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EMMY 2011: Vestuario en miniserie o telefilme

Este año, la sección de vestuario en miniserie o telefilme está protagonizada por cuatro producciones que, en contra de lo habitual, no se remontan a épocas previas al siglo XX. Todas ellas cumplen una misión fundamental en la labor de diseño de vestuario: que las prendas se conviertan en elementos narrativos autónomos, y que ayuden a construir la historia. Sin duda, cuatro ejemplos de brillantez y solvencia a la hora de encarar una tarea tan compleja.

Suttirat Anne Larlab (diseñadora) y Joseph T. Mastrolia (supervisor) por Cinema Verite

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Cinema Verité
es la más reciente de las nominadas en cuanto a la época que refleja. Los años setenta ven el éxito del primer experimento de telerrealidad, y este telefilme traslada a nuestros días el estilo vibrante y transgresor de aquellos años. La mayor dificultad, por supuesto, estriba en recrear un vestuario ya existente con un cierto toque de actualización y un estilismo que conserve la esencia de aquellos años y lo lleve a nuestros días. Por ello, no podemos sino aplaudir la labor de Suttirar Anne Larlarb y Joseph T. Mastrolia, los responsables de este trabajo que, por primera vez, se enfrentan a un proyecto de “época” con envergadura suficiente para poner a prueba su talento documental y creativo. Nos encontramos ante un guardarropa muy interesante, que recupera la transgresora estética de aquellos años, y que tiene sus máximos aciertos en algunos elementos que se transforman en verdaderos emblemas de un modo de entender la moda y de un estilo de vida: unas gafas de sol, un blazer o una camisa floreada. En conjunto, resulta una labor creíble y llevada a cabo con notable talento, que reproduce el mismo concepto de “realidad” que explota esta producción. Sin duda, un trabajo más que notable.

Sarah Buxton (diseñadora) y Caroline McCall (asistente) por Downton Abbey

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Downton Abbey
se encuadra en una de las épocas más fascinantes en cuanto a moda y vestuario. Las primeras décadas del siglo XX vieron el nacimiento de la alta costura parisina y, por primera vez, las distintas generaciones vestían de un modo también muy diferente. Esta ruptura –a fin de cuentas, Downton Abbey es una historia de ruptura y cambios generacionales- queda magníficamente plasmada en el terreno de la indumentaria a través de un soberbio trabajo de diseño de vestuario, en el que la enjoyada complicación de Lady Violet se opone al estilo más urbano y sencillo de Lady Isobel y, a su vez, al modo de vestir de las hermanas Crawley, entre las que también existen diferencias que marcan la disparidad de sus personalidades. Mary y Edith, fieles a vestidos neo-imperio como los que imponía Charles Frederick Worth desde su trono parisino, resultan notablemente conservadoras al lado de la audacia de Lady Sybil, que empieza a abrazar las innovaciones orientalistas de Paul Poiret y abandera la supresión del corsé y la introducción de una mayor fantasía. Asimismo, el vestuario tiene en cuenta la inmensa sutileza del guardarropa masculino de la época. Si los trajes femeninos de eco victoriano están destinados a convertir a las mujeres en lujosos objetos decorativos, las prendas destinadas al hombre presentan una mayor sobriedad y diferentes matices –colores, complementos, registros formales, cortes- en función del momento en que son empleados. Por otro lado, el vestuario del servicio muestra la pulcritud y la impersonalidad que se esperaba de estos profesionales, y refleja asimismo las diferencias sociales. La autora de este ejercicio de precisión es Susannah Buxton, con una amplia experiencia en televisión, que, junto a Caroline McCall, recibe su primera –y muy merecida-nominación a los Emmy gracias a este trabajo exquisito que refleja los contrastes de una época convulsa y que es, por sí solo, uno de los protagonistas indiscutibles de Downton Abbey. No hay más que fijarse en las numerosas alusiones al vestuario que incluye el guión para confirmar que, en este caso, los trajes son mucho más que trajes.

Anne Roth por Mildred Pierce

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Ann Roth es una auténtica veterana del diseño de vestuario. Ganó el Oscar en 1997 por El paciente ingles, y ha sido autora de guardarropas tan absolutamente memorables como Las horas, El talento de Mr. Ripley, Cold Mountain, El lector, La duda o Julie y Julia. Ésta es su tercera nominación a los Emmy, y lo hace con un trabajo impecable al frente de una producción en la que, de nuevo, el vestuario tiene un papel fundamental en la construcción de la narración. Ambientada en plena Gran Depresión norteamericana, Mildred Pierce narra la odisea de una ama de casa que, abandonada por su marido, tiene que sacar adelante la economía familiar. Ya en los primeros episodios la indumentaria adquiere un papel problemático. La ropa, una vez más, simboliza los conflictos de la trama, y el gesto de lucir uniforme de camarera o zapatos de enfermera se convierte para Mildred Pierce en un verdadero desafío que pone a prueba sus prejuicios de clase y sus ideas acerca del estilo de vida que llevaba hasta ahora. Por otro lado, debido a la precariedad de la protagonista, hecho que le impide contar con un guardarropa amplio y lujoso, algunas de las prendas –por ejemplo, su vestido floreado- se convierten en elementos que vertebran la narración. Lo mismo sucede con otras prendas: la ropa que luce en su casa, la lencería, los vestidos que luce para causar buena impresión: este viaje al armario de una ama de casa americana de los años treinta es a la vez un viaje a su interior y a sus conflictos. Apoyada por una dirección artística sutil y algo sombría, el vestuario diseñado por Anne Roth transmite la naturaleza nada idílica de la vida de la clase media en entreguerras, y subraya las emociones de los personajes: hombres de negocios incómodos bajo sus trajes, enfermeras resignadas, niñas cursis y mujeres forzadas a adoptar una actitud –y un aspecto- que están muy lejos de la pasividad.

Amy Roberts por Arriba y Abajo

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Una secuela siempre es un reto, sobre todo cuando de trata de una serie tan icónica como Arriba y Abajo. Amy Roberts ha asumido este reto con brillantez e imaginación, cualidades avaladas por una larga trayectoria en televisión que incluye tres premios Bafta TV, el último de ellos por su trabajo en Oliver Twist (2008). Con ésta recibe su primera nominación al Emmy, y lo hace gracias a un trabajo realmente deslumbrante que encara la recreación de los años previos a la Segunda Guerra Mundial a través de las historias de los dueños y los miembros del servicio de una lujosa residencia londinense. Aunque podría presentar algunas similitudes con Downton Abbey, las circunstancias de los personajes son muy diferentes. No se trata de la bucólica aristocracia rural aislada en su casa solariega en las primeras décadas del siglo XX, sino de una familia ambiciosa que trata de abrirse camino en el rutilante Londres de 1936. Por ello, los contrastes son inmensos. Por un lado, la pareja protagonista, con su elegancia de belle époque, sus amistades de altura –la legendaria Wallis Simpson, por ejemplo- y sus trajes de exquisita línea y brillantes acabados, de notable modernidad, muestra de lo mejor de los estilos impuestos por Jeanne Lanvin, Coco Chanel, Doucet, Vionnet o Patou: líneas relajadas, lujosa ornamentación, sensibilidad orientalista y fantasiosa. Por otro lado, la austeridad del servicio, que vive una época de cambios sociales. Y, por último, algunas extravagancias: los delirios coloniales de la madre del protagonista y de su ayuda de cámara indio, que aportan algunos de los momentos más estimulantes desde el punto de vista visual.

Debería ganar: Downton Abbey
Ganará: Mildred Pierce