar cerca de su hermana Hortensia, que está embarazada y presa en la cárcel de Ventas. Zambrano realiza un trabajo en buena medida acertado, pero demasiado comedido y que prescinde de tomar muchos riesgos, limitándose a rodar con corrección y guiando al espectador hacia las emociones que pretende evocar de forma bastante evidente. Zambrano saca su mejor cara en las escenas en las que interactúan en la cárcel los personajes de María León e Inma Cuesta, dotándolas del sentimiento que necesitan, pero frente a otros trabajos más destacables que el suyo parece muy complicado que se haga con este premio. |
Enrique Urbizu por No habrá para para los malvados |
Pablo López Muy poca gente en España (por no decir nadie) tiene el pulso necesario para crear un thriller que tiene Enrique Urbizu. Si el año pasado fue el año de premiar a Villaronga para reconocerle no solo su trabajo en Pa negre, sino en toda su carrera, ¿quién dice que este año no pueda ser el año de Enrique Urbizu? Con su primera nominación al Goya, el director de Todo por la pasta, Cachito, La caja 507 y La vida mancha se enfrenta a un trío de directores ya curtidos en las lides de los premios, pero siete años después de su último trabajo (para televisión), con una película entre manos que supone el fiel reflejo y radiografía del momento actual de España (como suele ser siempre su cine, por otra parte), y habiendo abordado veladamente uno de los traumas más graves de los últimos años de este país con este brillante thriller policíaco. Con estos ingredientes de peso resulta complicado pensar que el director vasco pueda irse de vacío. |
Ganará: Enrique Urbizu por No habrá paz para los malvados
Debería ganar: Enrique Urbizu por No habrá paz para los malvados