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Josh Radnor: «Nadie se siente como un adulto, y eso es un secreto que no suele reconocerse»

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Dos años después de su primera experiencia tras las cámaras como director, productor, guionista y protagonista de Happythankyoumoreplease, Josh Radnor, conocido por su papel como Ted Mosby en la popular serie norteamericana Cómo conocí a vuestra madre, se embarca de nuevo en una aventura similar con un segundo proyecto cinematográfico, Amor y letras, con el que consiguió el premio del público en el pasado festival de Sundance. Este fin de semana llega a las pantallas españolas.

Amor y letras cuenta la historia de Jesse (Radnor), un treintañero que vuelve a la universidad con motivo de la fiesta de despedida de su antiguo profesor, interpretado por Richard Jenkins. Con su vuelta no solamente tendrá que afrontar la inevitable atracción que surge con la joven Zibby (Elisabeth Olsen), de 19 años, sino que también tendrá que lidiar con sus propias inquietudes y la necesidad de sentirse joven de nuevo.

En torno a esta inquietud del personaje protagonista, puede parecer que Josh Radnor atraviesa cierto síndrome de Peter Pan y que esto puede verse reflejado en la película y en alguno de sus personajes principales, sin embargo, él comenta que tiene más que ver con el descontento de cada individuo y nos cuenta lo siguiente sobre su proceso de creación: «Muchas veces lo que tengo es el germen de una historia, tengo una idea y el resto de cosas van surgiendo según avanzo, así que algunos temas simplemente emergen mientras escribo».

Cuando se le pregunta por el personaje de más edad, el que aparentemente sufre más este miedo a la vejez, comenta lo siguiente: «La historia del profesor surgió en una reescritura, había escrito el primer borrador y entonces me di cuenta de que no sabía quién era ese profesor, no era más que una excusa para que Jesse volviera a la universidad, pero terminé por darme cuenta de que él no quería retirarse, de que estaba asustado de hacerlo y le daba mucho miedo lo que le esperaba, lo desconocido, puesto que solamente se conocía a si mismo en ese entorno».

Amor y letras, en definitiva, se centra en una serie de personajes que se encuentran descontentos con dónde están o la edad que tienen: «Esta idea comenzó entonces a coger forma como algo que está presente en toda la película. Algunos personajes quieren ser mayores y otros quieren ser más jóvenes, pero no estamos hablando exclusivamente de gente que quiere ser más joven. La linea principal de la película es que todo el mundo actúa como si supiera donde está cuando, en realidad, nadie se siente como un adulto, lo cual es una especie de secreto oscuro que no suele reconocerse».

20130313radnorIN2Esta sensación de descontento que destilan los personajes creados por Radnor hace que el espectador reciba un doble mensaje, que está tan relacionado con la admiración hacia la sabiduría adquirida a lo largo de la vida como con el miedo a hacerse mayor: «Hay una diferencia entre ser listo y ser sabio. Creo que alguien que intelectualmente sabe mucho no es necesariamente alguien sabio, creo que la sabiduría pertenece a una categoría distinta, que tiene mucho que ver con el conocimiento de uno mismo, con saber quién es uno en su interior y poder ver a través de la ilusión de las cosas, porque mucha gente está atascada en esa ilusión de lo que cree del mundo que le rodea», y añade que el personaje más sabio de su película es el interpretado por Zac Efron (Nat), al que, sin embargo, Radnor otorga la función de bufón: «Para mi Nat tiene una sabiduría genuina, es tan sabio como tonto, algo así como el payaso de Shakespeare, que está diciendo algo muy sabio y, sin embargo, el resto de personajes no se lo toma en serio».  

Aunque en su mayor parte Amor y Letras transcurre en el campus de la Kenyon College, lugar donde el mismo Josh Radnor cursó sus estudios superiores, es Nueva York la ciudad donde reside originalmente su personaje y donde tiene asentada su vida, algo que ocurre también en Happythankyoumoreplease: «Creo que Nueva York es reto hecho ciudad. Es dinámica y emocionante pero también puede sobrepasarte. Es una confrontación para el individuo, tiene su propio momentum y su propia energía, así que creo que vivir en Nueva York es, de por si, una experiencia muy dramática. Sin duda es un lugar muy útil para situar una historia, como también lo es en términos de valor de producción, porque en Nueva York solamente tienes que situar la cámara y, gires hacia donde gires, hay algo impresionante que plasmar». Muy interesante es, al hilo de la conversación, el hecho de que algunos de sus personajes ejercen un viaje hacia la madurez gracias a un traslado en el espacio: «Ahí tienes a Dorothy en El mago de Oz, que empieza en Kansas, se va a Oz y cuando vuelve a Kansas nada ha cambiado, pero ella tiene una perspectiva diferente de si misma y de la vida. Este proceso es muy real en muchas historias diferentes». Radnor no duda en que, de haber vivido en España, su admiración se hubiera centrado en Madrid o Barcelona y allí habría situado sus películas.

