En uno de los años más reñidos de los últimos tiempos -sí, otra vez, pero esta más aún- nada menos que tres películas tienen opciones muy serias de lograr el Oscar a la mejor producción del año. La favorita durante toda la carrera, 12 años de esclavitud, ha perdido fuelle al mismo ritmo que ha ido quedando en el olvido de sus espectadores; la incomprensible niña bonita de una parte de los votantes, La gran estafa americana, tiene que lograr el apoyo de un grupo mayor de académicos;y la proeza técnica y visual de Gravity tiene su mayor baza en lo heterogéneo de su público y la certeza de que puede no ser la película preferida de la mayoría, pero sí contarse entre las películas del año para casi todos. Y es así como se ganan los Oscar.
La gran estafa americana
Superando en una las nueve nominaciones de 12 años de esclavitud, La gran estafa americana es la película de David O. Russell con más opciones en los Oscar hasta la fecha. Otra cosa es que tenga posibilidades reales de ser la que se alce con el galardón más importante de la noche. Si el año pasado El lado bueno de las cosas, que partía con 8 menciones, se tenía que conformar con el premio de actriz protagonista para Jennifer Lawrence, de las 7 categorías en las que estaba nominada El luchador salía vencedora en 2 (actor de reparto y actriz de reparto para Christian Bale y Melissa Leo). Entre los méritos del director está el haber construido una historia ambientada en Nueva York en la década de 1970 en la que los personajes brillan por sí mismos. La pega es que lo hacen a expensas de la trama principal: ese engaño que tejen Bale y Amy Adams, dos astutos estafadores, con la colaboración del agente del FBI Richie DiMaso, encarnado por Bradley Cooper. La guinda la pone Jennifer Lawrence como la mujer de Christian Bale, sabedora de su marido tiene un lío con el personaje de Amy Adams. Las escenas de ambas actrices sobresalen dentro una comedia excesiva e irregular que juega a la mentira dentro de la mentira: nombres falsos, acentos fingidos, postizos y permanentes dejan entrever que la reinvención del final no es más que otro autoengaño. Bernardo Pajares
Capitán Phillips
De Capitán Phillips puede decirse, sin casi temor a equivocarse, que es una de las candidatas más débiles de la categoría. El ‘olvido’ de la Academia a la hora de incluir a Tom Hanks en el capítulo de nominados a mejor actor da una pista de que no será la película que protagoniza la ganadora. No porque no lo merezca, sino porque hay rivales mucho más fuertes y redondas a su alrededor. Aún así, Capitán Phillips, basada en hechos reales, está orquestada con maestría para el lucimiento de Hanks y el descubrimiento de un taxista metido a actor de nombre Barkhad Abdi. Paul Greengrass narra el asalto a un barco de mercancías estadounidense por un grupo de piratas somalíes. Hanks interpreta al capitán del buque que acaba encerrado en un pequeño bote salvavidas junto con los asaltantes, a los que guía un descarnado Abdi. La película se sustenta en la lucha por la supervivencia de ambos, en el choque de culturas, clases y países y en el tira y afloja continuo de ambos personajes. Sólo por la escena final en la enfermería, por ese erizar el bello sin palabras que pocos saben hacer como Hanks, se merece, sino el Oscar, al menos aspirar a él. M. J. Arias
Dallas Buyers Club
Dallas Buyers Club fue una de las últimas películas en incorporarse a la carrera por el Oscar. Cumple el cupo de cine indie que el año pasado cubría Bestias del sur salvaje. Y, como también le ocurría a la ópera prima de Benh Zeitlin, también es una de las mejores películas del año. Dallas Buyers Club cuenta el caso real de Ron Woodroof, un cowboy al que, tras diagnosticarle sida y estimarle 30 días de vida, tiene que ingeniárselas para salirse del sistema y conseguir una medicación que se le niega. La historia de Woodroof es conmovedora sobre el papel, y está trasladada a la gran pantalla con la maestría de un director que sabe cómo quiere contar su historia y cómo hacer que esta llegue hasta lo más profundo del espectador. Un guión más que solvente se sujeta sobre tres interpretaciones más que sobresalientes, las de los reconocidos -y más que probablemente ganadores del Oscar- Matthew McConaughey y Jared Leto y la de una triunfante Jennifer Garner, que demuestra una vez más lo mucho que la desaprovecha la industria de Hollywood. Las seis nominaciones que acumula Dallas Buyers Club indican lo mucho que les ha gustado a los académicos, y aunque sus dos actores parten como favoritos y podría incluso dar la sorpresa en guión, es muy poco probable que termine siendo rival para el trío de favoritas a la estatuilla más preciada de la noche. Rubén Miguélez
Gravity
Pocos años nos encontramos con unas críticas y un respaldo de público tan entusiastas como las que tiene Gravity en esta edición. No es para menos: el trabajo del mexicano Alfonso Cuarón junto a Sandra Bullock y George Clooney es una de las experiencias cinematográficas más alucinantes que un espectador ha podido disfrutar en una sala de cine. La técnica se une al talento para dar lugar a este ejercicio ejemplar de estilo, forma y fondo que además, ha conseguido aunar arte e industria. Gravity es historia del cine filmada, y muy pocas veces los contemporáneos a la obra somos capaces de vislumbrarlo sin perspectiva. Ojalá la Academia no pierda la oportunidad de entregar su mayor galardón más merecido en muchos años. Pablo López
