«Ante un cabrón el único antídoto es una buena persona»

Santiago Zannou (1977) acaba de estrenar su segunda película de ficción, Alacrán enamorado, cuatro años después de ganar el Goya al mejor director novel por El truco del manco. Esta historia de un skin que se redime a través del boxeo y del amor ha llevado al director madrileño a rodar una película visceral y volcánica que retrata el racismo como una de las grandes lacras de la Humanidad.

Pregunta: ¿Cómo has tardado tanto en rodar tu segundo largo?
Respuesta: Con los documentales El alma de la roja y La puerta de no retorno he ido casi a una peli por año. Después de El truco del manco, con los Goya, tuve muchas llamadas de productoras ofreciéndome trabajo pero yo tenía muy claro que quería hacer la película sobre mi padre porque quería conocerme a mí mismo y mis raíces. Pese a que durante todo ese tiempo, al que yo llamo la travesía por el desierto, he tenido la suerte de poder esperar para contar una historia de la que puedo decir al 100% que lo he dejado todo.

P: ¿La travesía del desierto?
R: Al no conseguir distribución para la película de mi padre, que hemos producido nosotros, me encuentro en una situación terrorífica, estamos arruinados… Incluso recuerdo el día en que dije: «Bueno, pues voy a comprarme el Segunda mano y a buscarme un curro de lo que sea». Entonces, justo en ese momento, me llega la novela de Carlos Bardem, precisamente cuando estoy en un momento físico totalmente deteriorado y empiezo a tener desconfianza sobre mi talento. De pronto Carlos me llama, me dice que ha visto El truco del manco, que le ha encantado y que si me leo su  novela. Habla sobre la superación y sobre ser mejor tío. Recuerdo cerrarla, llamar a Carlos, decirle «Esta peli va a ser para m» y a la mañana siguiente ponerme a correr, dejar de beber, dejar de automachacarme, y ponerme las pilas.

P: Es decir, que te identificas con el personaje que interpreta Carlos Bardem en la película.
R: Indudablemente. Bueno, yo no quiero acabar siendo un Carlo Monte, que llega a decir «esto es lo único que sé hacer y lo odio con toda mi alma». Pues a mi me ha pasado: lo único que puedo hacer son películas. Aunque también soy un poco el personaje de Álex González. Por un lado soy un tío que tengo ganas de luchar y de mejorar como persona, pero por otro lado también he estado un tiempo de mi vida autodestruyéndome.

P: Quizá tengo algo que ver con esto: la película tiene mucho de lucha por la dignidad.
R: Sí, así es. Y el xeito, que es una palabra gallega que me gusta mucho, el hacer las cosas bien, el hacer las cosas con consciencia, el intentar ser mejor persona. Cuando la vida se pone difícil tú la única manera que tienes de ganarle a la vida es siendo mejor tío.

P: «No hay que tener miedo a vivir», dice Javier Bardem en el prólogo.
R: Nosotros somos nuestro primer enemigo, somos los que tenemos miedo de hacer las cosas que realmente deseamos. El miedo es lo que te impide vivir, así que no hay que tener miedo a hacer las cosas a las que nos llama nuestro corazón o nuestra cabeza. No hay que tener miedo de convertirte en una buena persona. Aunque te lleves palos, no pasa absolutamente nada. Nosotros hacemos películas en las que los buenos ganan y los malos pierden, sólo que vivimos en un momento social en el que los malos son muy malos, así que nos obliga a nosotros a ser muy buenos. Porque vivimos en un mundo donde la avaricia y el señor dinero están convirtiendo a las personas en repugnantes. Estamos obligados a tener más dignidad, a ser cada vez mejores personas. Ante un tío que es un cabrón, el único antídoto es un tío que es buena persona. Y de eso habla la peli.


P: Y todo eso se concreta en el racismo, el hilo condcutor de la película.

R: Desde que era estudiante de cine, mis temáticas han sido lo mism. Mi primera práctica de clase, de un minuto y medio, era la paliza de unos skins a un negro. Siempre me ha estado rondando la cabeza. Siempre he sufrido esa violencia, y si no yo directamente, la ha sufrido un amigo o el amigo de un amigo.

P: ¿Y cómo te ha afectado rodarlo?
R: ¡Me ha dejado hecho polvo! Invitamos a que el espectador se divierta con una película de acción pero también ponemos el warning. Cada vez escucho más «Los chinos se están quedando con el barrio» o «Los latinos son unos borrachos, que se vuelvan a su país»… O simplemente vas en el metro y la señora sentada a tu lado agarra el bolso… Lo peor para mi son las mirada. Sí, las miradas de desaprobación son algo terrorífico. Yo, como negro, vivo a lo largo del día muchísimos actos pequeños de racismo cotidiano. Es muy molesto… hay que saber tener mucho temple, hay que saber ser un buen Alacrán enamorado para que no te llene de rabia, que en el fondo es de lo que habla la película, de saber templar.

P: La verdad es que el racismo es un tema poco presente en el cine reciente.
R: Ni siquiera está presente en las fimlografías de muchísimos directores. Nadie lo critica, nadie lo cuestiona. Ahora mismo le preguntaría a cualquiera: “¿Cuántos amigos de raza tienes en tu listado de teléfonos? ¿Cuántos?”. No existe ese mestizaje, no existe esa comprensión.

P: Y si hablamos del racismo a nivel de la sociedad, ya no digamos a nivel sentimental.
R: Bueno, bueno… So yo te contara… He escuchado cada cosa… “Si yo te quiero mucho pero dice mi padre que si meto un negro en casa…”. Pero chica, cómo me puedes decir eso. O “Cualquier cosa menos meter en mi casa a un negro, un gitano o un árabe”. ¿Pero qué dices tía? Es que está muy instaurado. No hay muchas películas donde un blanco y una negra -o donde un blanco y una china, o donde un chino y una árabe-, personas de distintas culturas, se junten. Y, además, en la gran mayoría de películas se juntan para luego separarse. Yo creo que en la única película donde terminan juntos la blanca y el negro es Adivina quién viene esta noche. En todas las demás acaban separándose. Y uno se pregunta por qué. Si siguiésemos las pautas de esas películas yo no hubiese nacido, que yo soy hijo de una mezcla, yo apuesto por la mezcla.

P: Así que la película te ha dejado tocado.
R: Pero no solo por esto, sino por toda la información que tengo en la cabeza: he visto miles de vídeos del Ku Klux Klan, he visto miles de vídeos de palizas, he leído miles de artículos de racismo… Lo he pasado muy mal. No es una película de ciencia ficción, estas cosas están pasando en Europa. Eso ha sido lo que más me dolía y lo que más rabia me generaba y, claro, dirigir con todo eso en la cabeza es muy difícil.

P: Con todo eso en la cabeza, ¿el rodaje no fue tenso?
R: Bueno, a mi me gusta trabajar bajo tensión, no sé trabajar de otra manera. Soy consciente de que los actores sufren mucho porque les tengo en unos niveles de tensión tremenda, y saltan muchas chispas y lo bueno es que soy lo suficientemente no sé si decir maquiavélico para hacer salten delante de la cámara. Hubo mucho tensión porque hay skins, palizas, boxeo… y los figurantes los hemos sacado de los gimnasios, son chicos conflictivos, con mucha energía…. Los que hacían de skins me querían matar, los negros decían «La madre que los parió, los vamos a matar a los otros», los que hacían de borrachos estaban súper hundidos y metidos en un viaje terrorífico… Al final estaban todos con unos viajes emocionales muy grandes, pero han hecho un regalo muy bonito a los espectadores.