El festival de Málaga pone punto final a su sección oficial de esta decimo séptima edición con la nueva propuesta como director de Emilio Aragón. Tras el éxito de su anterior trabajo Pájaros de papel, en esta ocasión Aragón cuenta la historia de un viejo vaquero que recibe la visita de su desconocido nieto con el que emprenderá un viaje personal y espiritual a la noche de México en el que redescubrirá su propia actitud ante la vida.
Nominada a dos premios Goya en su pasada edición (mejor música original y mejor canción), la película, con Robert Duvall como maestro de ceremonias absoluto y eje central de todo el conjunto, supone un absoluto ejercicio de independencia cinematográfica por parte de su director que, sin grandes aspavientos industriales consigue poner en pie un proyecto atípico, diferente para nuestro país y bien facturado.
Pero, desafortunadamente, recorre lugares comunes del género y visita elementos poco vistos en el cine español, pero queda lastrado por una realización demasiado apolillada así como un ritmo que roza el tedio en algunos pasajes. En el otro extremo, su perfil de indie americano resulta demasiado convencional y ya visto como para despuntar por ese extremo.
En definitiva, Una noche en el viejo México es un encomiable trabajo que se queda atorado en la travesía de su propuesta y que no aporta ningún elemento a un género más que transitado.