Her
Director de culto con sólo cuatro largometrajes dirigidos, esta es la primera vez que Spike Jonze ve cómo una de sus películas se mete entre las candidatas al Oscar. Y, todo apunta, a que no será Her la primera que consiga la estatuilla en la categoría salvo sorpresa mayúscula. No es la favorita porque, pese a su bella factura, su increíble y bien contada historia y un dueto de protagonistas (Joaquin Phoenix y Scarlett Johansson) sobresalientes, no deja de ser una película centrada en los problemas para conectar como pareja. Un tema quizás demasiado cotidiano abordado, eso sí, desde una perspectiva tan singular como la de su director y guionista. Her no se llevó el Globo de Oro en comedia o musical –se lo dieron a La gran estafa americana– y no parece que la del proximo domingo vaya a ser su noche. M. J. Arias
Nebraska
Alexander Payne es un cineasta singular. Su capacidad para trascender lo cinematográfico y lograr que sus películas sean simplemente -nada menos- que un trocito de vida rodado es realmente extraordinaria. Nebraska es una anécdota, una historia tan pequeña que en otras manos hubiera pasado desapercibida. Pero narrada por Payne la historia de un anciano que pica en un falso sorteo de lotería y la aventura junto a su hijo menor camino de su cobro se convierte en un viaje interior fascinante. Mientras el inexorable destino de nuestro atolondrado protagonista es la desilusión, el camino regala oportunidades mucho más valiosas y, al fin, el regalo de la dignidad y el orgullo perdidos hace Dios sabe cuánto. Nebraska es una joya que esconde su brillo, bajo ese escueto blanco y negro y su contención narrativa, y es esa precisamente la razón por la que este Oscar le pilla lejos. Es la mejor película del año, pero sólo para quienes sepan verla. Fernando de Luis-Orueta
Philomena
Algunas historias nacen para ser contadas, y la historia de Philomena Lee es una de ellas. Stephen Frears (quién si no) es el encargado de trasladar a la pantalla esta emotiva y durísima historia de una madre en la busca incesante de su hijo robado junto a un periodista dispuesto a acreditarlo todo. A priori puede parecer que Philomena es el rival más débil, y es lógico. Además, parte en desventaja por ser un título poco nominado y probablemente se vaya de vacío, pero sin duda, Philomena es una película que se ha ganado su puesto y que, dado el tipo de película que es, por temática y producción, su nominación ya es una conquista, lo cual no quita que sería genial verla terminar su carrera con un gran premio. Es poco probable, pero como Philomena, nunca hay que perder la esperanza. Pablo López
12 años de esclavitud
El miedo es la emoción más eficaz para controlar a otros seres humanos. Es en lo que se basan los regímenes totalitarios y las instituciones jurídicas como la esclavitud, y hasta las situaciones de maltrato en el seno familiar. El miedo a través de la violencia, a través de la privación de libertad, mediante el control absoluto, hasta de sus necesidades vitales más primarias, logrando una cosificación total de las personas. Y eso, tan difícil de transmitir porque no es el miedo efectista de las películas de terror, es lo que está en los cimientos de la gran película que nos ocupa, 12 años de esclavitud. Y aunque no nos resulte nuevo, aunque ya lo hayamos visto otras veces, aunque menos extensivamente, la película de Steve McQueen nos recuerda que hubo un momento vergonzoso entre muchos en la historia en el que este régimen del terror que era la esclavitud, para que no se nos olvide. Y nos obliga a contemplar lo que ese sometimiento significaba, con toda su crudeza y sin tregua. 12 años de esclavitud es una gran película, con buen ritmo, geniales interpretaciones y buena fotografía, pero no es una película fácil, aunque McQueen haya pulido las aristas morales (aunque haya algunos destellos de ellas en instantes concretos) para hacerla más tragable, y además tiene el valor incuestionable de recordarnos que eso sucedió, que lamentablemente sucede y que todos podemos estar en la piel de Solomon Northup, o en la de Edwin Epps en un momento dado. María Pérez
El lobo de Wall Street
Un total de 5 nominaciones es lo que ha conseguido la última película de Martin Scorsese. El lobo de Wall Street es una de las películas que más revuelo ha causado este año: exceso, drogas y sexo se reúnen en el mejor trabajo de Scorsese en los últimos años. Acompañada de una actuación principal memorable, la película de Scorsese contiene uno de los mejores retratos de la corrupción financiera y rebosa energía durante sus tres horas de metraje. Sin embargo, la incomodidad que supone para muchos académicos la película de Scorsese es un lastre muy significativo que ha acompañado a la cinta durante todo su recorrido comercial. No obstante, este regreso a sus inicios de uno de los mejores directores actuales y el grandísimo conjunto que ofrece la película deberían ser más que suficientes para premiar un trabajo, ya no notable sino sobresaliente, que nos teletransporta a la época dorada de ese genio llamado Martin Scorsese. Roberto Bra
Ganará: Gravity
Debería ganar: El lobo de Wall Street