Este año ha sido uno de los menos interesantes para el trabajo de las actrices en mucho tiempo. Tanto es así que costaba imaginar quiénes serían las cinco nominadas. Al final, se ha convertido en un improbable duelo entre Sandra Bullock con un drama intrascendente y Meryl Streep con una comedia escasa. Para sumar cinco se ha recurrido a la reciente ganadora Helen Mirren y dos jóvenes bien diferentes entre sí: la inglesa Carey Mulligan y la estadounidense Gabourey Sidibe.
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Sandra Bullock por
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María Pérez Gracias a una película mediocre, Sandra Bullock (Arlington, Virginia, 1964), la chica favorita de la taquilla estadounidense, ha conseguido su primera nominación a los Oscar. No seria justo compararla con sus rivales en la categoría. Hace un esfuerzo notable, no ya por sacar una buena interpretación de donde es difícil extraer nada claro debido a ese guión sin gracia y esos diálogos de telefilme, sino para que nos olvidemos de sus interpretaciones más conocidas (Miss Agente Especial, Fuerzas de la naturaleza, Speed, Mientras dormías…), llenas de muecas, mohínes y vicios de lo más antipáticos. A Sandra Bullock le van bien los personajes de señora pija y resolutiva (algunos dirían autoritaria), domina ese habla recta y el gesto adusto, cuando prescinde de sus caritas, y los andares imponentes, y consigue darle incluso la emoción que requieren cuando toca. Podría decirse, salvando las diferencias, que su interpretación de Leigh Anne Tuohy va a suponer en su carrera lo que le supuso a Julia Roberts la de Erin Brokovich, sólo que en el caso de Bullock lleva más tiempo intentando demostrar que puede ser una buena actriz dramática. |
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Helen Mirren por
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David Vega de Navacerrada Gardonada con el premio a la mejor actriz en el último Festival de Roma, Helen Mirren (Londres, 1945) vuelve a la categoría estrella tras haber triunfado hace tan solo tres años por interpretar a la Reina Isabel II en The Queen. Ésta vez lo hace con un personaje tan complejo y auténtico como el de Sofía Tolstoi en The Last Station, una mujer apasionada que no duda en enfrentarse a todo aquel que ose doblegar sus firmes principios. Curtida en el teatro y sobre todo, en la televisión, donde ha cosechado varios BAFTA por la serie Prime Suspect, hace tres años arrasó en los Emmy con su magistral interpretación de otra reina, Isabel I de Inglaterra en la miniserie Elizabeth. Con un especial carisma para resolver personajes difíciles, la actriz a sus 64 años ha conseguido hacerse un merecido hueco en una categoría muy dada a premiar a jóvenes superestrellas. Ésta es su cuarta nominación al Oscar. Antes estuvo nominada por La locura del rey Jorge, Gosford Park (por la que se llevó el SAG) y, por supuesto, The Queen. Por mucho que su actuación sea mejor que el resto, no parece que eso importe mucho este año. |
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Carey Mulligan por
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Samuel Pérez La jovencísima Carey Mulligan (Londres, 1985) comenzó en el cine con un papel menor en la versión de Orgullo y prejuicio protagonizada por su coetanea Keira Knightley, pero su carrera ha estado los primeros años más anclada en el mundo de la televisión. No ha sido hasta que la danesa Lone Scherfig la seleccionase para protagonizar la adaptación de las memorias de la periodista Lynn Barber, An Education, cuando su nombre ha empezado a ser conocido para el gran público, comenzando a llegarle un sinfín de proyectos entre los que destacan la secuela de Wall Street y una rumoreada nueva versión de My Fair Lady. Su Jenny le está colmando de parabienes y galardones y no sin motivo. A pesar de su juventud sabe aportar al personaje ese punto de dulzura, pasión por los descubrimientos de la vida, fragilidad y valor. Llena la pantalla y nos deja una de las mejores interpretaciones del año con diferencia. Merecería ganar, pero nos tememos que la Academia barrerá este año para casa. |
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Gabourey Sidibe por
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Pablo López La cuota novel de este año se cubre (y con creces) con Gabourey Sidibe (Brooklyn, New York, 1983), la encargada de encarnar a la voluminosa Precious. Con una vida que dista bastante, por suerte, de la reflejada en la película, Gabby Sidibe se ha metido al público y la crítica en el bolsillo con una perfecta construcción de un personaje atormentado por su entorno y su situación, una chica impotente e imponente que se levanta en contra del orden establecido y busca su propio hueco en una sociedad que le han enseñado que no la quiere. Y todo siendo su primer papel en cine. Más allá de la idoneidad física para este papel que hasta ahora le ha brindado una decena galardones de lo más diverso, hay que destacar las dotes interpretativas de Sidibe a niveles de contención, pues sus escenas junto a Mo’Nique (que aporta el contrapunto explosivo y que también está nominada en esta edición) son tour de force de primer nivel. |
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Meryl Streep por
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Fernando de Luis-Orueta Escribir una oda anual a Meryl Streep (Summit, Nueva Jersey, 1949) con motivo de un Oscar que no va a ganar se está conviertiendo en una tradición muy poco reconfortante. Con 16 nominaciones a sus espaldas, es de lejos la intérprete que ha sido candidata más veces (luego vienen Katharine Hepburn y Jack Nicholson, con 12 cada uno). Hasta ahí no hay inconveniente, el problema es que únicamente tiene dos estatuillas de allá por los albores de los ochenta y sólo una de ellas es como portagonista (La decisión de Sophie, porque con Kramer contra Kramer fue como secundaria). De esta tragedia parece que Hollywood empezó a tomar conciencia el año pasado, cuando demostró con La duda que para actuar bastaba con mover ligeramente la comisura derecha de los labios. Pero otra deuda, la de Kate Winslet, que tenía el marcador a cero, impidió que se arreglara el desaguisado. Llegó así a este año, con la sensación de que de esta ocasión no iba a pasar. Pero competir con una comedia como Juile & Julia -y más porque es flojita- le ha vuelto a complicar la candidatura. Y eso que su Julia Childs, una institución en EE UU, es un prodigio. Streep no sólo incorpora físicamente al personaje, reproduciendo posturas, gestos pintorescos y tonos de voz estrambóticos, sino que logra trascender la caricatura para dotarla de alma, para que no sólo sea la imagen que varias generaciones recuerdan de su televisor en blanco y negro, sino la mujer desacomplejada y valiente que debió ser. El año que viene, otra apología. |
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