Amor y Letras también comparte otro nexo en común con Happythankyoumoreplease que empieza a definir a Josh Radnor como narrador: el amor. Ambas películas comparten una historia de amor como eje narrativo, por lo que parece quedar claro que Radnor se siente cómodo en este tipo de historias: «El amor es, como dicen, un lenguaje universal. Hay una cosa muy interesante en el libro Come, Reza, Ama, y es que cuando la protagonista charla con jóvenes que se encuentran en campos de refugiados, estos tienen preocupaciones sobre el amor, sobre sus novios o novias, y encuentro fascinante que, incluso en medio de una situación desastrosa, está implícito en nosotros encontrar el amor y la pasión». Sin embargo, Radnor no pretende basar sus películas en la búsqueda del amor como único cometido: «No estoy obsesionado con el amor como lo está mi personaje en Cómo conocí a vuestra madre, pero sí estoy interesado en la forma en la que conectamos unos con otros, en cómo nos dejamos llevar por malentendidos y tratamos de intimar con otras personas a pesar de que esa intimidad nos asuste. Estoy más interesado en las relaciones como una forma de examinar el comportamiento, por cómo funcionamos cuando disponemos del espejo de otra persona para vernos a nosotros mismos a través de sus ojos».

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Si algo queda claro en la corta filmografía de Radnor como director es que siente cierta admiración por el cine de personajes, algo que va más allá de contar historias grandilocuentes: «Estoy muy interesado en personajes que tengan algo que decir, y no lo estoy tanto en temas como la violencia o la maldad. Yo describo mi cine como películas sobre buenas personas que se convierten en mejores seres humanos a través de ser ellos mismos y que maduran a partir de salirse de si mismos».

Radnor tiene claro que sus personajes viajan camino de la madurez y la sabiduría: «Creo que mis películas tratan las historias de gente que empieza en crisis, que se resisten a lo que son o al lugar donde se encuentran y creen que deberían estar en otro punto. Su viaje hasta el final no es necesariamente que acaben en otro lugar, pero sí que experimentan un viaje interno, y ese viaje tiene algo que ver con ganar en sabiduría»

Tras dos proyectos de corte muy similar, Radnor tiene que enfrentarse ahora a las comparaciones con otros creadores que también apuestan por ejercer la mayoría de funciones a la hora de abarcar un proyecto, y valorar hasta qué punto pretende convertirse en una voz generacional: «Como dice Lena Dunham en GIRLS, no consiste en ser la voz de una generación, sino en ser una voz de una generación, y eso todos lo somos. Todo el mundo cuenta su propia versión de la historia y creo que hoy en día no hay una voz dominante que se abra paso entre las demás, como tampoco hay una canción, un libro o una película que lo haga, creo que esos días han pasado y todo el mundo presta atención a cosas muy diferentes. Cada uno tiene su propio gusto y un mecanismo a través del cual filtra muchísima información».

También tiene una idea muy clara sobre le público al que se dirige su película: «Creo que hay un tipo de público que responde con entusiasmo, y también sé que hay otros que no lo van a hacer, pero eso es lo que pasa con cualquier obra. El gusto es algo muy complejo, así que simplemente intento contar historias que yo sienta honestas, que me resulten entretenidas y de las que aprenda algo durante el proceso». Concluye con la siguiente afirmación: «Me gusta pensar que, si no fuera yo el que las hiciese, serían películas que me gustaría ver».

Como anécdota nos cuenta que, ante el tono despectivo hacia la saga Crepúsculo a través del personaje de Jesse, Elisabeth Reaser (que interpreta a un miembro de la familia Cullen en Crepúsculo), no solamente no se sintió ofendida, si no que se lo tomó como un halago. Deja claro, en cualquier caso, que respeta a los lectores de la saga. Y, por supuesto, aunque intentamos sacarle información sobre quién es la madre en la serie que le ha dado fama mundial, Radnor no soltó prenda.