‘Un silence’, el silencio que mata

'Un silence'
Sobria
Lafosse construye un potente y acerado drama familiar sobre los silencios construidos para ocultar los secretos más vergonzantes.
4

Tras ganar la Concha de Plata en 2015 al mejor director con Los caballeros blancos, Joachim Lafosse regresa al Festival de San Sebastián con Un silence, donde vuelve a colocarse en el filo de la moral para contar un drama familiar sobre secretos y silencios que pueden reventarlo todo desde dentro, con unos magníficos Emmanuelle Devos y Daniel Auteuil.

A la vez que el prestigioso François Schaar (Auteuil) se hace cargo de la acusación en un caso muy mediático sobre pederastia y asesinato, un miembro de su familia amenaza con sacar a la luz oscuro secreto voluntariamente ignorado durante más de dos décadas por parte de todos para no poner en riesgo ni la carrera ni el nivel de vida de los Schaar. Su mujer Astrid, que la que lleva todo el peso del silencio sobre los hombros, se verá en la tesitura de apoyarle o dejar que todo se derrumbe, pero ante todo de proteger a su hijo Raphaël.

La dirección, tan sobria como el guion, acompaña a los personajes, destacando sobre todo su soledad en esa tremenda casa burguesa cuyo eco amplifica tanto las palabras como los silencios. La cámara sigue a François cuando el caso que lleva le obliga a atender a los medios o cuando, una vez que la tormenta estalla, tiene que enfrentarse a ellos, y ante todo para resaltar su egocentrismo y su presencia amenazante, pero acompaña a Astrid y a Raphaël cuando toca tomar partido, cuando estrecha su cercanía hasta el primerísimo primer plano de miradas y gestos que buscan la emoción ante la ausencia de palabras. La película se apoya en una banda sonora que acompaña y se hace más intensa con la explosión de los acontecimientos, pero sobre todo en las soberbias actuaciones de los actores principales, más sobre la estupenda Emmanuelle Devos, que logra transmitir mucho más con la mirada que con la palabra. Y cuando toca tomar una decisión se vuelve dura y decidida, y a la vez hace notar el alivio del peso de la carga.

Un silence se une a la corriente, afortunadamente ya muy extendida, que insiste en la importancia de que el entorno de las víctimas de violencia sexual (tanto niños como adultos) y de los agresores hablen, y en cómo ese silencio que corroe y corrompe puede provocar que la tubería reviente por donde menos se espera.