"KIDS" (Larry Clark, 1995): Pequeños a la deriva

Cuando «Kids» se estrenó en Estados Unidos hace 12 años, se armó un revuelo monumental entre la crítica norteamericana que consideraba la película pura pornografía adolescente. La Miramax, filial de la conservadora Disney, tuvo que distribuir la cinta a través de una compañía pequeña y alternativa, lo que ocasionó que el público que más debería ver esta película, el adolescente, no la viese.

«Kids» sigue, durante 24 horas, las «hazañas» de un grupo de adolescentes capitaneados por un chico que engaña a niñas para desflorarlas y una chica que lo busca incansablemente porque cree que él es el responsable de que haya contraido el virus del SIDA. La originalidad de esta primera película del fotografo Larry Clark reside en rodar en una especie de cinema verité con cámara al hombro y con actores no profesionales. De hecho, muchos de ellos desaparecieron del mapa de la interpretación y las historias de otros son terribles, ya que uno de ellos se suicidó en 2000 y otro falleció a consecuencia de una sobredosis el año pasado. Sólo Chloë Sevigny ha seguido en el negocio como una de las secundarias fundamentales del cine de Hollywood, vista recientemente en el «Zodiac» de David Fincher. Curiosamente, su interpretación de la chica con el vih es la más humana y la mejor de entre todo el joven reparto de la película.

Drogas, sexo explícito en las piscinas, niños de apenas 11 años fumando marihuana……Estas son algunas de las duras escenas de la película, cuyos diálogos fueron escritos por un chico de 19 años y reflejan una veracidad asombrosa. Esta juventud hedonista, precozmente salvaje y sin más rumbo que el sexo o las drogas (como se refleja en la voz en off del protagonista al final del largometraje) era actualidad en 1995 y sigue siéndolo hoy, cuando la crisis de valores invade nuestras poco precavidas almas. Aunque «Kids» no sea una película perfecta, su estilo documental, sus imágenes chocantes y su sutil mensaje sobre el sexo seguro la hacen de obligado visionado para cualquier joven. Algo que podría resultar chocante en Estados Unidos, ese país infectado por el cáncer de la corrección política y el miedo al sexo explícito. El realismo de la cinta no es su única gran virtud: entre plano y plano, fornicaciones o patinetas, el director jamás se permite juzgar a los chicos que pueblan la cinta y entra en su mundo de igual a igual. Muchos de los moralistas que criticaron la película y se sorprenden con manidas historias de profesores santo que aleccionan a sus rebeldes alumnos, deberían hacer lo mismo.

VALORACIÓN:
Trailer de la película