El Papa de Moretti inaugura la Seminci

Esta noche comienza la 56ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, que en un año con serios recortes economicos ha conseguido reunir una programación de películas, eventos e invitados más que interesantes. La gala inaugural, que presentará Leo Harlem en el Teatro Calderón, será el preludio para la película inaugural: el nuevo trabajo del italiano Nanni Moretti, Habemus Papam, comedia que ya fue presentada en el pasado Festival de Cannes y pasó por el Festival de Toronto.

Resuta paradójico que los fastos ue rodean toda la parafernalia vaticana sean los encargados de dar el pistoletazo de salida de un Festival que está aquejado por la crisis dese hace tiempo. En cualquier caso, la nueva película del siempre interesante Nanni Moretti, es buena baza para abrir un Festival que, a diferencia de algunos otros, siempre ha esta caracterizado por la alta calidad de su sección oficial.

Tras la muerte de un Papa, el Cónclave de obispos, arzobispos y cardenales de todo el mundo se reúne para elegir a su sucesor. Después de varias votaciones infructuosas, que se anuncian con la salida de una humareda negra, se ve, por fin, la «fumata bianca» que indica que «habemus papam». Los fieles que se han congregado en la Plaza de San Pedro esperan con entusiasmo y fervor que el nuevo pontífice, siguiendo la tradición, se asome a una de las ventanas que dan a la plaza. Sin embargo, esperan en vano. Por alguna razón, el nuevo Papa no parece estar en condiciones de soportar el peso de tal responsabilidad. Mientras la inquietud se apodera del mundo católico, en el Vaticano, se busca desesperadamente una solución para superar la crisis.

Las intenciones de Moretti en su Habemus Papam difieren casi diametralmente entre lo que el espectador espera encontrar y lo que realmente encuentra. Pudiendo presumir de un apabullante y prometedor comienzo entre solemnidades, cónclaves y casullas, la línea narrativa, el foco de atención, y el comienzo de la historia, pronto se desmarcan de toda la parafernalia religiosa para, una vez más dentro de la filmografía de Moretti, construir una historia humilde, pequeña, sobre la identidad, el poder, las expectativas y el ser humano.

Y no es que sea malo, el problema es que la historia es muchísimo más interesante cuando la cámara está en los intramuros de la ciudad vaticana que fuera de ellos. Parece ser que los ritos, las celebraciones y la burocracia eclesiástica no interesa al autor, pero la realidad es que la película resulta tediosa cuando refleja más de lo mismo, teniendo la oportunidad de ser testigos del morbo que provoca un cónclave.

Pocos peros se le pueden poner a una película como esta a niveles técnicos. Tampoco sale mal parada a nivel interpretativo, más que en lo que respecta a la no siempre acertada manía de director, de dirigirse a sí mismo y resultar de oráculo salvador de la historia. La única salvedad es ese foco mal dirigido de la atención, que hace perder enteros a la película, y que podría haber convertido a Habemus Papam en una opus magnum.