En la primera ocasión en que diez películas compiten por ser la mejor del año, la categoría de mejor director cobra aún más importancia de la que ya tenía porque viene a ser un referente de qué cinco títulos son los más destacados de la decena. La selección de esos cinco realizadores es muy interesante: James Cameron, el director de los taquillazos planetarios; su ex mujer Kathryn Bigelow, la primera directora que puede de verdad llevarse un Oscar; Jason Reitman, el director independiente recién converito en maduro; Quentin Tarantino, el diretor maduro antes independiente; y Lee Daniels, un atípico recién llegado.
Kathryn Bigelow por En tierra hostil |
David Vega de Navacerrada Kathryn Bigelow (San Carlos, 1953) es la primera mujer que tiene opciones reales de ganar la estatuilla a la mejor dirección en 82 años de historia de los Oscar. Lo que es curioso es que este tremenda responsabilidad haya recaido en una directora tan atípica, independiente, pero a la vez, tan americana como esta californiana. El hecho de ser mujer nunca ha sido un distintivo en su filmografía nutrida de retratos masculinos, intensas películas de acción y de terror. Siempre con el aplauso de la crítica, a Bigelow le sobrevino el éxito de público en 1985 con Le llamaban Bodhi, protagonizada por Keanu Reeves y Patrick Swayze. Bigelow ha tocado todos los palos pero desde un enfoque personal. Se adentró en el thriller de ciencia ficción Días extraños (1995) que le escribió su ex James Cameron pero con una novedosa introspección formal de narración subjetiva. Contó el angustioso accidente del submarino K-19 (2002) convirtiéndola en una de las películas independientes más caras del cine. Y ahora se atreve con En tierra hostil, una fotorealista experiencia personal de un equipo desarticulador de bombas. Su responsabilidad para unir todas las piezas de este puzle, de un reparto desconocido, y construir con ello prácticamente un ejercicio de dirección auténtico y distinto a lo que hemos visto hasta ahora es meritorio de la estatuilla. |
James Cameron por Avatar |
Samuel Pérez El director más taquillero de la historia del cine tiene un ego que no se lo quita nadie. Ya cuando hace 12 años James Cameron (Kapuskasing, Canadá, 1954) igualó el record de 11 Oscars de Ben Hur con Titanic se autoproclamó «el rey del mundo». Y no es para menos. Cierto es que en estos 12 años no ha dirigido ningún largo de ficción, pero su carrera, que comenzó junto al mítico Roger Corman con la secuela de Piraña en 1980, está trufada de clásicos de la ciencia-ficción y la acción: Aliens, los dos primeros Terminator, Abyss y Mentiras arriesgadas son filmes ya clásicos de la historia reciente del cine, plagados de set pieces antológicas. Con Avatar, ha vuelto a redefinir el concepto de cine-espectáculo, convocando en masa a los espectadores y éstos han respondido convirtiendo a la película en la que más dinero ha recaudado, superándose a sí mismo. Algunas voces críticas le achacan su falta de originalidad, pero la audiencia democrática he refrendado su apuesta y eso a la industria le encanta. Su Avatar es un viaje trepidente y sencillo con el que todo el mundo puede sentirse identificado, narrado con un pulso encomiable. Titanic ganó, entre muchos otros motivos, por ser cine histórico y hasta cierto punto realista, una base seria de la que Avatar carece y que puede decantar la balanza para la ex de Cameron, Kathryn Bigelow. |
Lee Daniels por Precious |
Fernando de Luis-Orueta El caso de Lee Daniels (Philadelphia, 1959) es muy peculiar. Debutó como director de cine a los 46 años, sin haber pasado antes ni por el cortometraje ni la televsión. Su entrada en el cine fue por una vía bien curiosa: cuando llegó a California montó un servicio de enfermería a domicilio y uno de sus clientes, un importante productor, le dijo que si con 22 años podía dirigir una empresa con 500 enfermeros, tenía talento para producir cine. Y así fue: vendió la empresa y creó una agencia de casting cuyo principal éxito fue descubrir a Wes Bentley y colocarle en el reparto de American Beauty. El siguiente paso, claro, era la producción. Y empezó con buen muy pie: su debut fue Monster’s Ball (Marc Forster, 2001), que acabó dándole un Oscar a Halle Berry. Siempre muy interesado en las causas sociales (seguramente porque él mismo pasó unos años muy duros en Philadelphia con un padre policía que reaccionó violentamente a la noticia de su homosexualidad), sus siguientes proyectos fueron El leñador, sobre la pedofilia; y Shadowboxer, su debut en la dirección, sobre la eutanasia. Con Precious sigue por la misma senda. Salta a la vista que su estilo cinematográfico está aún a medio hacer y que carece del abanico de herramientas de directores más experimentados; pero, a la inversa, su trabajo es fresco y sin vicios, pero con la madurez de un hombre de 51 años. Triste es tener que reseñar los siguientes datos: Lee Daniels es el segundo realizador negro en competir por el Oscar a la mejor dirección; el segundo productor negro en luchar por el Oscar a la mejor película; y el primer director negro de una cinta nominada a la mejor del año. |
Jason Reitman por Up in the Air |
María Pérez El joven Jason Reitman (Montreal, Canadá, 1977) se está ganando a pulso un lugar en el firmamento cinematográfico, aunque sea de momento como estrella aspirante. Con sus tres últimas películas (Gracias por fumar, Juno y Up in the Air) ha demostrado que tiene la suficiente claridad de ideas, voz propia, ingenio y dominio de la situación, y además es un guionista más que competente; sabe dosificar la narración, controla ese territorio resbaladizo situado entre la alta comedia y el drama costumbrista, sujeta las riendas de todos los elementos y además hace que todo encaje y funcione. Posee esa rara virtud de saber escoger qué planos son los necesarios y suficientes para definir un personaje, para que quede perfectamente claro quién es, y cómo le afectan los acontecimientos que se plantean. Su Ryan Bingham, auténtico muro de carga de Up in the Air, empieza siendo el mejor coche que se puede comprar en un concesionario, el de formas más hermosas, mejores prestaciones y más alta tecnología, el más inalcanzable, pero al terminar el espectador no puede evitar sentir compasión por él, incluso algunos de nosotros, una buena dosis de identificación con ese ser aparentemente tan lejano. Quizá haga falta ver cómo se desenvuelve con un buen drama para pasar a palabras mayores, pero su sólida labor en Up in the Air no debería quedarse sin premio. |
Quentin Tarantino por Malditos bastardos |
Pablo López Se repite la jugada de Pulp Fiction: Quentin Tarantino (Knoxville, Tennessee, 1963) acude como doble nominado a la gala de los Oscar: guión original y dirección. En el caso de aquella, su segunda película fue únicamente la estatuilla a su trabajo como escritor (junto a Roger Avary) la que pudo recoger. ¿Qué pasará ahora con Malditos bastardos? Tarantino ha demostrado con creces ser un director solvente, de género variado, con un pulso perfecto para un ritmo que no todo el mundo digiere, pero que le ha creado un sello autoral que levanta pasiones y odios por igual. Pero este año la candidatura a la mejor dirección es un hueso duro de roer. En cualquier caso, Tarantino postula al premio con un trabajo que, sea cual sea el resultado, supone su reafirmación como director de la vieja escuela pasado de vueltas. Una suerte de Sergio Leone puesto de ácido. Un director que no hace propuestas diferentes, sino que analiza las propuestas clásicas de la historia del cine para darles una vuelta de tuerca. Un genio. |
Ganará: Kathryn Bigelow por En tierra hostilDebería ganar: Kathryn Bigelow por En tierra hostil
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