Tan sólo una de las producciones que compiten en la categoría de mejor vestuario está ambientada en un pasado más o menos reciente (Grupo 7). Las tres películas restantes se mueven en la primera mitad del siglo XX con puntos de vista muy diferentes: desde la sobriedad de El artista y la modelo hasta la teatralidad de La banda Picasso. Sin embargo, la película que destaca por encima de todas en esta categoría es claramente Blancanieves, cuyo espléndido vestuario art déco es obra de un Paco Delgado que este año, además, está nominado a los Oscar por su trabajo en Los miserables.
Paco Delgado por Blancanieves
Todo apunta a que la tercera nominación de Paco Delgado al Goya podría ser la definitiva, especialmente en un año en que su nombre brilla especialmente a causa de su trabajo para Los miserables y su nominación al Oscar. Mientras su trabajo para la superproducción histórica es una verdadera hazaña por su magnitud y ambición, la labor que Paco Delgado ha desempeñado en Blancanieves es de una creatividad extraordinaria. El vestuario de la fábula está concebido como un divertimento estético de altísimo nivel: prendas originales que recrean la parte más extravagante y lujosa de la moda de la belle époque se combinan con verdaderos caprichos (la colección de tocados que lleva el personaje de Maribel Verdú) y también con guiños muy significativos, como el cuello elevado del traje que luce el personaje de la madrastra durante la escena de los fotógrafos a la salida del hospital, y que remite inevitablemente al aspecto de la villana de Disney. Es este personaje el que acapara la mayor parte de la atención, pero la película tiene otros aciertos, como los relacionados con la indumentaria taurina o con la definición de clases sociales mediante la forma de vestir.
Lala Huete por El artista y la modelo
La sexta nominación de Lala Huete al Goya (que ha ganado en tres ocasiones) llega de la mano de la película más reciente de Fernando Trueba. Dejando aparte el hecho de que la protagonista pasa desnuda buena parte del metraje original de la cinta, el vestuario de El artista y la modelo es una recreación muy convincente y realista de los años de la Segunda Guerra Mundial, donde destaca la sencillez de los diseños y ciertos toques maestros, como la bata de seda que luce la protagonista en varias escenas, que aporta algo de voluptuosidad visual (más todavía) y cuyo estampado se adapta a la perfección a las necesidades de una cinta en blanco y negro. Un trabajo solvente y planteado con elegancia.
Vicente Ruiz por La banda Picasso
La disparatada comedia de Fernando Colomo se desarrolla en París a principios del siglo XX. Como tal, presenta enormes posibilidades para un director de vestuario como Vicente Ruiz, curtido en proyectos muy diferentes y que había trabajado ya en un registro histórico en 2003 (Al Sur de Granada). Ruiz obtiene este año su primera nominación al Goya gracias a un vestuario muy eficaz, que rastrea en los archivos y al mismo tiempo sabe mantener el aire neutral y algo teatral que requiere el tono de la película. Los numerosos ejemplos de sastrería están bien resueltos, al igual que el vestuario femenino. Sin duda, carece de grandes alardes estilísticos, pero también es cierto que es lo que el tipo de película demanda.
Fernando García por Grupo 7
Siempre se comenta lo complejo que es recrear el vestuario de una época todavía cercana. Sin embargo, dos décadas son un plazo más que adecuado para echar la mirada atrás y definir un estilo. Fernando García es un estupendo director de vestuario que recibe su primera nominación al Goya por Grupo 7, un trabajo próximo y realista que recupera con bastante fidelidad la forma de vestir de los españoles a principios de los noventa, en vísperas de aquel «año de España» que fue 1992. Grupo 7 se desarrolla en los bajos fondos sevillanos, en un entorno habitado por traficantes de drogas, prostitución y corrupción y el vestuario tiene la virtud de recrear fielmente la época sin caer en los tópicos ni en lo hortera, que eran tentaciones muy lógicas.