Críticas desde Cannes: ‘Inside Llewyn Davis’ y ‘Borgman’

Carlos Boyero, El País

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/05/19/actualidad/1368987970_758862.html

  • Inside Llewyn Davis, de Ethan y Joel Coen

No es propio de los Coen que nos cuenten los comienzos de un triunfador absoluto, de uno de los mitos más justificados que ha dado la música, de un seductor de minorías y de masas. La vocación de estos hermanos tan listos son las historias de perdedores tragicómicos (…)  Los Coen recrean con su particular estilo el ambiente del Village a principio de los años sesenta. Pero que nadie espere una loa de las drogas, el resacón perpetuo, la creatividad artística y la seguridad de que los tiempos estaban cambiando. No tienen ninguna intención lírica, lo que describen está más cerca de la caricatura y de la sordidez. Como siempre, saben crear atmósfera, inventarse a tipos inquietantes como los que interpetan con su habitual solidez actores como John Goodman y F. Murray Abraham. Existe una ironía que bordea la crueldad. Pero Oscar Isaac, el actor que la protagoniza, despierta escaso magnetismo. Es una película vocacionalmente extraña que puede mantener moderadamente la atención, con clima desasosegante, con arquetipos y situaciones que llevan el identificable sello de sus autores, pero el resultado final no me apasiona.

  • Borgman, de Alex van Warmerdam

En la película holandesa Borgman todo parece copiado. Es posible que su director se haya sentido deslumbrado por Teorema, Funny games y el universo más turbio de David Lynch, pero el cóctel que ha preparado mezclando a sus amores resulta tan evidente como prescindible. Este grupo de vampiros entre humanos y sobrenaturales que se introducen en la casa de una familia acomodada para seducirles y destruirles no tiene la menor gracia. Hasta para homenajear se necesita talento.

Luis Martínez, El Mundo

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/19/cultura/1368962397.html

  • Inside Llewyn Davis, de Ethan y Joel Coen

La estrategia de los Coen, si se quiere, es sencilla. Se trata básicamente de olvidarse de la letra de la canción para centrarse en la música. Importa la construcción detallada del ambiente, del paisaje, de la humedad del aire si se quiere, en el que se desenvuelve la odisea de un hombre incapaz de entender (acabará por comprenderlo) que cualquier esfuerzo conduce necesariamente a la melancolía. Y es ahí, en la temperatura emocional, en la música de la película donde es fácil reconocer lo evidente: cualquier historia digna de ser contada es por obligación una historia sobre cualquiera de nosotros. (…)  Lo verdaderamente relevante es el viaje, el trayecto oscuro a ninguna parte, la conciencia de que cualquier logro no es más que una versión torpe de la única desesperación posible. Al final, y eso es lo que importa, sólo queda un lúcido, desengañado y bellísimo elogio de la derrota. Si les deprimo, no me culpen. Es la vida y Beckett que son así.

María Guerra, Cadena Ser

http://blogs.cadenaser.com/la-script/2013/05/19/los-coen-se-inventan-un-bob-dylan-fracasado/

  • Inside Llewyn Davis, de Ethan y Joel Coen

Una vez más, los hermanos Coen presentan un mosaico de personajes tiernos y perdedores. Algunos de ellos son viejos conocidos de su universo como John Goodman que interpreta a un artista drogadicto y verborreico; y hay nuevos fichajes como Carey Mulligan y Justin Timberlake, pero el más brillante es su protagonista, el americano de origen guatemalteco, Oscar Isaac (Ágora, Drive), que aclara la condición humilde de su personaje: “Este tipo no es Bob Dylan el poeta, sino un músico obrero que viene de Brooklyn y no tiene que reinventarse”.[
Como ya hicieron en O Brother! (2.000), esta película es un musical sui generis y sobretodo una comedia agridulce que sigue los pasos a un músico conmovedor, en todas sus desgracias –desde pelarse de frío y perseguir a un gato por todo Nueva York- , y que desde luego ha entrado ya en la lista de las premiables.

  • Borgman, de Alex van Warmerdam

La otra película de la sección oficial del día es Borgman del director holandés Alex van Warmerdam, una retorcida historia sobre el mal que encarnan un grupo de mendigos que se meten y destrozan la vida de una familia de la alta burguesía. Se trata de la ración habitual de provocación que no puede faltar en Cannes: trenza la estética cool con toques surrealistas y propone una sobada reflexión sobre la maldad que anida en todos nosotros. Arranca con aciertos visuales y chispazos cómicos, pero pronto se vuelve previsble.

Oti Rodríguez Marchante, ABC

http://www.abc.es/cultura/cine/20130519/abci-coen-201305191936.html

 

  • Inside Llewyn Davis, de Ethan y Joel Coen

Pero, aunque Bob Dylan sea el fin, el principio de esta película es absolutamente otro: un personaje atrabiliario y rotundo llamado Llewyn Davis, que malvivía el folk con su guitarra, su voz suave y su carácter tonante. Lo que hacen los Coen en esta película que presentan en la competición de Cannes viene a ser su juego habitual de buscarle las costuras negras a las cosas de modo simpático: la recreación de los ambientes artísticos y caninos de una generación tan hambrienta que al poco se comería el mundo, la caricaturización de algunos personajes reflejo distorsionado de la realidad y, sobre todo, contar la historia por su contraportada.

 

  • Borgman, de Alex van Warmerdam

También en el lote de películas a competición, se ha proyectado «Borgman», del holandés Alex van Warmerdam, una historia con tufillo de fábula maliciosa un poco a modo de aquel Funny games de Haneke, pero ausente de toda inclinación a conectarse con cualquier cable de la realidad. Borgman es la penetración de un personaje o una idea (igual es el diablo, que el mal, que un vampiro o que aquella cizaña de Astérix) en una casa burguesa en la que inocula sus pesadillas y el consiguiente cataclismo. Se supone que la brocha que utiliza es el humor negro, que emborrona de disparate el lienzo y que le permite al guión todo tipo de tropelías y engañifas.
Hay notables dosis de maldad, aunque no se sabe de cierto con qué función e intención…, tal vez terapéutica. Hay que subrayarle a este Borgman tan lejano de Bergman su capacidad para incomodar al personal, para escabullirse de cualquier planteamiento ético. Y uno sale de ver esta película sin haber tenido ni un solo buen pensamiento.