Los héroes enmascarados de ‘todo a cien’ de Kick Ass regresan para seguir riéndose del mundo de los superhéroes de verdad en una película cargada de escenas, diálogos y guiños que recuerdan (incluso ridiculizan en ocasiones) a los vistos en otras película del género. Esta segunda entrega no cuenta con el efecto sorpresa que tuvo la primera para quienes desconocían el cómic de Mark Millar en el que se basa la historia, pero aún así mantiene su nivel de diversión y eleva el de violencia.
Si la primera de Kick Ass era sangrienta, la segunda sube un par de peldaños en la escala. Quizá se les vaya la mano en alguna que otra escena, pero, como dijo en su día Mark Millar respondiendo a unos tuits en los que Jim Carrey intentaba lavar su conciencia, “sí, la cantidad de muertos es muy alta, pero una película llamada Kick Ass 2 realmente tiene que contener lo que dice la etiqueta”. Y vaya si lo contiene. Se pierde la cuenta de los personajes que se quedan en el camino.
La premisa de Kick Ass es violencia real en un mundo real con consecuencias reales. Algo que recuerdan una y otra vez los personajes. No viven en Metrópolis o en Gotham. Tanto Kick Ass como Hit Girl son dos adolescentes de carne y hueso que sangran, sus huesos se rompen y no tienen superpoderes. Además, si se toman la justicia por su mano, que es lo que hacen, tienen que rendir cuentas ante la ley.
Dirigida por Jef Wadlow, la película sigue en la línea de la primera. Los protagonistas no son otros que un grupo de frikis que deciden emular a un chaval de instituto que un día decidió ponerse un traje ajustado y salir por ahí a impartir justicia. Son marginados socialmente, adictos a las viñetas que sueñan con tener superpoderes y hacer morder el polvo a los villanos. Tanto es así que crean su propio supergrupo emulando a Los Vengadores o La Liga de la Justicia. El problema es que ni vuelan, ni lanzan telarañas, ni tienen el dinero suficiente como para fabricar gadgets de última generación. Básicamente, hacen el ridículo. Que, después de lo todo, es de lo que se trata y ahí está la gracia.
En Kick Ass 2 el protagonismo recae sobre todo en Chloë Grace Moretz, la niña de trece años que sorprendió a todos repartiendo cera en la primera como Hit Girl. Ahora su personaje tiene 15, va al instituto, se ha quedado huérfana y sufre una verdadera crisis de identidad. No sabe si es Hit Girl o Mindy Macraedy. Su padre era en la primera entrega Nicholas Cage, alias Big Dad, e iba disfrazado como una suerte de Bat Man. Ahora ya no está y ella intenta estar a la altura de las circunstancias.
Moretz gana protagonismo y ella y Aaron Taylor-Johnson (que lo mismo interpreta a Lenon que a un friki de instituto enfundado en un traje ajustado) llevan el peso de una película con claras alusiones a Watchmen, Spiderman y El Caballero Oscuro. Todas ellas cuentan con al menos una escena que rememora alguno de sus momentos claves, ya sea un clímax romántico, la persecución de los enmascarados o la huída del héroe.
Esta vez hay más héroes y más villanos. Al bando de los buenos se suman el Coronel Barras y Estrellas (Jim Carrey), Zorra Nocturna (Lindy Booth) y Doctor Gravedad (Donald Faison), entre otros muchos. Entre los villanos, comandados por Chris D’Amico/El Hijo Puta (Christopher Mintz-Plasse) y reclutados por su guardaespaldas Javier (John Leguizamo), destaca Madre Rusia (Olga Kurkulina). La cosa está en saber cuántos llegarán a los títulos de crédito finales.
Fotos: Universal Pictures Spain.