Jaume Ripoll: "La distribuidoras poco a poco entienden que Internet no está para matar a nadie"

Jaume Ripoll: «La distribuidoras poco a poco entienden que Internet no está para matar a nadie»

 

Este viernes arranca la tercera edición del Atlántida Film Fest, el certamen on-line impulsado por Filmin, que este año crece exponencialmente con la inclusión en su sección oficial de los nuevos títulos de directores como Abbas Kiarostami, Sarah Polley, Michel Gondry o Nicholas Jarecki. “Exceptuando un título, tenemos todas las películas que queríamos conseguir, así que tenemos el mejor festival posible”, asegura su director, Jaume Ripoll.

La película inaugural es The We and The I, de Michel Gondry, a la que se unen otros veinte largometrajes, seis más que en la pasada edición, y una selección de películas de otros festivales como Berlín (Keep the Lights On), Sitges (Wrong, Compliance, Berberian Sound Studio), Sevilla (The Boy Eating the Bird’s Food) y Locarno (The Sinkholes). Un salto muy notable desde la interesante pero humilde selección de la edición anterior.

“Supongo que ha sido por el esfuerzo de mucha gente, de todos los que trabajan en Filmin, de Enrique Costa de Avalon y con la confianza de las distribuidoras internacionales y algunas nacionales que poco a poco entienden que Internet no está para matar a nadie ni para eliminar nada, sino que es una plataforma tan buena como cualquier otra para dar a conocer un título y darle prestigio”, explica Jaume Ripoll.

“Hay mucha gente que no está en Sevilla Gijón, San Sebastián o Sitges y esperan esas películas. Y las distribuidoras poco a poco están viendo que este es el camino para que estas películas se puedan ver y que es la única excusa para que la gente que no paga por verlas deje de hacerlo”, argumenta. “La percepción está cambiando porque no queda otro remedio: la gente está cambiando la forma de consumir el audiovisual y, nos guste o no, tenemos que adaptarnos a los nuevos hábitos y tratar de sacarles rentabilidad para que el cine pueda seguir existiendo”.

Jsume Ripoll en su despachoPero haber formado una sección oficial con tantos grandes nombres también implica que Atlántida pasa este año un examen sobre cómo de lejos puede llegar. “Todos los festivales que empiezan, que no han llegado a su décima edición, tienen algo de examen en cada una de ellas. Nosotros estamos aún gateando”, admite Ripoll.

“Es incuestionable que tenemos una expectativas que esperamos que se cumplan. Pero que no se cumplan no significa que fracase el festival, ni mucho menos. Tenemos que ver cuál es la demanda del público, cuántas películas puede ver, si está interesado en este tipo de cine… Lo que queremos es que los números sean suficientemente buenos para que aquellos que han confiado en nosotros este año el año que viene vuelvan a hacerlo”, afirma confiado.

La experiencia del Atlántida es singular: un festival de cine, sí, pero en casa. “Hay cosas que se pierden y otras que se ganan”, arguye Ripoll. “Se pierde estar en una sala de cine llena y la gente silbando o aplaudiendo la película. Pero puedes quedar con tus amigos y hacer una sesión de Atlántida en tu casa un viernes o un sábado, ver una de esas pelis, comentarla en Twitter, subir una foto… De hecho, este año lanzamos el premio del público. La idea es que cada uno sienta que tiene su sala de cine en su casa, que la monte con sus colegas, y que lo convierta en algo singular”.

En un entorno de festivales auspiciados por instituciones públicas (desde los ayuntamientos al Ministerio de Cultura, pasado por todas las administraciones intermedias), Atlántida es una iniciativa privada de Filmin, que utiliza la estructura de la propia plataforma –“lo que hace que se rebajen los costes de personal y demás”, admite Ripoll-.

“Este año tenemos el apoyo de SGAE, que da el premio a la mejor película, dotado con 5.000 euros, que es un premio muy importante. Es reflejo de esa nueva SGAE que quiere cambiar su imagen. También tenemos el apoyo del programa Media de la UE y del ICAA a través de Filmin. Directamente al festival no lo apoyan, pero también es verdad que no hemos pedido ayuda a ninguna institución pública”.

Pero los fundadores de la plataforma no ocultan tampoco su descontento con el ICAA, que ha convocado una mesa sectorial para tratar le futuro de la industria del cine en España sin convocar a ningún representante de la explotación por Internet. “Dé o no dinero, Internet ya lo utiliza mucha gente para ver películas”, recuerda Ripoll. “Creo que nos convendría a todos que en la mesa sectorial que estuviera representado el sector que, en teoría, representa el futuro del cine. Sea cual sea el futuro del cine, previsiblemente será a través de Internet”.